'La lieja' de Evenepoel justifica para el Quick-Step buena parte de una campaña que el jumbo apuntaba a dominar
El 27 de marzo, a eso de mediodía, todos teníamos en mente una misma primavera del adoquín. Arrancaba la Gante-Wegelvem, puede decirse que el primer plato fuerte de la temporada de clásicas franco-belgas, y lo visto hasta entonces apuntaba claramente a un desenlace difícilmente cuestionable. Van Aert se había exhibido un mes antes en Omloop Het Nieuwsblad. Y a su pletórica forma se había sumado luego la del propio Jumbo Visma, con recitales colectivos en París-Niza y E3 Harelbeke. Mucho se le tenían que torcer las cosas al bueno de Wout para no dominar abril con mano de hierro. Pero se le torcieron. Vaya si se le torcieron.
contagio
Fue undécimo en la meta de Wegelvem, donde ganó el eritreo Girmay y el Jumbo jugó la baza de Christophe Laporte. Sorprendió que el propio Van Aert dejara hacer en momentos clave de la carrera. Pero un par de días después se supo que estaba infectado de covid. Adiós a Flandes y a Amstel. Duda para Roubaix. Nunca es buena noticia que una figura del ciclismo cause baja por culpa de problemas físicos. Ahora bien, tampoco se puede negar que la ausencia del belga y las incógnitas con su posterior reaparición terminaron deparando un panorama de competición mucho más abierto que el que podíamos intuir a priori. Van der Poel, Van Baarle y Evenepoel lo han aprovechado para adjudicarse los monumentos centrales del año y dibujar un cuadro de honor primaveral muy poco pronosticable. Los tres son muy buenos, pero siempre nos quedará la duda de qué habría sucedido sin contagiarse el gran favorito de la campaña.
la mala suerte
Resultaría injusto, en cualquier caso, atribuirlo todo al parón forzoso de Van Aert, sobre todo cuando en la otra gran escuadra de clásicas, el Quick-Step, venían padeciendo infortunios por un tubo. Su gran baza, Kasper Asgreen, también pasó el coronavirus en mal momento, a principios de febrero. El mismo covid dejó fuera de combate a un importante hombre de equipo como Tim De Clercq. Y, en medio de un océano de enfermedades, los patroneados por Patrick Lefevère jugaron en determinadas pruebas papeles totalmente testimoniales. El propio Asgreen, a quien se le salió la cadena subiendo el Koppenberg, fue el mejor ciclista de la manada de lobos en Flandes terminando 23º. ¿Cundió el pánico en el conjunto belga? Nunca lo sabremos con exactitud, porque la primavera ha terminado como todos sabemos: con el Jumbo Visma frustrado, con el Ineos brillantemente reinventado y con nuestros amigos del wolfpack tremendamente aliviados. Hay victorias que rentabilizan una temporada entera. Victorias como la de Remco en Lieja.
cara y cruz
De La Decana de las clásicas queda el qué y sobre todo el cómo, un ataque lejano que recordó al del mismo protagonista en Donostia, hace tres años. En el Quick-Step lo celebraron como la ocasión merecía, pero sin terminar de quitarse de encima el mal fario, personificado en Julian Alaphilippe. Accidentado sin fracturas en Strade Bianche y Flecha Brabanzona, a la tercera fue la vencida para el galo, o la gafada en este caso, y su leñazo el domingo se ha saldado con lesiones graves. Cuando le vio tirado fuera de la carretera, Romain Bardet (DSM) corrió a socorrerle, asustado por posibles consecuencias a las que ha puesto nombre. "No se podía mover. Temí que tuviera rota alguna vértebra y quedara parapléjico". Afortunadamente, el parte dejó el balance en dos costillas, el homoplato y un hemoneumotórax, lo cual tampoco es ninguna broma: Alaphilippe se cayó a las tres de la tarde, y agradeció la ayuda a Bardet en cuanto pudo utilizar su teléfono, a las dos de la mañana.
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