Cuando las aulas se cierran y los escolares regresan a casas con sus mochilas, los patios de los centros educativos de Bilbao siguen siendo espacios vivos. En ellos se desarrollan actividades de ocio y tiempo libre, deportivas, ensayos, fiestas e incluso rodajes; incluso hay otros que permanecen abiertos de forma habitual por las tardes, como un parque de juegos del barrio más. Aunque con la pandemia su número ha decaído, el Ayuntamiento de Bilbao concede cada curso decenas de autorizaciones para que en ellos se desarrollen otro tipo de actividades.
A partir de este curso, y en virtud de un acuerdo alcanzado por el pleno municipal, el procedimiento será más sencillo y se adoptará de forma más participativa dentro de los consejos escolares y no solo por parte de los equipos directivos. “Estudiaremos todas las peticiones que nos lleguen desde los consejos escolares; queremos que, en su caso, el problema sea por usarlos, no por no usarlos”, explica el concejal de Euskera y Educación, Koldo Narbaiza.
Durante el curso 2018/2019, el último en el que la pandemia del covid no condicionó su ocupación debido a las restricciones, el Ayuntamiento autorizó 145 usos de las instalaciones de centros escolares de Bilbao; de ellos, más de la mitad, un total de 76, correspondieron a las zonas de patios. El resto comprendían otras áreas interiores, como gimnasios o las propias aulas. El curso anterior fueron 137, 62 de ellas para patios.
El coronavirus, que llegó en marzo, provocó que en el curso 2019/2020 las autorizaciones se redujeran a 110 –51 de patios– y a 18 el ejercicio siguiente, con solo 12 para las áreas exteriores. El último curso, que se inició con importantes restricciones todavía en cuanto a los aforos y los grupos burbuja, se utilizaron en casi un centenar de ocasiones y de ellas 32 fueron para los patios exteriores. “El uso de los patios exteriores es algo que se hace ya con normalidad; aunque por la pandemia descendió de una forma importante, hay infinidad de actividades que se hacen en los centros de enseñanza”, subraya Koldo Narbaiza.
Los permisos se otorgaron en un total de 18 centros, desde el de Maestro García Rivero a Pío Baroja, pasando por Basurto, Cervantes, Indautxuko Eskola, Iruarteta, Deusto, Mina del Morro, San Inazio o Zamakola. Respecto al tipo de actividades, la mayoría de ellas fueron colonias organizadas por el propio Ayuntamiento, las AMPA u otras entidades sin ánimo de lucro (16) y actividades de ocio y tiempo libre (2), aunque también destacan las iniciativas deportivas (8) y las culturales (5), como fiestas o rodajes de cine.
Durante el último pleno municipal celebrado en junio, el equipo de Gobierno asumió el compromiso de estudiar de forma individualizada las peticiones para abrir los patios fuera del horario lectivo que realicen los consejos escolares para lograr una mejor utilización de estas infraestructuras. En aquella solicitud, Elkarrekin Bilbao hacía hincapié en que “las vacaciones de verano suponen que las escuelas se vacíen mientras los niños muchas veces tienen problemas para encontrar espacios de juego en sus barrios”. En su opinión, las 45 pistas polideportivas exteriores de estos centros “quedan inutilizados cuando cierran”, una oportunidad que “no podemos desaprovechar”.
La cifra 32
Son las autorizaciones que concedió el Ayuntamiento el pasado curso escolar, todavía marcado por la pandemia, para realizar actividades en los patios fuera del horario lectivo, en un total de 18 centros educativos. Durante el curso 2017/2018 fueron 62 y 76 el siguiente; el covid hundió las autorizaciones a 51 en el curso 2019/2020 y a 12 en el 2020/2021.
