SABES cuál es el problema de este mundo?", preguntaba el sombrero loco, aquel legendario personaje de Alicia en el País de las Maravillas, el fantasioso y fantástico libro del matemático, lógico, fotógrafo y escritor británico Charles Lutwidge Dodgson, firmado bajo el seudónimo de Lewis Carroll . No pudo dar una respuesta más cuerda: "Todos quieren una solución mágica a los problemas, pero todos rehusan creer en la magia". En estos tiempos de recuperación, de regreso a los buenos tiempos, es necesario creer en que todo es posible. No será fácil ni rápido, tengámoslo por seguro. Es bien sabido que los primeros pasos no te llevan a donde quieres ir, pero sí te saca de donde estás. Y para lograrlo, háganle caso al personaje, hay que creer en la diversión como pócima mágica.
Vistos los dos últimos años en los que el concurso de ambientación y disfraces de locales de hostelería y comercio de Bilbao, el Barnaval –qué digo el Barnaval, la vida alegre en líneas generales...– se guardó bajo siete llaves en el baúl de las diversiones, su regreso a la calle, con el preámbulo de la fiesta de los sombreros locos celebrada ayer en las instalaciones de Bilbao Centro, se festejó por todo lo alto. Había sonrisas por el reencuentro y suspiros por la liberación. La cita, organizada por Arturo Trueba y su Ría del ocio, celebraba su XXIX edición. Como si hubiese sido la primera: había, hay, ganas de brindar por lo que sea. Y así se hizo.
Fue un encuentro singular, chiripitifláutico y cachondón, si se me permite decirlo así. Había que acudir tocado con un sombrero. El más llamativo fue, sin dudarlo, el de Josune Carranza, quien llegó a la cita con un sombrero formato pamela que parecía diseñado para el hipódromo de Ascot, donde la vieja Inglaterra mantiene vivida su tradición. El sombrero de Josune recreaba a una planta roja abierta en flor. "Es toda una floritura", comentaba con gracia la pintora Sara Odriozola, quien lucía un bombín fabricado en Picadilly Circus. Los presentes pudieron, incluso, regodearse en una suerte de mapa político donde se escenificaban las grandes potencias del mundo. El ya citado Arturo Trueba llevaba un sombrero de ala ancha de cowboy (EE.UU.) mientras que Txupo Sanz, quien fuera decano de la Facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU, vestía con un traje de soviet tocado con un gorro ruso de piel, sin kalashnikov, eso sí (Rusia) y Jorge Aio, gerente de Bilbao Centro, lucía una suerte de guanmao, tan propia de la dinastía Qing (China).
Llevó las riendas del encuentro Gontzal Azkoitia y durante la ceremonia tomó la palabra Alberto Ruiz de Azua, director del área de Igualdad, Cooperación, Convivencia y Fiestas de Bilbao. El gestor se congratuló con la posibilidad de retomar la senda de las celebraciones e insinuó que tras los carnavales y la Semana Santa se tomará una decisión para Aste Nagusia 2022. Están preparadas ya no pocas infraestructuras y solo falta por comprobar la evolución de la pandemia. Les escucharon con atención el fotógrafo Miguel San Cristóbal, Ana Álvarez (Tonific Bilbao), Elena Marsal, Belén Rodríguez Yufera, Nekane Ramírez, acompañada para la ocasión por Oscar Villalón Blas y Andrea Bustos, de Zurealde; Marino Montero, Janire Torvisco; la presidenta de la Asociación de Comerciantes del Casco Viejo, Rosa Pardo, Alejandro Olabarria, Olga Zulueta, Jujo Ortiz, Begoña Castaño, Julia Diéguez, presidenta de Deusto Bizirik; Iker Urkidi, Eugenio Behal, Ana Trueba, Beatriz Terreros, Juan Carlos Puente y tres de las personas (Laura Gutiérrez, Alba Martín y Julen Soto al aparato...) encargadas de organizar un certamen que este año tendrá dos versiones, presencial y/o audiovisual. Todos ellos disfrutaron del encuentro y ya echan cuentas: diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno... ¡Carnaval, carnaval!
Bilbao Centro acogió la fiesta de los sombreros locos, antesala de la celebración de la 29 edición del Barnaval tras dos años de ausencia
El concurso de ambientación y disfraces de locales de hostelería y comercio de Bilbao regresa con ánimo cachondón