Sin desmerecer en absoluto el reciente cruce copero en Las Llanas, esta tarde el Athletic tiene ante sí una cita que, al margen de su valor en términos clasificatorios, servirá para conocer su estado real. El paréntesis del Mundial abre una incógnita que afecta por igual a todos los conjuntos de la categoría al no existir antecedentes que pudieran facilitar una aproximación o un cálculo sobre la asimilación de un período tan largo sin competir. A las vacaciones siguió una fase de trabajo con amistosos, un mes y medio largo de actividad de desigual intensidad enfocada a optimizar la forma física, así como a incidir en las dinámicas de juego previas al parón e intentar pulir aspectos concretos. Todo ello se examina esta tarde en el Benito Villamarín, escenario que siempre infunde respeto.
La reanudación del campeonato le ha reservado al Athletic un compromiso de altura, un duelo directo a partir de la igualdad de fuerzas que refleja la clasificación, así como la mayoría de los parámetros de rojiblancos y Betis, que presenta a su favor el hecho de que ha compatibilizado con naturalidad la liga y su participación en la Europa League. Se miden proyectos que opositan a plaza continental a tenor de lo visto en las primeras catorce jornadas del calendario.
No se trata de tres puntos decisivos, pero sí importantes porque de algún modo marcarán tendencia justo en la fase del curso más exigente para los equipos. El Athletic se ha colocado bien, pero no cabe obviar que se halla en un pañuelo con otros seis rivales. Desde el tercero, la Real, hasta el noveno, el Villarreal, solo hay cinco puntos de margen, lo cual significa que perseverar en el rendimiento adquiere una relevancia superior. En esta carrera de fondo, flojear a estas alturas podría equivaler a comprometer unas aspiraciones que parecen correctamente encaminadas.
Recordaba ayer miércoles Ernesto Valverde la trayectoria descrita en la campaña 2013-14, la última vez que el Athletic se metió en Champions. Entonces, por estas fechas, el triunfo sobre el Barcelona en la decimoquinta jornada aupó al equipo al cuarto puesto y ahí permaneció, inamovible, hasta el cierre del curso. “Regularidad” y “fiabilidad”, dos sinónimos, fueron los términos escogidos por el técnico para explicar la clave de aquel éxito. Añadió que esa continuidad en el comportamiento de sus hombres es lo que busca y mencionó el balance a domicilio como reto más inmediato. Lógico, puesto que las cuatro salidas más recientes se saldaron con dos empates y dos derrotas.
Desde luego, el campo que hoy visitan no figura entre los más asequibles. Cinco victorias, un empate y una derrota ha coleccionado el cuadro dirigido por Manuel Pellegrini en calidad de anfitrión. Otro dato más que asemeja su trayectoria a la del Athletic: cinco, uno y dos. No obstante, números aparte, la clave descansará en las sensaciones de los contendientes sobre la hierba, un misterio que solo resolverá el movimiento del balón.
Cuenta Valverde con el grupo al completo, descontado Ander Herrera, quien no habría dejado atrás las molestias musculares que le privaron de actuar en la Copa. La suya es una plaza cuyo dueño está por ver, pues fue titular en las dos citas que precedieron al Mundial. Dani García, Zarraga y Muniain se perfilan como alternativa, dando por hecho que Vesga y Sancet son fijos en el esquema. Guruzeta, en cambio, sí se encuentra disponible. Avalado por un acierto rematador poco usual en el equipo, su presencia en el once de salida constituye una opción razonable. Morcillo tampoco viaja.
Por lo demás, la previsión apunta a Unai Simón en la portería; De Marcos, Yeray, Iñigo y Yuri, en la defensa; los mencionados Vesga y Sancet, en la línea de medios; y los hermanos Williams, arriba, acaso junto a Guruzeta, sin descartar a Berenguer e incluso a Muniain, por aquello de poblar la zona ancha frente a un adversario al que le gusta masticar mucho el fútbol.