San Mamés siempre será la casa del Athletic, pero ese sábado el club vizcaino se la alquiló a Leo Messi. Fue apenas por un lapso de hora y cuarto, pero el futbolista no necesitó más para meterse en el bolsillo a las más de 15.000 personas que abarrotaron el primer anillo del estadio rojiblanco. Desde que la selección argentina llegó a Bilbao para preparar la Finalissima que le enfrentará el próximo miércoles (20.45 horas) a Italia siempre ha recibido el cariño de los seguidores; pero lo vivido este sábado en La Catedral fue algo más. De hecho, hasta el momento los de Scaloni se habían ejercitado en Lezama, por eso incluso los jugadores se sorprendieron de la respuesta de la afición cuando abrieron para ellos el estadio bilbaino. Pero San Mamés es fútbol hasta cuando no juega el Athletic. Así, que algo se estaba cocinando en La Catedral se intuía desde los aledaños. La salida de metro más cercana expelía muchas más personas de las habituales, pero las camisetas que estas portaban no eran rojiblancas. Blaugranas, albiazules e incluso del PSG. Pero todas con el mismo nombre al dorso: Messi.
Porque Argentina trajo grandes nombres. Jugadores consagrados como Correa, Dybala o Di María y diamantes que piden paso como Lautaro Martínez, Rodrigo de Paul o Nicolás González. Pero su estrella, el sol sobre el que la selección gira, es Leo Messi. El 10 de la albiceleste fue la atracción de la tarde. El imán que atrajo todas las miradas y todos los aplausos. Por eso, cuando los jugadores argentinos saltaron al césped de San Mamés, puntuales a las 17.00 horas, el único nombre que coreó La Catedral fue el suyo. Da igual qué ejercicio realizara -carrera continua, rondo o remates a centros laterales-, da igual las individualidades de cada aficionado -hombre o mujer, nieto o abuelo-; todas las gargantas enrojecieron con Messi. De hecho, por momentos parecía que los 15.000 seguidores que se acercaron a San Mamés no lo hicieron para ver al capitán argentino, sino para adularle y adorarle. Pero también es cierto que fue la primera vez que la afición athleticzale pudo ir a La Catedral a ver al 10 sin miedo a sufrir sus virguerías y, sobre todo, sus goles.
Porque la última vez que Messi pisó el verde de San Mamés fue el día de Reyes de 2021, en un encuentro que el Athletic comenzó ganando gracias a un tempranero gol de Iñaki Williams (minuto 3). Sin embargo, los leones terminaron claudicando ante el buen hacer del delantero argentino, que firmó los dos goles postreros del Barcelona para terminar con un 2-3.