LA nomenclatura de BMW induce a error. El X1 no es la más pequeña de sus creaciones SUV; ese rol lo desempeña el X2, 14 centímetros más corto. En realidad, los modelos de su gama crossover aumentan de tamaño generación tras generación. De hecho, la tercera del X1 es comparable a la primera del X3 por tamaño y capacidad; nunca por desarrollo tecnológico. En ese aspecto, el recién llegado se beneficia de los múltiples avances en esa materia, y también en el diseño. Así que parece, más bien, una réplica a escala ligeramente reducida de sus mayores. Esa circunstancia lo convierte, por tanto, en un candidato a considerar por quien busque un automóvil de prestigio con aptitudes familiares, talla media y plenas garantías. BMW lo vende con seis motorizaciones: dos térmicas convencionales (gasolina de 136 CV y diésel de 150), dos microhibridadas (gasolina de 170 y diésel de 163) y dos híbridas enchufables (245 y 326 CV); a comienzos de año llega la variante 100% eléctrica. La tarifa oficial exige al menos 42.700 euros.
El X1 es un producto crucial para la casa bávara, porque protagoniza una de cada cinco ventas. Este año generará unas seis mil de las cerca de treinta mil matriculaciones con las que la firma cerrará el ejercicio en el mercado español. El X3 y el Serie 1 no alcanzarán las cuatro mil operaciones, el X2 rondará las tres mil, cota a la que difícilmente llegará el Serie 2. El Serie 3 y el Serie 4 van a estar cerca de las dos mil unidades, no así el X4. La lista sigue con el X5, que congrega más de 1.500 fieles, y ya más lejos el X6, el Serie 5, etc.
Así se entiende el esmero que BMW dedica a la reedición del modelo. El renovado X1 aprovecha la plataforma de la entrega anterior y reproduce su configuración (motor delantero en posición transversal y tracción delantera o integral). Eso sí, cambia casi todo lo demás. Lo hace para asemejarse a sus hermanos el X3 y el X5. Comienza aplicando el mismo discurso estético que les confiere una inconfundible mezcla de robustez y elegante sofisticación. La completa haciendo acopio de casi todos los recursos tecnológicos posibles, muchos de los cuales requieren desembolsos suplementarios.
El modelo despeja toda duda sobre su origen por medio de un poderoso semblante presidido por una parrilla casi cuadrada con los ‘riñones’ de BMW, a la que escoltan unos delgados faros con tecnología led. El nuevo X1 exhibe una silueta más esbelta, pasos de rueda muy perfilados, tiradores enrasados y un alerón prolongando el techo.
Esta última entrega es apreciablemente mayor. Añade bastantes milímetros a todas sus cotas, comenzando por la eslora, que ocupa 4,5 metros (53 mm más que su antecesor); tiene 1,845 metros de anchura (24 mm más), 1,642 de altura (44 mm más). El incremento de la distancia entre ejes (suma 22 mm para alcanzar 2,67 m) y la mayor anchura de vías contribuyen a fomentar la habitabilidad, el confort de marcha y las evoluciones dinámicas de este coche, capaz de acoger a cinco adultos con equipaje (540 litros de maletero).
El nuevo diseño, que confiere al conjunto un indiscutible empaque, sugiere una fortaleza que es compatible con una ligera pérdida de peso (35 kg) y con una aerodinámica más eficiente. Esto redunda en consumos y emisiones inferiores, superior autonomía y mayor aislamiento acústico. BMW ofrece en el modelo una definición inicial básica, que puede enriquecerse con dos líneas opcionales, la X Line y la M Sport.
La concepción interior también ha sido reconsiderada y pone énfasis en la digitalización. En consecuencia, el X1 sale de fábrica provisto de una gran pantalla táctil curvada que engloba cuadro y multimedia; puede controlarse por voz a través del asistente personal inteligente de BMW. Posee un tablero de instrumentos estilizado con finas salidas de aire, así como un reposabrazos flotante que integra el selector del cambio, el control del volumen del sonido y varias funciones más del sistema. La bandeja situada en la parte inferior de la consola central admite la opción de carga inalámbrica para teléfonos.
No obstante, el fabricante premium alemán ha incrementado las dotaciones de serie del modelo. Incluyen ahora climatizador automático doble, volante deportivo de cuero, sistema de navegación, asistente de aparcamiento con cámara de marcha atrás, y control de crucero con función de frenado y sistema de aviso de colisión frontal (también detecta el tráfico que se aproxima al girar a la izquierda, así como a peatones y ciclistas cuando se pretende girar a la derecha). BMW ofrece paquetes complementarios y opciones como iluminación ambiental, techo solar panorámico de cristal, sistema de sonido Harman Kardon, faros led matriciales con iluminación inteligente, amortiguación adaptativa con gestión electrónica, etc.
El muestrario del modelo plantea media docena de posibilidades motrices, distribuidas en tres niveles. Todas ellas van asociadas a transmisión automática Steptronic de doble embrague y siete relaciones, con opción de montar levas en el volante. En el escalón básico aparecen las versiones térmicas convencionales: sDrive 18i, cuyo motor tricilíndrico rinde 136 CV, y sDrive 18d, que entrega 150. El nivel inmediato propone interpretaciones ‘mild hybrid’, sDrive 20i (170 CV) y xDrive 20d (163 CV y cuatro ruedas motrices), merecedoras de etiqueta Eco por su capacidad para atenuar el gasto y las secuelas contaminantes.
Por ese mismo motivo, las nuevas variantes superiores híbridas enchufables reciben la credencial medioambiental Cero. Estas declinaciones PHEV combinan un bloque a gasolina de tres cilindros, encargado de accionar las ruedas delanteras, con otro eléctrico que, alimentado por una batería de 14,2 kWh, mueve las traseras. En función del rendimiento de este segundo motor (110 o 177 CV), la potencia conjunta alcanza 245 CV en un caso y 326 en otro. Ambas variantes híbridas recargables en la red pueden cubrir hasta 89 km en modo totalmente eléctrico.