Reducción del aire acondicionado, uso de bombas de calor y paneles solares, desplazamientos a la oficina en bicicleta, coches eléctricos o teletrabajo son algunas de las medidas que ya han puesto en marcha las instituciones de la Unión Europea para ahorrar energía y que podrían ser imitadas por los ciudadanos para depender menos del gas ruso.
Los países de la UE han aprobado, en tiempo récord, la propuesta de la Comisión Europea (CE) de reducir un 15% el consumo de gas de cara a un posible corte total del suministro por parte de Rusia este invierno. Un porcentaje que países como España, acogiéndose a excepciones, podrán reducir a la mitad, pero que inevitablemente implica un esfuerzo por parte de los ciudadanos y de la industria europeos para ir poniendo fin a la dependencia de los combustibles fósiles que llegan desde Rusia y de los que son consumidores sobre todo Alemania y otros estados centroeuropeos.
Para reforzar esa estrategia, el Ejecutivo de la UE aprobó el pasado abril una iniciativa para que la institución alcance la neutralidad climática para 2030, sentando un “buen ejemplo” de acción climática corporativa. En concreto, el plan prevé que la Comisión reduzca sus emisiones de gases que causan el efecto invernadero en un 60% frente a los niveles de 2005, para lo que ha puesto en marcha medidas específicas inmediatas como unos medios de transporte para viajes de trabajo que emitan menos emisiones (por ejemplo, el tren frente al avión), o incentivar el uso del transporte público, la bicicleta o caminar para trasladarse a la oficina. Otra medida con la que la CE quiere dar ejemplo es la adaptación de sus edificios, principalmente en Bruselas y en Luxemburgo, aislándolos mejor, instalando sensores de luz o aprovechando sus tejados para situar paneles fotovoltaicos.
Más videoconferencias, flexibilidad laboral y digitalización son otras de las apuestas; la Comisión asegura que ya ha reducido el gasto de papel en las oficinas en un 71 % y, el de agua, en un 58 %. La CE confía en que estas medidas contribuyan a su objetivo y asegura que compensará cualquier emisión restante través de absorciones de carbono.
El parlamento, pionero
El Parlamento Europeo se ha propuesto la misma meta de neutralidad climática para 2030 y viene compensando desde 2016 sus emisiones irreducibles de carbono. El traslado cada mes de Bruselas a Estrasburgo de más 700 eurodiputados, sus asistentes y personal de la institución para la sesión plenaria es uno de los principales retos climáticos a los que se enfrenta la institución, que no obstante destaca que ya ha reducido sus emisiones globales de carbono en un 65% hasta 2020. El porcentaje de producción de energía local en los edificios de la Eurocámara a partir de bombas de calor, cogeneración y paneles solares, en comparación con el consumo total de energía del Parlamento, es actualmente del 18%.
A la vista de la crisis energética generada por la guerra de Ucrania, la institución ya adoptó en mayo medidas adicionales como la reducción de la calefacción, el aire acondicionado o la iluminación en sus edificios, respetando los límites legales.
Asociaciones de consumidores
Apoyo a las medidas restrictivas
Hogares. Las asociaciones de consumidores europeos creen que ayudar a ahorrar energía podría “suavizar” el golpe de la crisis energética y, también, contribuir a reducir las emisiones de carbono y la dependencia de Europa de “regímenes autocráticos”. “La Comisión ha hecho lo correcto al proponer planes de ahorro de gas porque el riesgo de escasez este invierno es muy real. Aunque los Estados miembros han suavizado la propuesta de la Comisión, este acuerdo es un paso en la dirección correcta”, dijo a Efe la responsable de política energética de la Organización de Consumidores Europeos (BEUC). Sí dejó claro que, en caso de que haya cortes de gas este invierno, es importante que “se dé prioridad a los hogares”.