Navarra

Centro de belleza Chely, con el agua al cuello en Burlada

Chely Espila Zabala, de 53 años, dejó su trabajo como administrativa para dedicarse a los cuidados estéticos en su propio negocio.

Con pérdidas valoradas en más de 150.000 euros, el centro que abrió hace 20 años en la calle San Francisco ha tenido que empezar de cero tras la riada

Chely Espila Zabala entra todos los días al centro estético que abrió hace más de 20 años con el miedo de encontrarse el suelo levantado, los baldosines de las paredes en el suelo y el moho abriéndose paso por los muebles que sobrevivieron a la riada que se llevó Burlada por delante el pasado 10 de diciembre.

"Limpiamos los azulejos como si fueran bebés recién nacidos. Sabemos que terminarán por caerse, pero ahora no podemos hacer frente a más gastos", admite la propietaria del centro de belleza, que hace ya más de dos décadas dejó su seguridad como administrativa para perseguir su verdadera vocación y montó su propio negocio.

Unos años más tarde así lo hizo también su marido Pablo Iriarte Lekunberri, que dijo adiós a su profesión de gruista para sacarse la titulación de masajista y así ampliar la oferta de servicios del centro estético de Burlada. Por último, hace diez años se unió al negocio familiar Saioa, primogénita de la pareja que demostró interés por la profesión de sus padres desde bien pequeña. "Siempre hemos apostado por el centro, que más que un negocio es nuestra casa porque es la mayor inversión que tenemos. Lo es todo", explica Chely.

Contentos con un negocio que "ha funcionado siempre muy bien, especialmente en la temporada de primavera y verano", las inundaciones que asolaron diversos municipios navarros dejaron a esta familia en estado de shock. "El río nunca había llegado a nuestra puerta, pero esta vez las cabinas del centro estaban sumergidas bajo más de un metro de agua. Parecía que lo hubieran centrifugado todo", narra.

Así, los materiales, productos y muebles del local se convirtieron en fango, y toda la maquinaria con la que ofrecen depilaciones, limpiezas de cutis y cuerpo, manicuras, masajes y otros tantos servicios quedaron también inservibles. Con una angustia que no le deja dormir, Chely tasa sus pérdidas en más de 150.000 euros, una cantidad que, a la espera del peritaje, no espera recuperar: "La inversión en los centros de belleza se hace al principio. Ahora nos han dicho que las máquinas que tenemos son como los coches, que se devalúan cada año, por lo que apenas nos quedará valor residual", lamenta.

Altruismo en estado puro

Después de 10 días cerrado, el negocio de Burlada reabrió gracias al esfuerzo de la familia Iriarte Espila, pero también de todas las personas desinteresadas que les ayudaron con las arduas labores de limpieza, e incluso aquellas que les han hecho donaciones, una ayuda que "nunca dejaremos de agradecer".

No obstante, la clave para que el centro de belleza saliera adelante han sido esteticistas y peluqueras de todo el Estado que, tras enterarse de la situación por la que está pasando Chely, han donado materiales y cedido maquinaria hasta que ésta se recupere: "Cada una ha aportado lo que tenía. Toallas, maquillaje de colecciones pasadas, camillas o máquinas que habían reemplazado y pensaban vender. Para mí estas mujeres son diosas", asegura.

A pesar de que este impulso haya sido vital, muchas de las máquinas que la riada se llevó han tenido que ser repuestas y actualmente las tienen alquiladas. De esta forma, aunque hayan restaurado casi todos sus servicios, el solarium seguirá sin estar disponible por un tiempo.

En contraposición a la colaboración altruista de las personas de a pie, Chely echa en falta la implicación del Consistorio de Burlada. "Tuvimos una reunión en la que pude exponer mi caso y lo único que obtuve de vuelta fueron excusas. Solo echaron balones fuera y miraron para otro lado como si con ellos no fuera la cosa, y algo ha tenido que pasar más allá de la naturaleza para que hayamos llegado a este punto", sentencia.

Entre el alquiler de los nuevos equipos, la compra de nuevos materiales y los gastos corrientes, Chely no está segura de si la inversión actual saldrá rentable, al menos en los primeros meses, ya que los costes van a ser mayores que los beneficios: "Con 53 años que tengo no voy a recuperar lo perdido jamás, son 20 años de inversión que han desaparecido de la noche a la mañana. Ésta era la herencia de mis hijas, y se la ha llevado el agua", concluye.

27/01/2022