HE aquí el milagro de andar sobre los días en rojo del calendario, algo así como el equivalente de ese andar sobre las aguas que recogen los evangelios pero visto desde el punto de vista de las ciudades con pujanza que estos días antaño se tomaban un respiro. Con tantas Semanas Santas vacías a nuestras espaldas, más allá del sentimiento religioso, ver cómo el Basque Fest le hace el boca a boca a Bilbao de la mano de la cultura y lo reanima hasta el punto de que se abomban los pulmones de sus calles, poblándolas de actividad, invita a creer en la resurrección. Dos años de ausencia por la pandemia hicieron que se echase de menos el festival así que ayer, cuando se cortó la cinta metafórica en su inauguración, todo eran sonrisas de alivio. La gente sabía lo que le espera a la ciudad.
Hasta el domingo de resurrección habrá más de 200 actuaciones, de la mano de más de 300 artistas, espolvoreados por más de 30 latitudes de la ciudad. Así lo explicó el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, quien habló de lo que avecina. "Una fiesta a lo grande", dijo. Y no olvidó que la ciudad acoge este regreso "con una enorme ilusión". Lo hizo como preámbulo de la primera actuación y como antesala de la presentación de Patxi Villén, director del festival invitado de esta edición, Aitzina Folk, un proyecto que nació en Vitoria-Gasteiz y que hace juegos malabares con la música de raíz y la solidaridad con los niños y jóvenes afectados por una enfermedad extraña, la ataxia telangiectasia. El propio Patxi, acompañado por su hijo afectado, Jon Villén, recordó que el festival recauda fondos para un proyecto de investigación que se despliega en la Clínica Universitaria de Navarra. Diciembre será el mes en el que se volverá a activar el interruptor de ese festival con alma.
Al filo de las siete de la tarde dio comienzo el concierto del trío femenino Aire Ahizpak compuesto por tres hermanas, Miren, Amaia y Paxkalin, sobrinas del bertsolari Xalbador, que interpretaron canciones populares vascas. Los presentes vivieron emocionados el recital que sonó como si naciese de un coro de ángeles. El equipo de eventos de Bilbao Ekintza, Mercedes Rodríguez, Amaia Arrizabalaga, Naia Martín, Begoña de Andrés y Ana Bustinza, con su director, Javier Garcinuño a la cabeza, sonreían cuando cantaban. Se diría que en su interior celebraban el comienzo de un festival que llega cargado de promesas y alegrías.
En el atrio de Azkuna Zentroa, donde Bárbara Epalza ejercía de anfitriona, se arremolinó un buen grupo de gente expectante. Entre ellos se encontraban Xabier Ochandiano, Koldo Narbaiza, Jon Bilbao, Yolanda Díaz, Amaia Arregi e Iván Calderón; el presidente de Bilbao Dendak, Raf a Gardeazabal, Jon Andoni Zarate, Beatriz Marcos, Susana Pérez, Héctor Sánchez, gerente de la asociación de hostelería de Bizkaia; Juan Carlos Martínez, Joseba Ortuzar, María Ángeles Etxebarria, Miren Josune Olaizola, Nagore Bilbao, Ainhoa Ugartetxe, Yolanda Grazal, ajustándolo todo, Aitor Bengoetxea y una corte de gente dispuesta al disfrute.
Entre toda esa gente se movía, como pez en el agua, Txomin Txirene (si lo prefieren Juanjo Otero...), un personaje que acompañará a este festival de calle en sus cuatro esquinas. El suyo era el contrapunto de humor en la tarde. Lo vivieron José Inazio Basterretxea, Bittori Lantaron, María Aril, Alazne Olabarrieta, Olga Zulueta en nombre de Bilbao Centro, Idoia Arteta, Joxe Miguel Zarandona, María Teresa Hernández, vecina de Azkuna Zentroa, Maite Ortega, Juanan Muñoz, Maite Bilbao, Laura Gorostiaga, Miren Arriaga, Jon Ezkerr, Iñaki Mintegi, Andere Antón, Karlota Aranguren, Gloria Imaz y así toda una legión de gentes que celebraron el despegue de un festival que tiene un destino claro: llevar a quien se suba a bordo a la gloria.
El atrio de Azkuna Zentroa acoge la inauguración del Festival Bilbao Basque Fest con un concierto del trío femenino 'Aire Ahizpak'
'Cortaron la cinta' el alcalde Juan Mari Aburto y Patxi Villén, director del festival invitado de esta octava edición, Aitzina Folk