Muchas personas aspiran a tener una bonita sonrisa con unos dientes blancos, pero cuando esto deja de ser un deseo y llega a convertirse en una obsesión, puede poner en peligro la salud bucodental. Se llama blancorexia y se trata de una adicción que genera importantes riesgos para la salud.
Los dientes sanos no son totalmente blancos, sino que presentan un tono marfil. En la niñez, las piezas dentales tienen un tono más blanco debido a que los dientes de leche tienen menos dentina, que es de color amarillento. Después, su color va a depender en gran medida de la genética y de los hábitos del día a día: el consumo de sustancias como el café o el tabaco, determinadas medicinas o la calidad de la higiene bucal harán que los dientes tengan una tonalidad más o menos oscura.
La obsesión por conseguir unos dientes cada vez más blancos puede llevar a la persona a exponer con frecuencia su dentadura a tratamientos agresivos, sin un control médico y sin importar las consecuencias, llegando a poner incluso en peligro sus piezas dentales.
Las personas que tienen blancorexia no tienen una percepción real del color de sus dientes y siempre tienen la sensación de que sus piezas son oscuras. Además, tienen expectativas poco realistas de la tonalidad que pueden alcanzar con un tratamiento de blanqueamiento dental. Esta condición, totalmente psicológica y subjetiva, puede llegar a afectar negativamente la autoestima del paciente.
Uno de los signos de alarma de la blancorexia es cuando al paciente no le satisface ningún tratamiento y los solicita de forma reiterada, muchas veces sin ningún control odontológico.
Entre las causas de la blancorexia destaca el bombardeo publicitario de productos milagro para blanquear los dientes, el deseo de imitar a los famosos que lucen unas dentaduras muchas veces excesivamente blancas y poco naturales o la falta de información sobre los peligros que entraña el blanqueamiento dental sin estar supervisado por un profesional.
Blanqueamiento sin supervisión
La mayor parte de los blanqueadores dentales contienen sustancias como el peróxido de hidrógeno o el peróxido de carbamida y se aplican mediante férulas. El uso de estas sustancias sin ningún control por parte de un especialista puede causar un rosario de problemas bucodentales si se aplican de forma reiterada y excesiva.
Algunos de los perjuicios que puede ocasionar la blancorexia son: hipersensibilidad dental, irritación de las encías, gingivitis, alteraciones en la percepción del sabor, pérdida o desmineralización del esmalte dental, necrosis pulpar e incluso pérdida del diente.
Siempre es posible conseguir unos dientes con una tonalidad más clara y limpia llevando a cabo un tratamiento de blanqueamiento dental para el que el especialista tendrá en cuenta factores estéticos que los blancoréxicos pasan por alto. En otras ocasiones, las carillas estéticas son la mejor opción para obtener unos dientes bonitos.
Consejos para evitar la blancorexia
- Ser realistas. Debemos reconocer que los dientes excesivamente blancos que lucen muchas celebrities no son naturales, puede que tampoco sanos y además no favorezcan demasiado.
- No abusar de los tratamientos. No hay que somenterse a tratamientos sin respetar los plazos que indique el especialista. Lo recomendable es dejar pasar entre uno y otro unos cinco o seis años. No abusar de ellos, ya que las sustancias blanqueadoras son agresivas y utilizadas con más frecuencia que la recomendada pueden dañar la dentadura.
- Desconfiar de los productos-milagro. La mayoría de estas soluciones no son seguras.
- Huir de los remedios caseros. Pueden ser peligrosos o contraproducentes. Uno de los más utilizados es el bicarbonato sódico. Es un producto abrasivo y su uso para blanquear los dientes puede dañar el esmalte y la encía.
- Acudir a un experto en estética dental. Los tratamientos de blanqueamiento dental han de ser seguros y tienen que estar supervisados por un odotólogo.
Además del blanqueamiento con férulas, que el paciente suele realizar en su casa siguiendo las pautas del odontólogo, en las clínicas odontológicas se emplean, además, otras técnicas. Es el caso del láser o el blanqueamiento por luz fría que activa las sustancias que se aplican sobre la dentadura y el tratamiento se combina con el uso de productos en el domicilio, siempre bajo la supervisión del dentista, lo que resulta más eficaz y evita efectos secundarios indeseados.