Bonsáis, el cultivo del arte en la tierra

En el extenso mundo de la horticultura, un arte milenario ha capturado la imaginación de aficionados y expertos por igual: el cultivo de bonsáis, esas minúsculas obras maestras vegetales que capturan la esencia de árboles centenarios en una fracción de su tamaño natural.

El arte ancestral de cultivar bonsáis tiene sus raíces en la historia y cultura asiática. La palabra ‘bonsái’ proviene del japonés, donde ‘bon’ significa bandeja y ‘sai’ se traduce como planta o árbol. Esta combinación, ‘árbol en bandeja’, encapsula la esencia misma del arte del bonsái, en el que la maceta o el recipiente es tan importante como la propia especie que se esté cultivando.

Pero si bien la palabra bonsái proviene del japonés, los orígenes del bonsái se remontan a la antigua China, donde se desarrolló el arte del ‘penjing’, que significa “paisaje en bandeja” y que consistían en cultivar árboles en macetas para crear representaciones en miniatura de paisajes naturales. Con el tiempo, esta práctica se difundió a Japón, donde adoptó el nombre de “bonsái”.

Un bonsái recibe luz natural en el interior de una vivienda. Freepik

Simbolismo del cultivo del bonsáis

Con la práctica de esta disciplina, el cultivo de bonsáis adquirió un significado simbólico muy concreto en las sociedades chinas y japonesas. Así, por ejemplo, en China, los árboles en miniatura representaban la inmortalidad y la conexión con lo divino y, según la tradición, aquellos que podían conservar un árbol en maceta tenían asegurada la eternidad. Por su parte, en Japón, fueron los monjes budistas quienes desempeñaron un papel crucial en la difusión y evolución del arte del bonsái, por lo que pronto se ligó el arte del bonsái al budismo zen y a la filosofía de contemplación y tranquilidad y, estos árboles en miniatura se convirtieron en símbolos de armonía, paciencia y respeto por la naturaleza.

Además de su significado espiritual, los bonsáis también estaban asociados con el estatus social y estuvieron fuertemente vinculados al poder y la nobleza. De hecho, durante el período Edo en Japón (1603-1868), mantener bonsáis era una muestra de riqueza y sofisticación y tanto señores feudales como samuráis competían para crear los bonsáis más impresionantes, lo que dio lugar a una competencia ferviente por la maestría en esta disciplina.

En el arte de cultivar bonsáis la elección de la maceta tiene tanta importancia como la especie que se cultiva. Freepik

Biología y técnica

El cultivo de bonsáis implica, por un lado, una profunda comprensión de las necesidades biológicas de los árboles y, por otro, implementar un enfoque artístico en la creación de su forma y estructura.

De esta manera, es esencial conocer la ciencia de la horticultura, que incluye entre otras técnicas el podado de ramas y hojas para mantener la forma y el tamaño deseado y conseguir un crecimiento más compacto, el alambrado, para guiar el crecimiento de las ramas y así poder crear formas estilizadas, el trasplante periódico, para proporcionarles nutrientes frescos y un espacio adecuado para crecer a la vez que se retiran las raíces viejas y la defoliación de las hojas, para fomentar el crecimiento de nuevas y más pequeñas hojas y crear esa ilusión de miniaturización.

Aunque el conocimiento de las técnicas de horticultura sea básico, el cultivo de bonsáis es un equilibrio delicado entre esta ciencia y el arte de la estilización, y los expertos en bonsáis desarrollan un ojo agudo para la estética y la forma, mientras aplican un conocimiento profundo de la biología vegetal. Por eso, cada bonsái se entiende como un testimonio único entre la interacción de la humanidad y la naturaleza, y su legado perdura como un arte que trasciende el tiempo y las fronteras.