Verdadero o Falso

¿Chasquearse los dedos es malo? La ciencia tiene la respuesta

Una costumbre cotidiana, un mito persistente y un estudio que desafió las creencias populares  

Chasquearse los dedos es un hábito común en todo el mundo. Para algunos, es un gesto inconsciente; para otros, un alivio ante el estrés o incluso una especie de ritual relajante. Sin embargo, esta práctica ha sido durante décadas objeto de debate, especialmente por la creencia de que podría causar daños a las articulaciones o incluso derivar en artritis. Pero, ¿qué tan cierta es esta idea?

En la década de 1990, un médico curioso decidió poner a prueba el mito con un experimento que, si bien sencillo, resultó ser ingenioso y revelador. Su investigación fue publicada y, desde entonces, ha servido para tranquilizar a millones de personas preocupadas por los efectos de esta costumbre.

El mito de los chasquidos y el origen de la preocupación

El sonido que escuchamos al chasquear los dedos proviene de las articulaciones, en particular del proceso de cavitación. Cuando estiramos o doblamos los dedos para provocar el chasquido, el líquido sinovial, que lubrica las articulaciones, forma pequeñas burbujas de gas. Estas burbujas colapsan rápidamente, lo que genera el característico sonido.

Por mucho tiempo, este fenómeno fue asociado con un daño potencial a las articulaciones. En parte, esta idea surgió por el temor a que el movimiento repetitivo o la presión sobre las articulaciones pudiera desgastarlas, lo que llevaría a enfermedades como la artritis. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que no siempre lo que suena alarmante lo es realmente.

El estudio que desafió las creencias: un experimento personal

El médico Donald Unger, un reumatólogo estadounidense, llevó a cabo un experimento único y directo para responder a la pregunta: ¿chasquear los dedos causa artritis? Durante más de 60 años, Unger se dedicó a chasquear los dedos únicamente de su mano izquierda, mientras que evitó hacerlo en la mano derecha. Esto le permitió comparar el estado de ambas manos tras décadas de exposición al hábito en una mano y su ausencia en la otra.

La metodología era sencilla, pero efectiva. Al final de este largo experimento personal, Unger examinó sus propias manos y no encontró diferencias significativas entre ellas. Ninguna presentaba signos de artritis ni de daños articulares derivados de la costumbre. Su estudio fue publicado y, aunque informal, demostró que el hábito de chasquear los dedos no tenía consecuencias negativas en las articulaciones.

Por este trabajo, Unger fue galardonado con el Premio Ig Nobel en 2009, un reconocimiento humorístico que celebra investigaciones insólitas que invitan a reflexionar.

¿Qué dice la ciencia moderna sobre el hábito?

Además del experimento de Unger, otros estudios han analizado el impacto del chasquido en las articulaciones. Investigaciones con imágenes de resonancia magnética han mostrado que el proceso de cavitación no daña los tejidos articulares. De hecho, algunos científicos argumentan que el hábito podría incluso ser beneficioso, ya que ayuda a mantener la movilidad en las articulaciones y no se ha relacionado con un mayor riesgo de artritis.

Sin embargo, es importante aclarar que, en casos raros, chasquearse los dedos de manera compulsiva podría generar molestias o pequeñas lesiones en los tejidos circundantes, como tendones o ligamentos, especialmente si se fuerza la articulación.

El alivio psicológico: una función más que física

Aunque no existen pruebas de que chasquear los dedos tenga un impacto directo en la salud física, para muchas personas esta práctica tiene un efecto psicológico. Puede ser una forma de liberar tensión, concentrarse o simplemente relajarse. El sonido y la sensación de "liberación" pueden ofrecer una gratificación instantánea, lo que explica por qué tantas personas lo convierten en un hábito recurrente.

Mitos desmentidos, pero hábitos que perduran

Hoy sabemos que chasquearse los dedos no causa artritis ni daños permanentes, gracias a estudios como el de Donald Unger y otros avances en la comprensión de las articulaciones humanas. Sin embargo, el mito persiste en muchas culturas, alimentado por las advertencias familiares o el desconocimiento.

La próxima vez que alguien te diga que dejarás de mover las manos si sigues chasqueándote los dedos, podrás responder con confianza que la ciencia está de tu lado. Al final, como muchas otras costumbres humanas, esta práctica demuestra que nuestra relación con el cuerpo no siempre está basada en la lógica, sino en la sensación, el alivio y un poco de sonido reconfortante.

26/11/2024