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La primavera llega a Euskal Herria como un soplo de aire fresco, despertando los paisajes de su letargo invernal y tiñendo sus montes, valles y pueblos con una paleta vibrante de colores. Y es que este renacer se siente en cada rincón de nuestros territorios cuando rayitos tímidos de sol empiezan a calentarnos.
Desde la floración extensa de la vegetación, pasando por las festividades que llenan las calles de alegría, hasta los sabores únicos que trae la nueva estación, nos embarcamos en un viaje para darle la bienvenida a una época repleta de luz, aromas y alegría.

Cerezos en flor en Álava.
El despertar de la naturaleza
Nuestra ruta comienza en Karrantza, en el corazón de Bizkaia, donde la primavera se anuncia con un espectáculo efímero y fascinante, la floración de los cerezos. Las ramas desnudas se visten de una capa etérea de florecitas blancas que parecen copos de nieve suspendidos en el aire, cubriendo el valle de un manto delicado que crea una estampa de ensueño. Pasear por estos caminos, rodeados por la fragancia dulce y sutil de los cerezos, es sumergirse en un cuento en el que la naturaleza por fin susurra promesas de días más cálidos y largos atardeceres.

Vistas de Karrantza.
En territorio guipuzcoano, Donostia nos recibe con sus calles impregnadas del perfume embriagador de las magnolias en flor. En lugares como Cristina Enea y en diversos rincones de la ciudad, estos árboles centenarios despliegan su esplendor con flores grandes y sedosas que oscilan entre diferentes tonos de rosa. Sus pétalos caen por culpa del viento con una delicadeza casi poética, creando alfombras naturales que convierten nuestro paseo en un espectáculo visual.
Esto nos recuerda que la capital de Gipuzkoa tiene un aroma especial en primavera, cuando la brisa acaricia el alma y una luz única se encarga de jugar frente a nuestros ojos con los reflejos del mar, recordándonos lo efímera que es la belleza.
Nuestro siguiente destino es Rioja Alavesa, donde los almendros se encargan de romper con la monotonía invernal en una explosión de vida. Acomodados entre los viñedos, estos árboles despiertan temprano, cubriendo el paisaje de nubes blancas que contrastan con el marrón terroso del suelo. La vista se extiende en un mosaico de colores y texturas, como si la propia estación hubiese pintado a mano cada rincón de la comarca. Respiramos un aire que lleva consigo una promesa de buenos vinos y cosechas venideras, mientras el sol comienza a templar las colinas con su luz dorada.
Hacemos una parada en Navarra, donde la primavera se siente con intensidad en los valles y montes de Baztan. Al llegar a sus alrededores, observamos prados florecidos y bosques que se despiertan con un verde vibrante, al igual que ocurre con los árboles de otros lugares como Pamplona o el Valle de Etxauri. En territorio navarro, la primavera no solo se ve, sino que se escucha en el murmullo del agua y en el canto de los pájaros que regresan tras el invierno.

La vegetación florece en Navarra en primavera.
Raíces y celebración en festividades primaverales
El renacer de la naturaleza va de la mano con la energía vibrante de algunas de las festividades que se desarrollan durante la primavera en Euskal Herria. Concretamente en Navarra, hay una celebración que está marcada por esta estación del año, y es el Día de la Almadía en Burgi. A finales de abril o principios de mayo, este pueblo navarro revive una tradición en la que los almadieros (antiguos transportistas de madera) descendían por el río Esca sobre enormes balsas de troncos.
A día de hoy, esta festividad es un homenaje repleto de emoción y orgullo que, mediante un descenso simbólico, nos conecta con la historia y la valentía de aquellos que con la fuerza del agua como aliada y enemiga eran los encargados de una de las profesiones más duras y fascinantes de nuestra tradición.

Día de la Almadía de Burgui.
Por otro lado, hay otras festividades que también son representativas de la primavera. Por ejemplo, en Álava la Tamborrada de San Prudencio marca el final de abril con el retumbar de tambores y barriles, llenando con su música las calles de diferentes enclaves del territorio alavés. Además, cabe reseñar que esta tradición nació en 1975, por lo que celebra su cincuenta aniversario este 2025, lo que la convierte más que nunca en un símbolo de nuestro carácter apasionado y festivo.

Celebración de la Tamborrada de San Prudencio.
Sabores propios de esta época
Con la primavera no solo llegan las flores y las festividades, sino también los manjares más representativos de esta nueva estación. Principalmente en Euskal Herria suelen destacar las habitas, los guisantes, la borraja, las cebolletas, los hongos y los perretxikos, que se convierten en esta época en los protagonistas de los mercados y los fogones. Aunque, los productos locales más icónicos que se llevan la palma son algunos como los espárragos de Navarra, las alcachofas de Tudela o el legendario Queso Idiazabal.

Perretxikos.
En cuanto a vinos, no podemos olvidarnos de la primavera, sobre todo en Rioja Alavesa, donde la estación devuelve la vida a nuestros campos. Y es que en ellos, los frutos empiezan a crecer y serán recolectados en unos meses para elaborar grandes vinos como los que podemos empezar a disfrutar en esta temporada.