El jefe del Servicio de Cirugía Pediátrica del CHN alcanzó en abril el millar de intervenciones, con su ONG Hope&Progress, en Senegal y Gambia. Ya prepara la expedición número 28, "casi al 100% navarra"
El despacho de Carlos Bardají delata que algo trama fuera del Complejo Hospitalario de Navarra. No hay hueco para más embalajes en un cajón de sastre que solo cobra sentido a 5.000 kilómetros de distancia. Instrumental; vaporizador de gases, bisturí eléctrico, batas, guantes con o sin látex, medicamentos; pomada y broncodilatadores, antihipertensivos, nebulizadores y, "lo más interesante", analgésicos no esteroideos: el Ibuprofeno en jarabe.
Hasta aquí nada ajeno a un hospital. Si no fuera por la leche en polvo, bridas como para precintar medio Senegal –"son importantísimas"–, golosinas, matasuegras, rotuladores, frascos para hacer pompas de jabón, botas de fútbol, camisetas y un proyector que emplea en las clases de formación. "En cada expedición llevamos 600 kilos, aquí solo hay una parte. No tenemos un duro, pero tenemos muchos amigos, gente buena", reconoce después de hacer inventario el jefe del Servicio de Cirugía Pediátrica del CHN. "Nuestra mayor necesidad es una ambulancia básica puesto que tenemos que llevar a los niños operados en moto a sus casas".
Foto de familia de la última campaña, en Sant Louis, con 70 intervenciones.
Bardají es mozo de almacén, transportista y patrón de una singular agencia de viajes. Oficios que desempeña para su ONG, Hope?ogress, y que en abril le permitieron alcanzar las 1.000 operaciones en 27 expediciones a Senegal y Gambia, 14 logísticas y 13 operativas. "No conozco a nadie que, sin vivir allí y a base de expediciones relámpago, haya operado a 1.000 pacientes pediátricos, empezando en 2012. Y mi idea es seguir, evidentemente. Esta cifra me estimula". A sus 67 años, de la jubilación no quiere oír hablar. "Cada vez me implico y me gusta más mi trabajo". Tiene cuerda para rato.
Mamadou se recupera tras la operación más compleja en África: tumor torácico que invadía la pared costal y salía del tórax.
El origen
Tarragona, años 90
Niños saharauis
Mucho antes de que el contador se pusiera en marcha en Senegal, Carlos ya operaba fuera de su horario habitual. Mediados los 90 ejercía como jefe de servicio en el Hospital Juan XXIII de Tarragona, y aprovechaba las visitas veraniegas de niños saharauis. "Empezamos a hacer un puente aéreo. Yo iba, reclutaba y luego los traíamos". Carlos visitaba colegios en los campamentos de refugiados, y si por ejemplo tenían 1.000 alumnos, una simple exploración física le daba para 200 operaciones. "Testículo que no baja, hernia, fisuras... Luego hacía una criba e intentaba que esos fueran los niños que venían de vacaciones en verano a España".
Con el nuevo siglo pensó en "dar el salto para operar ya en algún hospital de allí". Tiempo después conoció a Gabriel Navarro, dentista que tras pasar por Burkina Faso planeaba nueva aventura en Senegal. "¿Por qué no te vienes conmigo?". La pregunta encendió la mecha. Carlos llamó a Irune, su anestesista de cabecera, "una mujer con una valía inmensa. Le dije, 'coge una maleta, mete los fármacos habituales, jeringas, sueros, yo llevaré guantes y el instrumental'... y nos tiramos a la piscina casi sin agua". Se apuntó una de sus hermanas, abogada de profesión, "porque también viajaba su hija, que estudiaba 1º de Medicina y solía venir a verme operar. Fíjate qué cuarteto más extraño ", se ríe.
El cuarteto creció: "Funcionó muy bien y en los años sucesivos decidimos duplicar el número de cirujanos para operar en dos mesas, y la expedición pasó a ser de unas 15 personas". Una expedición al año con una mesa, luego una expedición con dos mesas, dos expediciones con dos mesas en cada una... "y el año bueno, en 2019, hicimos tres expediciones de dos mesas". Una campaña con 84 intervenciones. Más expedicionarios, expediciones, mesas y más territorio conquistado, primero ampliando áreas de Senegal y después en la vecina Gambia, donde comenzaron a operar en 2017.
Bintou, lactante afectado de labio leporino, con su madre tras la operación.
Con la pandemia llegó un parón hasta la 27ª expedición, con la mágica cifra de 1.000. "Yo ya sabía que iba a caer. Y las chicas, por aclamación, quisieron escoger a un chico que se había quemado la pierna con fuego, y por no vendarla en extensión cicatrizó en flexión y se le quedó pegada. Llevaba mucho tiempo sin andar, la pierna rígida, la articulación inmóvil... Dijimos, 'será este'. Y lo operamos". Tras la intervención, del otro lado de la sábana que separa la zona limpia del territorio sin esterilizar, asomaron los globos con el número 1.000. "Fue un acto entrañable, muy emotivo. Mis compañeros me regalaron un reloj y un gorro. Pero duró diez minutos, había que seguir operando".
Sin tiempo para descansar, Carlos prepara la próxima aventura. Octubre en Gambia. "Es prácticamente navarra, casi al 100%. Vienen Arkaitz, Itxaso... eso es bonito. Una expedición navarra pura y dura. Además tienen mucha ilusión. La mitad ya los tuve en 2019 y he incorporado a más gente... para hacer dos mesas, claro". Los voluntarios están "enganchados a muerte" y se pasan el año "preguntando cuándo nos vamos, cuándo nos vamos".
El reclutamiento de expedicionarios se hace por aquí y el de pacientes por allá. "Cuando voy a una demarcación, previamente tengo gente de confianza. Les doy un smartphone, durante el año me mandan fotos por WhatsApp y puedo ver un tumor en cervical, un labio leporino, alguna patología genital, hernias evidentes... le pido nombre, edad, un teléfono y le digo 'ok, lo operaré'. Y cuando voy recogiendo un buen número, ordeno por días. A mi interlocutor le digo, 'tu grupo lo vas a traer tal día a tal hora al quirófano".
Operando a dos mesas sin luz, solo con frontales.
Con ese método nutre la mitad de los pacientes de cada expedición. Para el otro 50% "allí ponemos quirófano y consulta simultánea, dos cirujanos por mesa y un 5º en consulta. De ahí sale el resto y lista de espera para la siguiente expedición". La consulta abierta "está muy bien", pero tiene un "pequeño problema". Por mucho que llenen de carteles la zona y especifiquen que hacen cirugía pediátrica, "nada de adultos, ni de medicina interna, ni problemas crónicos", la realidad es que "cuando llegamos hay una avalancha" de gente interesada en operarse. Se ven obligados a poner gendarmes en la puerta y, para huir de la muchedumbre, Carlos suele entrar y salir del despacho por la ventana.
Nuevos proyectos
Incubadoras 'low cost' y brazos ortopédicos
"Esto va a más"
Como operar a 2 mesas en una o 2 o 3 expediciones al año es poco, aunque los estatutos de la ONG Hope?ogress hablen solo de salud quirúrgica infantil, "eso puedes verlo desde distintos ángulos", explica para justificar los "subproyectos" que surgen por el camino de la cooperación, fruto de las coincidencias y las nuevas amistades. Por ejemplo, con la construcción de incubadoras low cost para todas las maternidades del sur de Senegal, "proyecto casi terminado". O la iniciativa con su amigo Andrés, ingeniero de Berlín, para hacer brazos ortopédicos para amputados en impresión 3D. "Esto va a más, está claro".
Bardají, en el CHN