La Real volvió a ganar en Cádiz. Lo hizo con naturalidad, como quien estuviera acostumbrado a hacerlo a pesar del evidente cambio de condiciones en el sur en agosto. Es cierto que hoy en día, la Liga obliga a que todos los terrenos de juego presenten el mismo aspecto, algo que se debe respetar y celebrar, pero también lo es por ende que los realistas simplemente cumplieron con los pronósticos. En un escenario normal, hoy en día la diferencia entre los dos equipos es muy grande. Es más, los blanquiazules pudieron y debieron vencer de forma más holgada en el marcador, pero al igual que el curso pasado, solo explotaron la infalible receta de cerrar a cal y canto su portería y agarrarse a la mínima ventaja que les concedió un buen tanto de Kubo mediada la primera parte. El jugador japonés no ha tardado en demostrar que una cosa es esperar en el Madrid y otra aterrizar en la Real. Y si no, que se lo pregunten a Martin Odegaard, que fue quien le marcó el camino...
El Cádiz demostró que tenía perfectamente estudiada a la Real, pero en uno de los pocos errores que cometió en una transición ofensiva, Brais recuperó la pelota, Kubo trazó una línea recta hacia el marco que Merino no tuvo problemas en interpretar para servirle un balón en bandeja que convirtió en gol tras controlar con la zurda y culminar con la derecha.
La Real jugó cómoda en ventaja y no tuvo excesivos problemas para mantener el marcador. Incluso pudo y debió aumentar su renta para vivir un plácido final de duelo pero no atinó en la finalización de las jugadas. Un problema que se arrastra desde el curso pasado y que confiemos que se consiga erradicar cuanto antes, porque calidad hay de sobra en el plantel.
Imanol se decantó por su innovador 4-4-2, con Aritz como gran novedad en la defensa, lo que señalaba sin lugar a equívocos a Gorosabel como uno de los jugadores cuya pretemporada no le ha gustado (la realidad es que el amarillo Zaldua hubiese sido titular si llega a seguir en la Real) y con Kubo arriba, con libertad de movimientos, como escudero de Isak. Una posición parecida a la que le sitúan en su selección y que hace justicia a las mejores prestaciones que ha acreditado por dentro esta pretemporada, más que en banda. El resto fueron los esperados, con el centenario Zubimendi al mando de todas las operaciones en lugar de Illarramendi, que se las prometía muy felices después de no haberse perdido un entrenamiento en toda la pretemporada. La elección del sistema, aunque lo ocultase el día de sus dos últimos amistosos, seguro que tuvo bastante relación con uno de los primeros grandes éxitos del rombo el curso pasado, cuando el Cádiz cayó vapuleado en Anoeta por 3-0 sin enterarse de la que le estaba cayendo encima con el cambio de dibujo txuri-urdin.
El Cádiz esperó a la Real
Como cabía esperar y suele ser habitual, el Cádiz esperó a la Real en su campo para protegerse y tratar de que no desplegara su fútbol habitual, y lo cierto es que logró minimizar los daños en una primera parte en la que salieron fuertes intentando hacer sangre en el improvisado lateral derecho en el que Aritz comenzó perdido y sin energía. Lozano le ganó una disputa y su disparo lo detuvo Remiro.
La Real no tardó en hacerse con el control del partido, aunque sin excesivo brillo ni contundencia. A los 17 minutos, Merino dio el primer aviso al cabecear alto un córner botado por Kubo. La pareja realista fue de largo la que desniveló la contienda y la que puso por delante a su equipo en el 24, después de una buena recuperación de Brais, que dejó de cara a Merino para que asistiera a Kubo quien tras bajarla con la zurda superó a Ledesma con la derecha. Lo más difícil ya estaba hecho. A los tres minutos, una mala salida de Remiro estuvo a punto de costar el empate pero el disparo de Fali lo salvó con todo el mérito del mundo Merino. Poco más antes del descanso, salvó un disparo de un voluntarioso Silva que detuvo Ledesma.
Por cierto, Díaz de Mera, el del oído fino en la roja de David Silva el año pasado, no pitó un penalti claro sobre el canario, que desde luego superó con creces la categoría de penaltito al ser derribado dentro del área.
Control y posesión
En la reanudación, la Real se asentó en el campo para desplegar el fútbol de control y posesión que tanto le gusta, sobre todo en ventaja. Entre otras cosas porque va desgastando el físico de su rival mientras persigue sombras. Jugando en campo rival, Merino cabeceó fuera un centro de Aritz, Silva desperdició dos muy buenas opiniones y Rico se encontró con un paradón de Ledesma en un voleón desde larga distancia. Mientras, todos los caminos al área de Remiro estaban perfectamente controlados y tapados.
Sin que el Cádiz generara ni la más mínima ocasión de marcar, a pesar de sus continuos centros al área que generaban la lógica incertidumbre, en los últimos minutos Cho desperdició dos opciones clarísimas para sentenciar la contienda. En la primera hizo todo bien salvo variar el rumbo de su carrera para separarse de Karrikaburu, que le seguía de cerca, y poder asistirle para que anotara a puerta vacía. Su disparo lo desvió el heroico meta local. Y en la segunda, tras un gran pase del navarro, no logró superar en el uno contra a uno a Ledesma. A incidir en que Alexander Isak sigue sin estar cerca de su mejor nivel, al pasar absolutamente inadvertido por Cádiz. No participó en ninguna ocasión de peligro. Es pronto y el mercado está abierto, lo que no es fácil, pero que no olvide que todo lo bueno que pueda conseguir será gracias a lo que ha logrado y vaya a conseguir con la txuri-urdin.
Primer partido y tres puntos. Algo que nunca se había logrado con Imanol en el banquillo. Se firmó además con suficiencia, como el que sabe que es mucho mejor que su adversario y acaba plasmando su superioridad sin dejarse puntos que a la larga provocan dolores de cabeza.
Con la victoria se afronta la visita del Barcelona con una motivación superior y sin apuros. Si caen en Anoeta, ya estarán a cinco puntos. Así estamos y así empezamos. Sin tregua.