El alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrell, ha asegurado que la UE "tiene que abordar un proceso de rearme si quiere estar a la altura de los desafíos que tiene", y ha abogado por la coordinación entre países para lograr hacerlo de forma armonizada.
En un diálogo este viernes en Barcelona con el director del CIDOB, Pol Morillas, ha sostenido que la guerra en Ucrania ha servido a la UE para darse cuenta de que hace falta este rearme, aunque ha añadido que la Unión también tiene "otros desafíos" en el mundo.
Ha explicado que la industria europea de defensa está trabajando a plena potencia para reponer el stock de armas que se han destinado a Ucrania, y ha apostado por pensar en la capacidad defensiva del conjunto de la Unión: "Si eso lo hace cada país por su cuenta va a ser un despilfarro de recursos", ha avisado.
No ve posible que vaya a existir un ejército europeo, pero ha destacado que se debe avanzar para hacer que la fuerza militar europea sea más potente, ya que considera que "ahora no lo es", y también ha asegurado que no es suficiente con tener el paraguas de Estados Unidos, porque habrá conflictos en los que los norteamericanos no querrán entrar, tras lo que ha mencionado el Sahel.
Carrera armamentística
El jefe de la diplomacia europea también ha subrayado que Europa "no se embarcará en una carrera armamentística" con la guerra de Ucrania, y ha añadido que la UE es un proyecto de paz y no una alianza militar.
"Queremos tener capacidad de coordinación de nuestras fuerzas armadas, pero no tenemos que hacer una OTAN europea", y ha sostenido que se debe reconstruir el sistema de seguridad europea como ocurrió con la OSCE al acabar la guerra fría, pero ve difícil hacerlo ahora mismo sin saber cómo acaba la distribución de poder dentro de Rusia.
Borrell cree que es muy pronto para pensar en cómo serán las relaciones con Rusia después de la guerra con Ucrania, y ha advertido de que cabe la posibilidad de que el conflicto pueda "no terminar sino congelarse como en Corea" y que se cronifique con un alto al fuego y una línea de frente.
Ha lamentado que Rusia no admite a la UE como un interlocutor, sino que está más cómoda hablando por separado con los países, pero ha asegurado que las sanciones europeas serán un elemento fundamental en la negociación con Rusia, por lo que considera que la UE debe estar en la mesa de negociación de un orden de seguridad: "No aspiro a llevar la voz cantante en unas negociaciones que permitan el alto al fuego", ha reconocido.
Evitar la dependencia de China
Con respecto a las relaciones con China, ha afirmado que serán inevitablemente muy complejas, pero ha defendido que "hay que evitar que la interrelación se convierta en dependencia", ya que considera que es el error que ha cometido la UE con Rusia y su dependencia energética, algo que se está corrigiendo ahora, ha añadido.
Borrell ha afirmado que con China la batalla de narrativas es cada vez más importante y decisiva, tras lo que ha señalado que estas contiendas "no se ganan bombardeando territorios, sino bombardeando las mentes y condicionando la forma en que la gente piensa".
"La competencia con China hay que hacerla en lo ideológico y en lo fáctico. Si solo es ideológica eso conduce a una confrontación, que no va a ser buena para nadie, o a un impas, a una falta de cooperación", ha alertado, y ha subrayado que los problemas como el cambio climático no van a poder resolverse sin cooperar con China.
Borrell ha sostenido que la UE está en política exterior como estaba en política monetaria antes del euro, ya que está en una fase de hacer algo en común pero no en tener una política exterior única.
Ha puesto como ejemplo las inversiones en América latina, donde la "masiva presencia de inversión europea no se corresponde con la influencia política que debería tener", y considera que esto es a consecuencia de la fragmentación de la política exterior a la que ningún Estado va a renunciar, ha puntualizado.