Con cerca de 170 clues de lectura fácil diseminados por los tres territorios históricos, Euskadi es, después de Catalunya, la comunidad autónoma que ha logrado un mayor avance en el desarrollo de esta iniciativa de inclusión y democratización lectora que nació en los años setenta en los países nórdicos. El reto sigue estando en apostar por la edición de materiales didácticos, literarios e, incluso, administrativos que ayuden a ese cerca de 30% de personas con dificultades lectoras o de comprensión lectora.
¿Como surge la idea de editar El Intruso en el código?
—La verdad es que la adaptación de El Intruso es un ejemplo colaborativo muy novedoso y estimulante. En el Taller Gallarreta de la Zona Minera, en el que se forman y trabajan personas con discapacidad intelectual, tuvieron noticia de que se iba a reeditar la novela de Blasco Ibáñez que está basada en las condiciones de vida de los mineros de Gallarta y del entorno y de la industrialización en Bilbao y la ría. Pensaron que era una pena que ellos no pudieran leerla y planteaban si no se podría hacer una adaptación para lectura fácil. Cuando nos lo comentaron, nosotros contactamos con el museo y les explicamos en qué consistía la lectura fácil y les pareció muy adecuado porque la inclusión representa un valor fundamental dentro de su labor divulgadora del patrimonio y la historia minera. Entonces, gracias a una ayuda económica de la fundación, La Caixa hemos conseguido poder publicarlo.
Antes de profundizar en este proyecto en concreto, ¿de qué hablamos exactamente cuando decimos lectura fácil?
—Esta iniciativa se basa en el principio de la democracia lectora y la integración social a través de la lectura, la lectura fácil como una vía que permite enriquecer la calidad de vida de las personas con dificultades de lectura o de comprensión lectora. Un colectivo amplio, que incluso en países desarrollados puede alcanzar al 30% de la población, y que está necesitado de un fondo de materiales específicos para poder disfrutar de la lectura, tener acceso a la cultura y derecho a la información como el resto de ciudadanos.
¿Existe conciencia social para entender esta demanda?
—Hay gente todavía que piensa que lectura fácil es lectura para niños o lectura tipo audio libros, los confunden con otras cosas, pero, bueno, en Euskadi no nos podemos quejar porque después de Catalunya es la comunidad con mayor desarrollo a nivel del Estado y a nivel de bibliotecas y librerías empieza a haber un número significativo de agentes involucrados. Aquí hemos tenido un problema gordo con el euskera, porque cuando llegó la lectura fácil a Euskadi solo disponíamos de libros en castellano e incluso algunos traducidos del catalán porque hay muchísimos más y en euskera no había ni uno. Hubo que buscar autores y autoras vascas que escribieran en lectura fácil o empezaran a traducir a euskera los que ya existen. Ahora mismo, en catálogo tendremos poco más de veinte títulos y eso no es nada.
¿Cuándo y dónde nace este movimiento inclusivo?
—El concepto y evolución de la lectura fácil tiene su origen en la década de los setenta en los países nórdicos. En España, nace en 2002 con la Asocciació Lectura Fácil en Catalunya, único territorio donde se ha desarrollado de forma intensa hasta el momento. Ante el vacío existente en la Comunidad Autónoma Vasca en torno al concepto, Lectura Fácil Euskadi-Irakurketa Erraza se crea en 2012, para cubrir ese déficit e instalarse como centro de información y referencia de iniciativas en torno a esta herramienta.
¿Quiénes son los destinatarios primordiales?
—Se trata de un conjunto muy heterogéneo en el que se encuentran desde personas mayores, personas con discapacidades intelectuales y trastornos del aprendizaje, afaxia, dislexia, personas sordas de nacimiento o con sordera precoz, autistas, inmigrantes, etc.
¿Cómo conectan Lectura Fácil Euskadi y Talleres Gallarreta?
—De una manera muy sencilla, puesto que el taller, se une a Lectura Fácil Euskadi en 2014 para promover la cultura. Son, por tanto, unos veteranos en esto y cuentan con su propio club de lectura fácil grupal donde, poco a poco, van completando el catálogo de obras disponibles en castellano, unas 300 actualmente. Por eso es una gran noticia la publicación de El Intruso en lectura fácil, que es el primero que edita el Museo Minero, engrosará el catálogo general de la asociación y permitirá a los lectores de Gallarreta acercarse a la obra de Blasco Ibáñez como antes han podido hacer con los autores clásicos.
¿Imagino que estarán encantados en el Taller Gallarreta, no?
—Por supuesto. Son gente muy activa y con gran cantidad de ideas y proyectos. Así, ya nos han comentado su idea de poder hacer sesiones del club de lectura fácil en el propio museo minero e incluso hablan de plantear rutas guiadas por los escenarios y parajes que aparecen en la novela de Blasco Ibáñez.
¿Habrá una versión en euskera?
—Esa sería nuestra aspiración porque nos permitiría cerrar el círculo de esta interesante novela que se acababa de reeditar en formato tradicional, y ahora se ha hecho en lectura fácil en castellano. Precisamente, uno de nuestros problemas es que aún hay pocas editoriales que apuesten por este tipo de libros porque las personas con dificultades lectoras o de comprensión no son la clientela habitual y eso pesa.