Cultura

‘Cinco lobitos’, el ciclo vital y la herencia invisible de la familia

Su realizadora, Alauda Ruiz de Azúa, cerró el Festival Ópera Prima que entrega este sábado los premios
Alauda Ruiz de Azúa, directora de la película, junto a Luis Alegre, director del certamen.

La sencillez, realismo, cotidianeidad y el amplio abanico de relaciones que abre la película Cinco lobitos es donde radica la fuerza de la primera película de Alauda Ruiz de Azúa que el viernes presentó su premiado debut en el Festival Ópera Prima de Tudela. Cinco lobitos pone el punto final al certamen que hoy conocerá las premiadas y la historia de la maternidad de Amaia (Laia Costa), su adaptación sentimental y familiar a la nueva situación vital tiene muchas papeletas de llevarse algún galardón. Ya lo ha hecho en Málaga donde además de lograr la Biznaga de Oro, Laia Costa y Susi Sánchez fueron premiadas como mejores actrices.

El propio título, Cinco lobitos, evidencia la herencia inconsciente de las nanas, integradas en nuestra mente y se relaciona con el argumento de la película. Aborda cómo la herencia está presente en nuestras venas y en nuestra vida de forma mucho más intangible de lo que pensamos. “Hay una reflexión sobre cuántas cosas invisibles heredamos de nuestros padres sin saberlo. Una visión, tu forma de relacionarte... y te ves abocado a ese tipo de dilemas de si repetir el modelo que has tenido en casa o no”.

La obra narra cómo Amaia acaba de ser madre y no sabe muy bien cómo lidiar con la nueva situación que pondrá en peligro la relación con su pareja y cambiará también la que tiene con sus padres al tener que volver a la casa paterna. “La historia nace en mí a raíz de mi primer año de maternidad y de intentar comprender una serie de cambios de perspectiva vital que estaba experimentando y reflexionar sobre la familia y cómo te marca afectivamente”. De su experiencia trata de adentrarse en comprender qué tipo de padre o madre “vas a ser afectivamente, para lo que hay que mirar hacia dentro y hacia el interior de la familia. Cuando tuve claro el viaje emocional que quería retratar entonces empecé a gestar ya Cinco lobitos”.

Una de las claves de la película es mostrar cómo, pese a los avances sociales que han existido, la costumbre social de que la mujer se haga cargo de la crianza se mantiene, mientras que los hombres, que no salen muy bien parados en el largometraje, pueden seguir con su vida laboral. Para Ruiz de Azúa, “la película está construida en torno a dos o tres capas. Una eran las relaciones afectivas dentro de la familia y como nos marcan, pero también la de la crianza y la conciliación, algo más político y más social. En ese sentido planteo más dilemas o contradicciones, que respuestas de lo que le pasa a mi generación. La generación de los abuelos era un modelo claramente desigual, pero la mía tiene claro que no se puede aplicar ese modelo en el que los cuidados y la crianza recae siempre en ellas y les ha hecho pagar un peaje profesional o vital pero tampoco tenemos las herramientas de como se gestiona eso mejor”. De ese modo, la película refleja la paradoja de cómo sobrevivir al día a día laboral, criar a un niño y al mismo tiempo “tratar de revolucionar eso”.

Cinco lobitos atraviesa todo el ciclo vital, desde el nacimiento hasta la muerte, y en ella el espectador se ve reflejado y es una parte más de la familia, siguiendo la pregunta que la realizadora y guionista se hizo a la hora de tejer la historia, “¿dejamos en algún momento de ser hijos? Al principio pensaba que sí, pero luego te das cuenta de que siempre echas de menos un abrazo o una conversación. Hay algo de ser hijo que nunca se va”, aseguró.

La realizadora vizcaína reconoció que había tenido “mucha suerte” ya que consiguió a los actores con los que había soñado para llevar a cabo esta historia que ya ha sido vista por más de 100.000 espectadores y por la que al comienzo no apostaban las productoras. “No sé si fui una ingenua o una inocente, pero hice la carta al Olentzero y cuando llegó el momento de que me dijeron que había productora, era viable y se podía realizar mis primeras opciones eran las que aparecen en la película y todos me dijeron que sí”.

La realizadora vasca sitúa con la cámara al espectador en la intimidad de la familia “donde ocurren las discusiones, las reconciliaciones y los silencios incómodos, siendo uno más de la familia”.

06/11/2022