Cultura

Burning hizo arder Doña Casilda

El mítico Johnny ofreció una lección de rock y soul contagioso, eléctrico y emocionante con una formación de 9 miembros que incluyó una sección de metales
Burning, pioneros del rock´n´roll estatal, todavía son capaces de hacer arder un escenario

Burning, pioneros del rock´n´roll estatal, todavía son capaces de hacer arder un escenario tras casi 50 años de dedicación a la música. En principio desubicado en el escenario de Doña Casilda, el grupo, recuperado por Johnny Cifuente, su único miembro original, y en un formato de súper banda, con percusiones y metales soul arrebatadores, demostró que está en una magnífica forma, su resilencia frente al paso del tiempo y el acoso modas como el reggetón, y la perviviencia de clásicos como Es especial, Jim Dinamita, Como un huracán, Mueve las caderas o Una noche sin ti.

Confieso que el escenario elegido para el concierto, en el que no faltó el sirimiri y se inició con apenas 300 personas, no nos pareció el ideal para una banda con tal peso e historia. ¡Qué hace un grupo como Burning en un lugar como La Pérgola, un escenario propio para músicos ya amortizados y que sobreviven graias al peligroso sentimiento de la nostalgia! Se nos olvidó desde el inicio, cuando Johnny –gafas de sol negras hasta de madrugada y logo del grupo en el pecho– rescató en el inicio a Jim Dinamita, uno de esos personajes marginales ya míticos que pueblan sus canciones, envueltos siempre en follones porque “donde Dios no existe, ahí reino yo”.

El sonido cortaba con un cuchillo eléctrico, fiero y aguerrido, y el público, curtido y veterano, no el habitual del escenario bilbaino, hizo caso a Johnny al cantar No pares de gritar. Imposible no hacerlo. “No pares, dame más”, entonaba Johnny, alternando el micrófono principal con el ajustado sobre su órgano con el logo de Burning cosido a fuego. Los fantasmas de Pepe Risi, su fallecido pero inmortal guitarrista, y el del Richards se colaron con los riffs del policial Bestia azul, con la formación ampliada con un percusionista y un efectivo trío de metales soul alocada y conjuntada, sonriendo y haciéndonos sonreír.

Allí no había ni una de las estrellas de la canción Coge la onda, ya que el sirimiri, que sorprendió a Johnny (68 tacos), hizo acto de presencia ante la tormenta sónica, “al filo” del rock y el soul, que nos cayó encima. En la onda y rescatando varios temas de su último disco de estudio, el muy notable Pura sangre, el ya caliente noneto hasta se permitió colar un tema reciente, Algo está ardiendo –los corazones haciendo bum bum bum–, el único publicado desde la recuperación de la banda en 2022 tras el intento del cantante y teclista en solitario. Ahí fue cuando tras recordar al musico getxotarra y colega Iñigo Coppel, habló de la razón de ser de su vida: la misión de “salvar esta música sagrada y maravillosa que es el rock´n´roll”.

Un huracán

Ya habían mostrado su orgullo de barrio al recordar su origen en La Elipa madrileña cuando el pura sangre pasó del galope al trote con Como un huracán, himno subrayado con un solo de saxo descomunal a lo Clarence Clemons. Ese tema ya no es “de los dos”, sino colectivo, un volcán emocional que sonó con ecos country y que el músico dedicó a “aquellos que no están con nosotros”. El público respondió coreando el verso “y tú no estás”.

Burning, pioneros del rock´n´roll estatal, todavía son capaces de hacer arder un escenario Jose Mari Martínez

El huracán eléctrico con el que Burning arrasó Doña Casilda contó como jefe de filas de Johnny con el guitarrista y corista Nico Álvarez, un todoterreno curtido en múltiples formaciones, La Frontera incluida. Su mástil echaba fuego y su pierna se convulsionaba y daba patadas al lado del bajista Mac Hernández, el del grupo televisivo de Buenafuente, especialmente en el tema Todo a cien, con la máquina blues y rock engrasada como la de los Blues Brothers, con el que enfiló una recta final difícilmente repetible por un grupo de rock en castellano.

Un trago de cerveza y Johnny inició el aluvión de clásicos con Qué hace una chica como tú en un sitio como este, con un duelo inolvidable de la pareja de guitarristas y fraseos a lo Lou Reed. El “mujer fatal” del coro unánime resonó como un trueno. Allí no había ya problemas, solo electricidad cortante, chulería desbordante y “sentimientos al aire”. Tu y yo. Burning y sus fieles. Ellos tocándose el corazón, jactándose de lo que “mola venir a Bilbao” y citando a “los tronkos” en el Casco Viejo, para “tomar unos chupitos” mientras sonaba esa caliente, caliente No es extraño que tú estés loca por mí –“de rodillas, por detrás, es como te gusta a ti”–, solo incendiario de saxo incluido.

Johnny, nervioso, preguntaba la hora para comprobar si entrarían los himnos que aún restaban. “No te pierdas lo mejor”, cantó en Muévete en la oscuridad. Y, sí, acabó llegando. Cayó Esto es un atraco, el “del baldeo y la recortá”, su versión pop tan pop como stoniana de Es especial con sus “yeah yeah”, y un bis que inició sin apenas abandonar el escenario y que nos dejó Mueve tus caderas, nuevamente “adelante y atrás”, y la que es, para muchos, su canción fetiche, el baladón Una noche sin ti, en el que Johnny recordó a Risi y su teclado sonó limpio en el agur.

“Os llevamos aquí, en la patata”, le oímos, tan emocionado y feliz como el público, que volvió a casa feliz, pensando en los Stones, el viejo blues y el “queridísimo Eric Burdon”. No menos lo es el Johnny, un ‘animal’ en forma, querido, respetado y admirado, un pura sangre rockero que en su bolo festivo de hora y media, de lo mejor de las fiestas y con un aforo que al final llenó la carpa y aledaños, demostró que a su misión, la de salvar al rock´n´roll, le quedan muchos años y escenarios por delante. Recuerdos del pelo largo...

27/08/2023