Camino al Txindoki, el Cervino vasco, con Aitziber Garmendia

Con la fantástica compañía de la actriz de cine, teatro y televisión, la zaldibiatarra Aitziber Garmendia, subimos uno de los más icónicos montes de Euskadi, el Txindoki. Sus casi 1350 metros emergen como punta de lanza en el Goierri gipuzkoano. Sera con total seguridad la cima más frecuentada en toda la sierra de Aralar.

DATOS PRINCIPALES

· Kilómetros: 10,15 km

· Desnivel positivo: 955+

· Duración: corriendo 2:30h / Caminar - correr: 3:15h / Senderismo 4:00h

DESCRIPCIÓN 

Enclavado en el parque natural de Aralar se encuentra esta espectacular montaña que hoy vamos a ascender acompañados de la actriz Aitziber Garmendia. Curiosamente, a pesar de ser la montaña más conocida y seguramente ascendida de todo el parque no es la que más metros tiene, por ejemplo, Gambo con 1.413 metros o el techo, como es Irumugarrieta con sus 1.430 están por encima.

Pero Txindoki, con 1.346 metros tiene algo que engancha; igual ser morada de la diosa Mari influye, o el paisaje, la tradición, su parecido con el Cervino... En definitiva, tiene algo que hace que sea la más visitada por los montañeros. Realmente, siendo fieles a la montaña, Txindoki no es su nombre, sino Larrunarri. El nombre de Txindoki lo toma de una txabola que se sitúa al este de la cumbre, en terrenos de Amezketa.

Arrancamos la ruta desde Larraitz, y podemos dejar el coche en el parking habilitado o al lado de la ermita que rinde culto a la Virgen de los Remedios, a la cual, según dicen las leyendas, se le atribuyen virtudes milagrosas. El inicio es cómodo por una ancha pista de tierra y piedra pequeña que hace que nuestros primeros pasos sean seguros y firmes. Aitziber y yo nos tomamos con humor todo esto mientras lidiamos con el fortísimo vendaval que cada poco rato golpea nuestros cuerpos con virulencia.

Llega un momento de respiro cuando entramos en un sendero más estrecho que permite resguardarnos ligeramente y que el viento no nos azote de manera tan fuerte. Previamente hemos atravesado por la ladera para evitar ir haciendo eses por la pista, pero ahora ya nos metemos de lleno en las faldas de Txindoki.

Es un tramo donde vamos ganando altura con facilidad. Al ir tranquilos, aprovechamos para charlar entre los dos. Entre confidencias de música, de si somos más de monte o urbanitas, también hablamos, como no podía ser de otra manera, del cine, del teatro y de todo lo que mueve el mundo de nuestra invitada en la ruta de hoy. Así llegamos a a un portillo de madera, el cual cruzamos.

Aitziber se sincera conmigo y me dice que cree que hoy no va a ser el día que consiga ascender hasta la cima. Una inoportuna lesión en la pierna hace que vayamos con cuidado, pero yo le digo que solo estar aquí merece mi admiración. A pesar de ser de muy cerca, de Zaldibia, confiesa que no ha subido nunca a Txindoki, e incluso bromea con ello diciendo que es la vergüenza del pueblo.

Tras pasar por el portillo entramos en una zona que nos ofrece todavía más protección contra el viento. Se trata de una plantación de pinos. Según salimos de ellos, al fondo a la derecha vemos la figura del Gaztelu. Este monte le trae muy buenos recuerdos a Aitziber, ya que de pequeña subía junto con la familia. Justo cuando llegamos a la famosa fuente de Oria Iturri acabamos nuestra subida por las molestias de su pierna.

Por delante nos quedaría ascender una empinada senda con roca que nos conduce a un vallado de madera con un paso canadiense. Ahí el terreno se modifica por completo, pasando de ser sendero con tierra a un camino herboso que asciende en dirección a las bordas de Zirigarate. Ya se vería la cima de Txindoki, por delante previamente llegaríamos al collado de Zaldiarrate y posteriormente a otro, el de Egurral. En este punto coincide con otra subida que bordea la montaña por la otra vertiente y que también nos conduciría a Larraitz.

El ‘balcón’ de Gipuzkoa

Un último repecho nos hubiese separado de la ansiada cima. Este tramo final lo marcan muchos senderos que van atajando el camino principal, lo que ha provocado mucha erosión en esta parte. Respetemos el camino principal, aunque perdamos unos pocos minutos; no debería haber tanta prisa. Finalmente hubiéramos llegado al buzón y a la cumbre del denominado, en los días de buena visibilidad, balcón de Gipuzkoa.

Al norte tenemos el ondulado terreno lleno de caseríos hasta el mar, y por detrás, al sur, el resto de Aralar con sus cimas más altas. Todo esto nos ofrecen las impresionantes vistas desde aquí, casi nada. Para bajar podríamos haberlo hecho bien por la ruta que hemos ascendido, desandando nuestros pasos, bien por el otro camino que, como se ha indicado, parte del collado de Egurral. Mientras descendemos desde casi la mitad del Txindoki, lugar donde nos hemos dado la vuelta, creemos que hemos tomado la mejor decisión, tanto por las molestias de Aitziber como por el ventoso clima que hubiéramos tenido si hubiésemos continuado con la ruta en dirección a la cima.

Llegamos a Larraitz y aprovechamos un parón en la fonda allí situada para, con un caldo, hacer la promesa de volver en otro momento y terminar lo que este día de hoy hemos iniciado, que no es otra cosa que hacer cima en Larrunarri. Tenemos que quitarnos esta espina tanto Aitziber como yo. Es un monte que a todo aquel que le guste la montaña y al que no le apasione también, debe ascender por lo menos una vez en la vida.

El parque natural de Aralar bien merece de una visita, ya sea para recorrer sus senderos a pie de monte, para degustar sus productos en las fondas de la zona y como no, para ascender al Txindoki entre otros maravillosos montes que tiene.