La utilización de las instalaciones de los centros de enseñanza está regulada por un decreto del Gobierno vasco: aunque los propietarios de la infraestructura son, en Infantil y Primaria, los ayuntamientos, estos lo tienen cedido a Educación, por una cuestión de competencias, por lo que es esta consejería la que gestiona este ámbito. “Los ayuntamientos son competentes en materia de mantenimiento, seguridad y limpieza del centro”, explica el concejal bilbaino. Hasta ahora, si una asociación, por ejemplo, quería poner en marcha en un patio un curso de patinaje, se tenía que dirigir en primer lugar a la dirección del centro; si estaba de acuerdo, remitía la solicitud a la delegación de Educación –que no podía denegar la autorización– y de aquí llegaba al Ayuntamiento, que otorga el permiso y requiere de una fianza a los solicitantes.
Consejos escolares
El concejal expone, en este sentido, la disposición del Ayuntamiento de Bilbao a sacar todo el provecho a estas instalaciones que, de hecho, insiste el concejal, ya se está llevando a cabo de forma habitual. “Queremos problemas por usarlos, no por no usarlos”, afirma. Por ello, a partir de ahora analizarán las peticiones que se realicen desde los consejos escolares, que serán los órganos que tomarán la decisión en primera instancia de acceder o no a una petición que les pueda llegar desde las propias AMPA o asociaciones y otros colectivos vecinales. “Lo primero que tienen que hacer es hablar con el consejo escolar, un ente superior dentro de la comunidad escolar, en lugar de que toda la responsabilidad recaiga sobre el equipo directivo. Y lo que hemos hecho es facultarles para que nos lo puedan solicitar, en lugar de tramitarlo a través de la delegación de Educación”.
Precisamente la nueva Ley de Educación, que se tramita en el Parlamento Vasco, otorga una mayor capacidad de decisión a los consejos escolares, en los que están representados no solo la dirección del centro sino también las AMPA, el personal no docente de comedor o limpieza, e incluso los alumnos de cursos superiores.
Ante el planteamiento de abrir los patios fuera del horario lectivo como una instalación deportiva más de carácter público, Koldo Narbaiza advierte de que “cada centro es un mundo, es distinto y tienen distintas características”. Por ello, recuerda que el uso que se le vaya a hacer al patio fuera del horario lectivo tiene que estar bien regulado y, sobre todo, respetar la capacidad de decisión de los consejos escolares sobre las actividades que se desarrollan en sus instalaciones. “Hay distintos centros de enseñanza. De hecho, hay zonas en las que se están usando ya fuera del horario escolar”, como es el caso de los de Zurbaranbarri, Arangoiti o La Peña. En este último caso, por ejemplo, en plena plaza, el patio abrió por la falta de equipamientos en el entorno y se ha mantenido así posteriormente.
No son aperturas, advierte, que se puedan autorizar a la ligera. “Hay que mirar bien cómo abrirlos, cómo cerrarlos, si es posible o no... Ahora ha bajado pero hemos tenido oleadas de robos de ordenadores en centros de enseñanza, los patios tienen que reunir unas condiciones, no es cuestión de abrir el edificio para que la gente pueda acceder al cuarto de baño, hay que analizar si existen puntos negros... Sin olvidar que el lunes o a la mañana siguiente, cuando los alumnos vuelvan a clase, tiene que estar en perfecto estado de revista”, expone.
“Las autorizaciones –agrega Narbaiza– tienen que estar meditadas; no es lo mismo abrir el de Concha, más pequeño, que el de Indautxu, o el de Arangoiti, que es zona verde, tiene un frontón y andan todos los vecinos por ahí”. Sin olvidar, subraya, que se trata de centros de enseñanza, con una función y unos objetivos bien definidos, en los que determinadas actividades no tienen cabida. “¿Autorizaciones para organizar una paellada? Tampoco podemos perder el norte...”, apostilla.
Koldo Narbaiza añade además, respecto al uso deportivo al que se hacía referencia en la petición, que en la actualidad los patios se han convertido en una prolongación del aula y del proyecto educativo de cada centro, “por lo que son estos los que deciden qué utilidad se le va a dar al patio. Hay un movimiento importante para potenciar cada vez más los patios inclusivos, retirando por ejemplo porterías y canastas”, explica el concejal. Y existen también polideportivos en los patios de otros en los que se realizan competiciones de deporte escolar o federado todos los fines de semana.