Navarra

Calle Jarauta: el lugar al que volver en San Fermín

Es la calle para nostálgicos, para sanfermineros de vocación y para la fiesta pura y dura. Jarauta, que durante el año se apaga por la desidia municipal, llega San Fermín y se quita las telarañas para convertirse en la calle más jaranera del Casco Viejo,
Todo preparado ayer para acudir a la Plaza de Toros, a las seis de la tarde, en la calle de las peñas por autonomasia tras caer una buena tormenta.

En apenas 340 metros, a la calle Jarauta le caben 10 bares, 7 peñas sanfermineras y 5 sociedades gastronómicas. Eso ahora, porque, antaño, aún más, los bares se contaban por decenas en la Jarauta y los chiquiteros la pateaban sin descanso, y, todavía más, en los años 80 y los 90, se llevó de calle a la juventud pamplonesa. Tanto relumbrón ha hecho que Jarauta sea todavía, para muchas generaciones pamplonesas, el lugar al que volver, siempre, pero más aún en San Fermín, y, más todavía, cada 6 de julio. Porque a pesar de que Jarauta languidece, y se cuentan por decenas las persianas que han caído definitivamente, en fiestas nadie le ve las telarañas ni se percata de la mugre de sus escaparates abandonados. Es, simplemente, una de las calles, igual la que más, de la fiesta pamplonesa por excelencia.

Algo así tuvo que ser que en la Jarauta naciera El Tuli, el primer pamplonés que lanzó el chupinazo por votación popular (en el nº 81), y, mucho antes, en 1853, Remigia Echarren, la funambulista que atravesó el Arga sobre una cuerda; o que el gitano Sabicas, el genio de la guitarra, también fuera jarautero (vivió su infancia en el 69) y a mucha honra. Y que haya incluso una charanga con santo y seña Jarauta 69, que desde hace más de 4 décadas sigue siendo el rey, o la reina, de los bailes a pie de calle, en San Fermín y en la fiesta de San Lorenzo en agosto. Tal nómina de célebres atesora esta querida calle pamplonesa que los jarauteros de cuna la llegaron a elevar a la categoría de avenida de Jarauta. Por eso, esta calle es parada obligada, y en San Fermín más.

La peña Anaitasuna en procesión hacia la plaza Fotografía Unai Beroiz/Iñaki Porto/M.S.

No para todos. Daniel Lanao coge el montante antes del 6 de julio y hasta el 16 no aparece. Él es el propietario de la Peluquería Lanao, que fundó en 1939 su padre, y en la que él le relevó en 1997. “Cierro desde 1999, por San Fermín. Antes te tenían más respeto, pero ahora no se puede”, explica mientras le corta el pelo a Rubén Castillo. Daniel Lanao se considera un superviviente en medio del desierto en que se ha quedado Jarauta, comercialmente hablando. Apenas quedan él, la tienda de discos Dientes Largos, los tatuajes y dos ultramarinos más... Para estos Sanfermines, Lanao ha vuelto a proteger la fachada con tablones de madera, por lo que pueda pasar en la bacanal fiestera: “Las protejo porque, o me las rompen, o me las llenan de graffitis”.

Unos metros más adelante, dos históricos de Jarauta, Ramón García y Fausto Blásquiz, cumplen estos Sanfermines 31 años en el Giroa, el bar que arrendaron y que antes se llamaba Rocío. El Bar Giroa es uno de los históricos, junto al Katu, de la calle Jarauta. Y la gente lo sabe, y vuelve cada año. “El 6 de julio, se trabaja bien, pero el resto ha caído mucho la noche”, explica Ramón, quien añade que estos días se bebe y en grandes cantidades. “Un 6 de julio, salen 12 o 13 barriles de cerveza de 50 litros” de su barra. Por eso refuerzan plantilla. “Estamos 2 de normal y en Sanfermines duplicamos personal”. Antes el Giroa formaba parte de la ruta sanferminera de Jarauta, que componían, además de las peñas, bares de marcha nocturna como el Zulo, el Viana, el Lacalle, el Katu, El Pamplonica, el Deportivo, el Jarauta, el Saikoba o el Zagit, y de los que la mayoría ha desaparecido. Por eso tiene su gracia volver al Giroa. porque allí suena mucho rock & roll, salsa y la Bilirrubina de Juan Luis Guerra, mexicanas para desgañitarse y hasta Abba, “que siempre nos lo piden”. Y porque allí vuelven los de siempre. “Ahora, la última hora de la tarde y primera de la noche es cuándo más se trabaja”, desde las 8 de la tarde a la 1 de la madrugada.

Las trombas de agua no amedrantan a los socios y socias un día 7 de julio Fotografía Unai Beroiz/Iñaki Porto/M.S.

En uno de los chaflanes más privilegiados, entre Jarauta y Descalzos, echó a andar en plena pandemia de 2020 el bar más joven de la calle, con nombre random: El perro verde. Naroa Mendaza, socia del establecimiento, está estrechamente ligada a Jarauta por parte materna. “Toda la familia de mi madre, Imelda, es de Jarauta”. Y eso influyó en que se lanzara a la aventura de emprender en la calle Jarauta y en un lugar que quedará en la memoria olfativa de muchas generaciones, porque allí, en el que antes fue el Urricelqui, se cocinaban los riñones más famosos de Pamplona. “Me acuerdo que las planchas se sacaban hacia fuera y olía toda la calle. Entonces, Jarauta tenía mucha vida”. Algo así vuelve a repetirse cada 6 de julio: “Es la locura, es la calle a la que volver para los de 30 y pico y para los de 40 y pico”, una calle “para nostálgicos”. El Perro Verde, especializado en comidas (las carrilleras son su plato estrella) quita las mesas el 6 de julio y cada noche de San Fermín para dejar hueco al bailoteo: “Mucha música de siempre y la sanferminera”.

También pinchará de lo lindo el txun txun de las peñas este año Eduardo Olóriz, que coordina la barra de la Peña El Txarko, Eduardo, camarero de formación y socio de la peña, ha podido este año unir sus dos aficiones: “Estoy muy contento de esta oportunidad. Yo soy el responsable y el resto son socios y socias que hacen turnos de barra”. El Txarko tiene una ubicación privilegiada en Jarauta, ya que es la primera y siempre está llena: “En los cuatro primeros días, calculamos que vamos a sacar 90 barriles de cerveza”. Fácil.

Daniel Lanao (en la foto con Rubén Castillo) cierra hasta el 16 de julio. Fotografía Unai Beroiz/Iñaki Porto/M.S.

09/07/2023