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Son muchos los que aprovechan los fines de semana para desconectar de la ciudad y salir a visitar rincones de nuestra geografía para disfrutar de sus actividades preferidas. Por que buscar la tranquilidad no significa necesariamente no realizar actividades de ocio que impliquen esfuerzo físico. Senderismo, esquí, bicicletas o remo pueden ayudar a relajarse tras unas semanas de frenética actividad urbana.
Entre esos lugares que nos permitirán disfrutar de la tranquilidad y el silencio de los monte, de los bosques, del agua que los recorren proponemos estos cinco valles del norte de España que resumen los mejor de los paisajes atlánticos, cantábricos y pirenaicos.
Valle de Pineta (Huesca)
Si hay un espacio natural en Huesca que recibe la visita de numerosos excursionistas es el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en el Pirineo aragonés. A pesar de esta afluencia de personas, todavía quedan rincones en los que los amplios espacios hacen que alejarse resulte fácil. Uno de ellos es el Valle de Pineta, que tiene como centro y base el pueblo de Bielsa. Y su parador nacional es uno de los alojamientos más destacados, cerca de la ermita de la Virgen de Pineta.
A los propios encantos de la capital del valle como tradicional pueblo pirenaico se une la de ser el campo base para los amantes de la naturaleza, los paseos de montaña y la aventura, que desde ella pueden hacer. Una de ellas lleva hasta el lago de Marboré. Además, también se puede visitar el circo de la Pineta, el recorrido por el río Cinca o el La Larri. Desde el Balcón, el paisaje aparece espectacular.
Valle de Cabuérniga (Cantabria)
La montaña de Cantabria también cuenta con valles y rincones que dan la oportunidad a muchos aficionados al senderismo que en sus verdes paisajes, o a veces blanco por la nieve, y permiten ver el mundo desde otras perspectiva. El Valle de Cabuérniga es uno de estos lugares. Se encuentra en la reserva del río Saja, una joya de la naturaleza de increíble riqueza vegetal con robledales y hayedos que alberga una gran riqueza faunística que tiene en los ciervos y los jabalíes su emblema.
Simplemente recorrer el Parque Natural Saja-Besaya ya basta para reconectar con la Tierra, pero subir hasta el Mirador de la Cardosa revive el gusto por la calma de la montaña. Además, los pequeños pueblos que salen al paso dan a conocer una forma de vida que durante siglos ha mantenido vivo este entorno.
Vall de Núria (Girona)
De nuevo en el Pirineo, enfilando ya hacia el Mediterráneo, se pueden encontrar en la provincia de Girona enclaves tan especiales como el Vall de Núria, al que se llega gracias a un tren de cremallera que sale desde Queralbs, en la comarca del Ripollès. El tren nació como una manera de evitar una larga caminata a los esquiadores que buscaban en Núria dar rienda suelta a su afición. También a los que acudían hasta el santuario de la Virgen de Nuria que se levantó en la Edad Media y desde entonces ha crecido y reconstruido varias veces.
El valle se encuentra a 2000 metros de altura, en el Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser, y uno de sus atractivos es el embalse que recibe a los visitantes y baña los pies de la ermita de San Gil, ermitaño que talló, dicen, la imagen de la virgen del valle. Desde este punto parten numerosas rutas de senderismo, que también se pueden hacer a caballo o en bicicleta. En invierno cuenta con una estación de esquí. En el lago se pueden practicar algunos deportes acuáticos.
Vall de Boí (Lleida)
También en el Pirineo catalán, en su parte central, se encuentra Vall de Boí, en pleno Parque Nacional de Aigüestortes y con el Estany de Sant Maurici como uno de sus atractivos principales. En este espacio articulado por el río Noguera de Tor, nace en el embalse de Cavaliers y desemboca en el Noguera Ribagorzana, se puede disfrutar de la tranquilidad y la calma que anhelan muchos excursionistas.
Este valle cuenta también con el aprecio de los amantes del patrimonio humano y de la arquitectura, pues es uno de los centros más importante en lo que a ermitas románicas se refiere. El conjunto de todas ellas ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. A la vuelta de cualquiera de los paseos se puede disfrutar de una relajada estancia en el balneario de Caldes de Boí.
Valle del Silencio (León)
En la comarca leonesa de El Bierzo se encuentra el Valle del Silencio, uno de los mejores secretos naturales de León y su denominación resume lo que se puede encontrar en él. Por eso es uno de los mejores rincones para reencontrarse con la naturaleza y adentrarse en rincones íntimos. La calma y la desconexión llegan sin sentirlas paseando por la orilla del río Oza.
Desde Ponferrada comienza un recorrido que lleva hasta el pueblo de piedra y madera que es Peñalba de Santiago. Con apretadas calles que remontan la imaginación de los visitantes hasta tiempos ancestrales en los que se vivía en mayor comunión con el entorno es el punto de partida de casi cualquier excursión que lleve hasta los montes Aquilianos, la cueva de San Genadio o la Senda de los Monjes.