Usted intervino directamente en el recuento de personas que se encuentran en situación de calle. ¿Con qué sensación se fue a casa aquella noche?
No sé muy bien cómo expresarla. De algún modo fue corroborar una realidad que sabemos que existe. Aunque muchas de estas personas vengan aquí para unos pocos días, es muy habitual que pasen por el Servicio Municipal de Urgencias Sociales (SMUS), por lo que disponemos de esa fotografía. Hace ocho años, cuando hicimos el recuento en la misma zona en la que estuve, en torno al Estadio de Anoeta, encontramos a una persona. Este año han sido dieciséis. Me fui a casa con preocupación por los diferentes perfiles que pudimos ver.
Cada vez más jóvenes.
Sí, jóvenes que están estudiando y que pasan la noche durmiendo en la calle. También pudimos escuchar el relato de otras, de algo más de edad, que están en otro momento de sus vidas y que probablemente necesitan atención médica. Casi todos confiesan que Donostia no es la primera ciudad a la que llegan, pero a pesar de las dificultades quieren asentar aquí su proyecto de vida.
El recuento reveló un total de 220 personas durmiendo en la calle, el doble que el recuento anterior. ¿No son demasiadas?
Claro que son muchas, evidentemente, pero estamos hablando de una realidad que un municipio, una ciudad, no puede afrontar a solas. Tenemos que ser más. Ganar en efectividad y eficacia. Se van dando pasos, pero seguimos sintiendo cierta soledad.
¿Soledad? ¿En qué sentido?
Hay que tener en cuenta el marco normativo. Existe una Ley de Servicios Sociales, que data de 2008, y un Decreto de Cartera de Prestaciones y Servicios, de 2015. Es decir, disponemos de un reglamento que regula el derecho subjetivo de toda persona a recursos en el ámbito de la inclusión y la exclusión. En 2017 se creó la mesa interinstitucional para los servicios sociales de Gipuzkoa, en la que estamos representadas las comarcas. La Diputación, Eudel, y los diferentes representantes políticos aprobamos el mapa de servicios sociales. Fue entonces cuando hicimos números.
¿Pero por qué habla de soledad?
Porque a pesar de tener constancia de las plazas que tenemos que habilitar para atender a la exclusión social, no todos los municipios han dado pasos en ese sentido. Por aquel entonces -2017- en Donostia faltaban 41 plazas: 20 en pisos de emergencia y 21 en apartamentos tutelados para personas en exclusión. Pues bien, en Gipuzkoa la cifra ascendía a 572. Mientras que en la capital no hacían falta recursos para la acogida nocturna, en el conjunto del territorio faltaban 170 plazas.
El debate abierto en torno a la exclusión
¿Y no se han dado pasos durante estos cinco años?
En Gipuzkoa faltan actualmente 381 plazas para que personas en situación de exclusión puedan pasar la noche durante el invierno. Esa cifra se eleva a 405 durante el resto de meses, de marzo a noviembre. Desde luego que son muchas 220 personas durmiendo en la calle en Donostia, pero es que faltan más de 400 plazas de atención en todo Gipuzkoa. Es algo que me da que pensar. ¿Tiene que ser Donostia el municipio que soporte la atención a la exclusión de todo el territorio? Es un error si lo que queremos es favorecer procesos de inclusión. En las reuniones de las comarcas, nadie ha dicho que haya que cambiar la ley, ni que tengan que desaparecer las plazas de exclusión. Nadie.
Más allá de ese derecho subjetivo de toda persona a ser atendida, ¿no cree que incluso puede ser una ocasión perdida desde un punto de vista laboral, utilitarista?
Es indudable que hace falta mano de obra, no solo en la hostelería, y es cierto que a la vez tenemos a esos jóvenes en la calle, con ganas de sacar adelante sus proyectos de vida. Vuelvo a insistir: 220 personas en Donostia mientras faltan 405 plazas en Gipuzkoa. Quiero subrayar que gracias a las ayudas que aprobamos para favorecer procesos de inclusión, en 2021 pudieron salir de la calle un total de 150 personas, y otras 128 más este año. Estamos haciendo un esfuerzo ingente mientras el resto no lo hace.
¿Qué quiere decir salir de la calle?
Alquilar una habitación, y disponer de un dinero para la manutención. Como pudimos ver, hay jóvenes sin techo que están estudiando y que tratan de continuar hasta que encuentran un trabajo y mejora su situación. Salir de la calle quiere decir darles la oportunidad para que inicien su proceso vital en condiciones. Dormir en una cama sin tener que estar vigilando lo que les puede pasar. Unas condiciones de dignidad mínimas.
“ ”
Un esfuerzo que, según dice, el resto del territorio no hace.
Lo están haciendo, pero a un ritmo muy muy lento. A modo de ejemplo, es muy buena noticia que el año pasado Debabarrena pusiera en marcha 24 plazas. Por algo se empieza.
¿El aterpe de La Sirena no es necesario abrirlo todos los días en invierno, como ha solicitado la red de voluntarios Kaleko Afari Solidarioak?
De entrada, no es un recurso de Servicios Sociales sino que se trata de un aterpe de juventud que tiene el Ayuntamiento. Además, por mucho que nos empeñemos, las noches de mucho frío siempre va a haber alguien en la calle. Desde hace muchos años en Donostia se ha podido constatar que a pesar de todas las plazas habilitadas, hay personas que continúan en calle, con el consiguiente riesgo para su salud a bajas temperaturas.
¿Entonces no hacen falta más plazas?
Hace falta que los municipios cumplan la ley. De la misma manera que casi todas las localidades no tienen ningún problema para disponer de un gaztetxe, tampoco lo deberían tener para habilitar este tipo de espacios. No me creo que no dispongan de los recursos necesarios. Vamos a decir la verdad. Se trata de una realidad incómoda, lo cual es tremendamente injusto. Estamos llegando a convertir en guetos algunas zonas de la ciudad.