Cada día recibimos un montón de mensajes en redes sociales. Vienen disfrazados de diferentes formas como publicaciones, publicidad, artículos, vídeos, fotos, humor, noticias, entretenimiento…
Además, cada vez pasamos más tiempo conectados, somos más perezosos y tendemos a pensar menos. La gran mayoría del contenido que vemos hoy en día en las redes sociales es un contenido de usar y tirar, contenido para tener el encefalograma plano. Podemos estar 30 minutos viendo vídeos en TikTok, Facebook, WhatsApp o Instagram pero ese contenido no tiene ningún valor y si nos preguntan qué hemos visto, nos acordaremos como mucho de dos o tres vídeos, pero no de los 28 restantes.
El bombardeo de contenido al que estamos sometidos, el estar cada vez más tiempo conectados a la pantalla, y que el contenido de las redes sociales esté pensado para ser consumido rápido sin ningún tipo de análisis, lleva a que los usuarios cada día seamos más fáciles de manipular. Esa manipulación puede estar dirigida a que nos decantemos a comprar algo, a cambiar nuestros hábitos de vida, a direccionar nuestra forma de pensar, nuestro pensamiento crítico o a dejar de pensar. En las redes sociales el contenido apela a las emociones más que al intelecto.
Para comenzar a tener un punto de vista más crítico, incluso al ver contenido aparentemente inocente pensado para entretener, hay una serie de preguntas que nos podemos hacer cada vez que vemos algo porque todo, todo, puede tener diferentes objetivos.
Estas preguntas nos llevarán a analizar qué estamos viendo, si hay algún objetivo o intención al crear ese mensaje y cuál es. Al principio el proceso nos llevará tiempo, pero luego formará parte de nosotros.
El proceso de análisis
1 ¿Quién creó este mensaje?
¿Fue creado por un individuo, un grupo, una organización o una empresa? Esta pregunta nos ayuda a reconocer que todos los contenidos tienen autores y objetivos. Son creados por alguien con una visión de algo, con unas vivencias y unos objetivos particulares.
Es importante comprender que se deben cuestionar tanto los mensajes que vemos, como las plataformas en las que se comparten los mensajes.
La pregunta es quién ha creado el contenido originalmente, no quién lo ha compartido. Puede ser que un amigo haya compartido algo que nos hace gracia, pero si nos dicen que ese contenido originalmente fue creado por las Juventudes Hitlerianas a lo mejor somos un poco más críticos al verlo y cuando lo vemos por segunda vez detectamos un montón de cosas que habíamos pasado por alto.
2 ¿Para qué se creó el mensaje?
¿El propósito del mensaje es informar, entretener, persuadir, alguna combinación? ¿Quién es el público objetivo del mensaje? ¿A quién va dirigido? Es importante explorar el propósito del mensaje y a quién va dirigido. Si vemos un contenido aparentemente inofensivo y luego descubrimos que originalmente lo ha creado una empresa farmacéutica que quiere vender un producto para perder peso dirigido a mujeres jóvenes, al verlo por segunda vez podemos darnos cuenta de cual es el mensaje real. El problema es que aunque no lo sea consciente, el mensaje cala.
3 ¿Quién ha pagado por crear o difundir este contenido?
¿Qué más han pagado? ¿Qué otros objetivos podrían tener? Si el contenido que vemos está promocionado, hay ver qué tipos de contenido promociona alguien para entender mejor quién es y sus objetivos. Pongamos que un vídeo promocionado nos hace mucha gracia, y al ver qué más vídeos han promocionado nos damos cuenta de que todos están pensados para apoyar las ideas de un partido político concreto. A partir de ese momento no lo veremos con los mismos ojos.
4 ¿Cómo intenta el mensaje llamar tu atención?
¿Qué técnicas se están utilizando para captar y mantener la atención? Los diferentes contenidos tienen formas únicas de captar nuestra atención y mantenernos interesados. ¿Están apelando a nuestra emoción? ¿Al humor?
¿Utilizan una persona famosa para vendernos un estilo de vida o unos valores? Muchas técnicas llaman nuestra atención sin que nos demos cuenta.
5 ¿Quién está representado en el mensaje?
¿Y quién falta? ¿De quién son los puntos de vista, estilos de vida y valores representados o a los que se apela? ¿Qué puntos de vista, estilos de vida y valores faltan? Así como todos aportamos nuestras vivencias y valores a la forma en que interpretamos lo que vemos, los mensajes o contenidos están llenos de valores y puntos de vista. Si faltan perspectivas, ¿cómo afecta eso al mensaje que se envía?
6 ¿Cómo pueden interpretar diferentes personas este mensaje?
Suele haber tantas interpretaciones de un mensaje como espectadores. Cada vez que interpretemos un mensaje es importante cuestionarnos cómo alguien de diferentes orígenes podría interpretar el mismo mensaje, ya que muchas veces lo haría de una manera muy diferente. Un mensaje concreto a lo mejor no nos afecta, pero podríamos darnos cuenta de que para alguien diferente el mismo mensaje podría ser muy dañino, manipulador…