Una devastación inimaginable. Si una DANA de las dimensiones de la reciente catástrofe ocurrida en Valencia, que descargó hasta 600 litros por metro cuadrado en un solo día y que ha dejado más de 200 muertos, golpeara Euskadi, las consecuencias serían catastróficas. Es poco probable que las infraestructuras de contención pudieran soportar una tromba de agua de tal magnitud. Los esfuerzos en prevención, aunque significativos, se verían superados por una inundación de esta envergadura, que afectaría especialmente a a las zonas próximas al cauce de los principales ríos.
La pregunta que muchos se hacen es si podría suceder en Euskadi algo parecido a lo ocurrido hace unos días en el este y sur de la península. Bruno Ballesteros, hidrogeólogo del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), lo ve factible: “La posibilidad de que ocurra es cierta, sobre todo cuando ya ha sucedido. Recordemos las inundaciones de agosto del 83 en Bilbao. Si ya ha sucedido una vez, la pregunta sería ¿por qué no va a volver a suceder? La posibilidad existe, pero no tenemos la certeza de que se vaya a producir ni cuándo,. Eso es algo muy difícil de valorar”.
Para José Antonio Aranda, director de Euskalmet, “se trata de la misma situación meteorológica en el fondo”, aunque en Valencia el fenómeno ha sido “más intenso y con más precipitación” que el del año 83 en la capital vizcaína.
¿Soportaría Bilbao una situación como la vivida hace 41 años? José María Sanz de Galdeano, director de Planificación Hidrológica y Obras de URA (Agencia Vasca del Agua), es rotundo en este sentido. “Si cae lo que cayó en el 83, en Bilbao vamos a tener prácticamente el mismo escenario en cuanto a destrozos porque no hemos podido actuar hidráulicamente para mejorarlo”.
En Eusakdi hay, según URA, unas 100.000 personas que viven en un lugar con riesgo de inundaciones, situadas en torno a 400 kilómetros de cauce de los ríos. La incertidumbre sobre la capacidad de nuestro territorio para enfrentarse a un fenómeno de estas características pone de relieve la labor de Euskalmet, la agencia meteorológica vasca, que en coordinación con el Departamento de Seguridad y con URA establece planes para anticipar y mitigar las consecuencias de fenómenos como las DANAS.
Aranda describe el desafío de anticipar eventos meteorológicos extremos en Euskadi: “El tema de las probabilidades se estudia con una función, que es el periodo de recurrencia”. Para evaluar riesgos como lluvias intensas o caudales altos en los ríos, se analizan series de datos históricos y se establecen “periodos de retorno” para determinar eventos de distinta magnitud en intervalos que podrían ser cada 100, 500 o incluso 1.000 años. “A partir de esos periodos de retorno, se hace un cálculo y se determina cómo influirían en los caudales”, añade Aranda, utilizando el ejemplo de la desembocadura del Nervión en Bilbao, donde se calcula “cuál es el caudal que se espera que caiga de media una vez cada mil años”.
Este tipo de estimaciones, sin embargo, tienen limitaciones en Euskadi, según explica el director de Euskalmet, ya que las estaciones meteorológicas más antiguas tienen alrededor de 100 años. “Estos “periodos de retorno” son en cierto modo “ficticios”, ya que “no hemos medido ni las precipitaciones ni los caudales que han pasado por los ríos en los últimos siglos”, expone Aranda.
Este hecho dificulta la comparación de fenómenos meteorológicos actuales con los de épocas pasadas para poder evaluar, con precisión, si el cambio climático está afectando al nivel y a la intensidad de las precipitaciones y en qué grado.
Pese a esta limitación en los datos, Aranda comparte una observación importante que se va consolidando: “Creemos que vamos a empezar a ver un aumento de la precipitación”. Aunque aún no hay pruebas concluyentes que lo respalden, apunta que “cuanto más calor, más torrencialidad. Eso es lo que te dice la lógica y es lo que parece que está pasando, pero no lo puedo asegurar porque no hay datos detrás que nos lo aseguren fehacientemente”.
zonas de riesgo
Al analizar las áreas de Euskadi más propensas a fenómenos de precipitación intensa, José Antonio Aranda, director de Euskalmet, identifica las zonas cercanas a la costa como las más expuestas. Sin embargo, aclara que “eso no significa que en otras zonas no podamos tener problemas de ese tipo”, ya que las tormentas pueden afectar también a regiones más alejadas del mar, como Araba.
En Euskadi se ha elaborado un mapa detallado de las Áreas de Riesgo Potencial Significativo de Inundación (ARPSIS). Uno de esos lugares es Bilbao. La capital de Bizkaia se vería gravemente afectada si llegase una DANA extrema, como reconoce José María Sanz de Galdeano: “En Bilbao no hay todavía una solución hidráulica suficiente para evitar inundaciones como las que tuvimos en el 83. Bilbao se come la ría, entonces es muy difícil ver realmente medidas que puedan funcionar”.
En Bizkaia existen además otras zonas expuestas a estos peligros como los cursos del Nervión-Ibaizabal (Galindo, Abadiño, Iurreta, Igorre, Dima) y el Cadagua (Balmaseda, Sodupe, Alonsotegi), Butrón (Mungia), Estepona (Bakio), Oka (Gernika), y Aranguren.
En Gipuzkoa preocupan las zonas de ríos como el Urumea, Urola (Azpeitia), Oria (Tolosa) y Deba (Bergara), que junto a Andoain y Soraluze son las más propensas a sufrir inundaciones. En Araba, Gasteiz y Llodio son la localidades más vulnerables.
¿Cómo se trabaja en cada una de estas zonas para reducir el impacto de posibles inundaciones? Se realiza un análisis de la tipología y características de las inundaciones asociadas con el fin de identificar la extensión de la inundación, las vías de evacuación, las zonas con potencial de retención de las inundaciones así como otros aspectos relevantes tales como el período y puntos de desbordamiento, principales obstrucciones existentes en el cauce, insuficiencia de drenaje transversal, que permitan posteriormente definir la estrategia de actuación más adecuada.