San Mamés abre sus puertas con el cartel más sugestivo de lo que va de temporada. Enfrentarse al Atlético de Madrid siempre entraña una dificultad extra, Diego Pablo Simeone ha cumplido una década dirigiendo un grupo que, gustos aparte, se distingue por llevar a sus rivales al límite. En el Athletic lo saben bien, pese a que últimamente los resultados en casa le hayan sonreído ante los colchoneros. En horario idóneo para una gran cita, se prevé un ambiente enfervorizado, tanto por la identidad del oponente como por el significado de los puntos en discordia.
Y es que si faltase algún ingrediente, está el contexto: tercero contra cuarto. El Athletic cuenta con una ventaja mínima en la tabla, dato que desdice la impresión de que el conjunto madrileño no atraviesa un buen momento. Es verdad que Barcelona y Madrid se han distanciado, pero el Atlético se mantiene a rebufo, colocado, aunque sea a trancas y barrancas, sin exprimir el volumen y la calidad de su plantilla, acaso la más potente de la categoría. Dicen que disponer de tal cantidad de bazas de primer nivel para cubrir cada puesto es lo que le ha enredado a Simeone, que realiza cambios continuos, de hombres y de dibujo, sin hallar una fórmula convincente.
Sea o no así, al Athletic, que se aferra a un bloque muy definido, poco le debe importar. La idea que propugna Ernesto Valverde no constituye un secreto. Ha impulsado un estilo basado en la búsqueda de la iniciativa y el gol, hasta ahora con un balance envidiable. El plan para superar el obstáculo de hoy no será muy distinto, no tendría sentido cambios sustanciales a riesgo de sacar al equipo del carril por el que avanza firme en el campeonato. El hecho de que el martes se celebre una nueva jornada tampoco parece en principio motivo suficiente para que el técnico remueva piezas, posibilidad que seguro articula en el desplazamiento a Getafe.
Y sin embargo, no cabe descartar algún retoque en la formación por aquello de intentar minimizar el repertorio del adversario. El problema estriba en que resulta imposible saber qué alineación diseñará Simeone. De entrada, ocho de sus elementos han jugado de inicio ante Girona en sábado y el Brujas en miércoles: el portero, el cuarteto defensivo, Koke, Correa y Griezmann. Entre los que no lo hicieron: Witsel, Saúl, De Paul, Kondogbia, Lemar, Carrasco, Joao Félix, Cunha o Morata. Vamos, que el argentino no puede apelar a un déficit de efectivos contrastados. Otra cosa es que acierte en la elección y que el conjunto exhiba una intensidad que solo asoma a ratos o en días sueltos.
Ayer bromeaba Valverde cuando se le recordó que ha repetido once en las tres citas más recientes, se hizo el sorprendido. Sobre el papel, habida cuenta que Vesga lleva una racha enlazando molestias sin excesiva gravedad, que la reaparición de Dani Vivian se antoja prematura tras un mes apartado de la competición y con un puñado de sesiones con el grupo, que Herrera cumple sanción o que Balenziaga se encuentra inédito pese a acumular un par de convocatorias, se complica nombrar a quién pudiera hacerse hueco en la pizarra.
Un rato antes del inicio del partido se despejará cualquier duda, pero en principio el Athletic dispone de una estructura fiable. El suyo representa el caso opuesto al del Atlético. A Valverde le funciona lo que pone sobre la hierba, mientras que Simeone no ha hallado todavía la versión que necesita. A ver hoy.