Colin Farrell y Brendan Gleeson conquistaron Venecia por su tremendo trabajo en The Banshees of Inisherin, la primera película que Martin McDonagh rueda en Irlanda, país del que son originarios sus padres, y por la simpatía mostrada en una rueda de prensa en la Mostra de Venecia. La complicidad entre los actores y el director quedó más que patente en la presentación de un filme que compite por el León de Oro y que es todo un retrato de una pequeña isla irlandesa de comienzos del siglo XX.
Hacer el filme en Irlanda fue para McDonagh “bello y majestuoso”, especialmente esa zona de la costa del oeste de Irlanda donde rodaron porque era donde el realizador viajaba de niño para ver a su familia ya que su padre era originario de allí. “Era mi sueño”, explicó.
McDonagh escribió una historia situada en 1923 en la ficticia isla de Inisherin, un pequeño lugar en el que todos sus habitantes se conocen. Los protagonistas son Pádraic (Farrell) y Colm (Gleeson), dos amigos inseparables hasta que Colm decide que ya no soporta a Pádraic.
Lo que empieza como una película costumbrista se va transformando rápidamente en algo muy diferente, aunque manteniendo unos toques de humor surrealista que van muy bien con los espectaculares paisajes irlandeses.
Para encarnar a los dos protagonistas, el realizador de Tres anuncios en las afueras (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017) pensó desde el principio en Farrell y Gleeson, con los que ya había trabajado en Escondidos en Brujas (In Bruges, 2008).
“No puedo imaginarme dejar pasar nada de lo que escribe porque es un escritor extraordinario y siempre me conmueven profundamente emocional y psicológicamente los mundos que crea y los personajes que diseña”, dijo Farrell sobre McDonagh.
A Farrell le entusiasmó el guion desde la primera lectura y hacer la película ha sido “una experiencia apasionante que me ha llegado muy dentro”. “Estoy dispuesto a participar en cualquier tipo de proyecto con él”, dijo entre bromas con sus compañeros.
Mientras que Gleeson resaltó que hacer Escondidos en Brujas con Farrell y McDonagh fue “estimulante tanto desde el punto de vista creativo como del personal”, por lo que siempre había deseado que se pusiera en marcha un nuevo proyecto con ellos.
Por eso, 14 años después de aquella experiencia en Brujas, los dos actores aceptaron inmediatamente la propuesta del realizador anglo-irlandés, una historia que explora las relaciones masculinas.
“Para mí, el valor de la amistad entre hombres es muy profundo”, resaltó Gleeson, que considera especialmente importante que se hable de ello “en un momento en el que se están reajustando las relaciones de todos con todos”.
Y para Farrell fue esencial que la historia se ubicara en comienzos del siglo, muy lejos de la actual era de la información, un contraste entre una época pasada de conversaciones cara a cara y un presente que “nos aleja de la intimidad que se necesita para existir”.