Dicen que el Campeonato Mundial de motonáutica es el Dakar del agua. Que es una de las pruebas más exigentes de mar. Y es que, al igual que su homóloga del desierto, aúna resistencia, orientación, pericia y suerte. Mucha suerte. De hecho, la prueba consiste en encadenar puntos de control virtuales y secretos lo más rápido posible, GPS y localizador en moto, mientras el piloto invoca a lo sagrado para evitar averías y golpes. Es decir, igual que en el Dakar; pero en alta mar, con olas de un par de metros y a 140 kilómetros por hora. Así fue el Mundial que el mes pasado se disputó en Palma de Mallorca. Cinco durísimas etapas, más de cien kilómetros por jornada y una alerta naranja que picó el Mediterráneo hasta hacerlo casi infranqueable. Fue un campeonato inclemente y agotador, pero del que resultó ganador Andoni Gutiérrez. El piloto abadiñarra se alzó a lo más alto de un podio al que también se subió el durangarra Lander Cortazar, que terminó tercero. "Estoy muy contento porque llevábamos varios intentos de estar ahí arriba. Ganar esta prueba es complicado porque tienen que darse muchos factores, físicos, de mecánica... Pero esta vez todo se ha puesto de nuestra parte y lo hemos conseguido", se congratula Gutiérrez.
De esta forma, a pesar de que la motonáutica de resistencia es una modalidad dominada por franceses y americanos, Bizkaia se ha destapado como toda una potencia. Así pues, aunque el actual campeón del mundo prefiere rebajar expectativas, reconoce que "no se nos da nada mal": "Parece una coincidencia que dos vizcainos estén ahí delante en el Mundial, pero no lo es. Es cierto que muchos pilotos rompieron en la prueba y otros no pudieron asistir; pero a nosotros se nos dio muy bien. Es muy complicado acabar en competiciones como esta, así que terminar delante del todo es la hostia". De hecho, ahora el título mundial descansa en sus vitrinas, pero Gutiérrez nunca tuvo claro que el campeonato llevaría su nombre: "No me esperaba ganar porque, aunque creo que sí tenemos nivel para ganarlo, siempre nos pasaba algo. Al final este deporte depende de muchos factores, máquina, piloto y mar". Y fue precisamente el mar y sus condiciones las que le encumbraron como ganador. Porque en las primeras etapas el Mediterráneo se mantuvo tranquilo, en su línea; y Gutiérrez se quedó un poco atrás en la clasificación. Sin embargo, una alerta naranja pintó de negro el agua, la enfureció. Y allí el abadiñarra se salió. "Venimos del Cantábrico, por lo que todo se puso a nuestro favor y lo he disfrutado un montón. Al final esto consiste en ir lo más rápido que puedas y no perderte; y luego son en este tipo de condiciones marítimas donde se hacen notar los pilotos", argumenta.