Buenos Aires ya está de gala para que este domingo Javier Gerardo Milei tome posesión de su cargo de presidente de Argentina. A las 12.00 horas (15.00 GMT) el polémico ganador de las pasadas elecciones en Argentina jurará el cargo como presidente y recibirá el traspaso de poder de Alberto Fernández. Milei ha decidido cambiar la tradición y en vez de realizar su discurso en el interior de la cámara de las Asamblea legislativa, lo hará en la calle frente a la ciudadanía. Posteriormente, a las 14.00 horas (17.00 GMT), la fórmula presidencial y la canciller Mondino saludarán a las delegaciones extranjeras en el Salón Blanco de la Casa Rosada (sede del Gobierno).
Por la tarde, desde las 17.30 horas (20.30 GMT), tendrá lugar la ceremonia de jura de ministros del gabinete. Milei tras una extravagante campaña electoral ha optado en esta primera fase por la moderación y ha creado un consejo de ministros con miembros procedentes de varias formaciones porque ha sumado a su equipo a políticos macristas pero también peronistas.
Milei, economista liberal libertario de 53 años, que se hizo conocido por sus exabruptos en televisión, ha ido moderándose y Argentina se mantiene expectante ante lo que deparará su mandato que coincide con los 40 años de democracia.
40 años en democracia
Argentina celebra este domingo cuatro décadas de democracia ininterrumpida, después de la última dictadura militar (1976-1983). El 10 de diciembre de 1983 juró como primer presidente elegido democráticamente, tras el feroz régimen militar, Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical (UCR), quien había ganado las elecciones celebradas el 30 de octubre con un 51,7 % de votos frente al 40,1 % que obtuvo el candidato peronista, Ítalo Luder.
El gobierno militar promovió la muerte o desaparición sistemática de adversarios políticos y a finales de 1982, después de la derrota de Argentina ante el Reino Unido en la Guerra de Malvinas (abril-junio de 1982), la dictadura agonizaba.
Tras el fracaso que supuso el conflicto bélico, que dejó 649 argentinos, 255 británicos y tres isleños muertos, el entonces presidente de facto, Leopoldo Fortunato Galtieri, fue relevado por Reynaldo Bignone, quien no era integrante de la Junta militar que regía el país. Ya en ese momento anunció que habría una transición democrática en Argentina que derivaría en elecciones en 1983.
La campaña de Alfonsín se basó en transmitir una idea de paz frente a la rabia por todo lo ocurrido en esos 'años negros'. Y usó como método para sus discursos concluir con el preámbulo de la Constitución Nacional -algo que rescató el excandidato peronista, Sergio Massa, como un guiño hacia los políticos y votantes radicales con vistas a la segunda vuelta electoral, que perdió ante Milei-.
Ese 'entierro' del odio por los crímenes cometidos durante la dictadura suele señalarse como una de las claves de su triunfo, que, dos años después, derivó en el inicio del histórico juicio a las Juntas militares.
Precisamente, los crímenes de la dictadura han sido uno de los temas más controvertidos durante la campaña electoral 2023, que dio el triunfo al líder de La Libertad Avanza (ultraderecha), quien niega la existencia de la cifra estipulada por los organismos de derechos humanos de 30.000 desaparecidos por el régimen militar, y sólo reconoce 8.751.
Mucho más dura en sus afirmaciones es su vicepresidenta electa, Victoria Villarruel, quien defiende la 'teoría de los dos demonios', equipara la violencia de los grupos guerrilleros en la década de los 70 con el terrorismo de Estado durante los siete años de dictadura y ataca a los organismos de derechos humanos.
Entre sus críticas, dijo que Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, asociación reconocida a nivel mundial como referente en el activismo por los derechos humanos, era un "personaje siniestro".
Cuarenta años después, otro 'radical' estará en el Ejecutivo, ya que Milei designó ministro de Defensa a Luis Petri, quien este año fue candidato a la Vicepresidencia y que pertenece a la misma formación que el difunto Alfonsín.
No obstante, por primera vez en cuarenta años, se pone en tela de juicio uno de los pocos consensos que tenía la sociedad argentina.