EL acto de clausura del II Programa de Consolidación del Basque District of Culture and Creativity (BDCC) es, realmente, la apertura de una Euskadi más creativa o mejor dicho, de una Euskadi con mayor espacio para esas mentes imaginativas que siempre ha tenido. “El 10% del tejido empresarial es la industria cultural y creativa, por lo que es lógico pensar que, dentro de Euskadi Creativa, estas industrias sean un segmento estratégico y un ámbito de especialización”, explica la responsable de BDCC, Leire Ruiz de Azua.
Esa es la esencia del Programa de Consolidación, una iniciativa que nace porque, en palabras de Gotzon Bernaola, coordinador de innovación empresarial en Innobasque: “El sector tiene muchos creativos, pero hay una falta de competencias empresariales”. Tanto Ruiz de Azua como Bernaola destacan la necesidad de unir al sector “cultural” con el “lucrativo y de desarrollo”, puesto que hace un aporte significativo al PIB vasco.
Los perfiles de estas empresas, que lejos de ser diamantes en bruto, son joyas ya bien formadas, pertenecen a varios subsectores de la industria cultural y creativa. “Quien participe debe ser una persona con la responsabilidad y capacidad de tomar una decisión empresarial que involucre repensar su negocio o llevar adelante el proyecto que tiene en mente”, detalla Bernaola.
Es más, considera que “es un programa artesanal y hecho a la medida que se imparte en grupo, pero atiende de manera personalizada a cada uno de sus proyectos”. La responsable del BDCC señala que este programa se lanza para “crear” en las empresas una “hoja de ruta” dentro de la que puedan trabajar su “cooperación, disponibilidad, estrategia e internacionalización”. La ayuda del Distrito Cultural y Creativo de Euskadi, junto a Euskadi Creativa y el Creativity Network Forum, instituciones de similar perfil, permite desarrollar proyectos que pintan a Bizkaia y en general, a Euskadi, de una tónica moderna, ingeniosa y pionera en su ámbito.
Punto de inflexión
Si de la promoción de la cultura vasca se habla, Mikeldi Uribe-Etxebarria y su proyecto Loraldia deben ser nombrados. El empresario enfoca a este emprendimiento en torno a “la creación cultural en euskera y la transmisión de nuestra cultura”. Loraldia, nacida en 2015, ofrece servicios de organización en la producción de eventos, así como de consultoría, comunicación y gestión de recursos. Sin embargo, este año ha sido un “punto de inflexión” para la empresa. Utilizó el programa ofertado como “momento de reflexión” de cara al futuro y fusionó el “corazón con el proyecto de negocios”. “Hemos dado pasos diferentes pasos en la relación que tenemos con otros creadores y empezamos a darle al proyecto un sentido de empresa con otro tipo de actividades con una propuesta de valor dirigida a la creación cultural en euskera”, agrega.
La creación es precisamente el camino que siguió Natalia E. Pérez Burgos y su empresa Koalak Studios. Esta productora, previamente consolidada y con un amplio portafolio que la precede, utilizó el Programa de Consolidación como un puente para traer su más reciente lanzamiento, Stream Factory. Pérez Burgos incide en las herramientas otorgadas por el BDCC para el desarrollo de este novedoso proyecto: “Este programa nos ha ayudado a empoderarnos y a lanzarlo al mundo”. Lo define como su iniciativa “más ambiciosa hasta el momento” y se conceptualiza como una “aceleradora de talento”. “La primera de la que se tiene noticia en Euskadi. Es un espacio que vamos a ofrecer a quienes lo deseen y estará dotado de las últimas tecnologías para realizar programas streaming”, desvela.
Asegura así mismo que “la temática es variada y dependerá de lo que cada uno necesite”. Se ofrece por ello a iniciativas individuales y colectivos que, ya sean jóvenes o mayores, autónomos o instituciones, necesiten un “sitio de referencia” en donde puedan adquirir “independencia tecnológica”. También especifica que, a pesar de que serán espacios de alquiler, buscarán “la oportunidad de que hayan bonos subvencionables para aquellas personas que no puedan acceder”. Sus creadoras tienen como meta hacer de Stream Factory un proyecto rentable en un plazo de tres años y Pérez Burgos señala que desean que muchas personas alcancen sus sueños como ellas lo han hecho: “Ibai era de Bilbao y se fue a vivir fuera, ojalá que la siguiente persona que tenga ese talento se pueda quedar aquí y generar su contenido”, sentencia.
Otro proyecto participante es Re_vuelta estudio. Su creador, José Luis Revuelta, más que un lanzamiento ha hecho un completo replanteamiento de su empresa. El resultado es un despacho especializado en iluminación y diseño de interiores que desarrolla proyectos con un fuerte sentido de la identidad, basados en la revitalización del paisaje nocturno. Re_vuelta estudio ha dado una vuelta “de 360 grados”, indica su creador que destaca como su paso por el programa fue una “reestructuración” de lo que su experiencia, de más de 35 años en el sector, le había dado. “Este tiempo de autorreflexión hace que veas más clara la necesidad de dar pasos”, narra. Algo que le ha llevado a “contratar más gente, digitalizado los procesos y ahora trabajo en tres dimensiones desde el mismo momento del boceto, cosa que antes sólo hacía en la parte final”. Los medios otorgados en más de cien horas de programa hicieron de Re_vuelta estudio “una vuelta como la cabeza de un pulpo”. Sin embargo, se muestra como un proyecto aún más consolidado, moderno y acorde a la industria en la que se desenvuelve.
Otras dos empresas que brillaron en esta edición, al igual que las seis restantes, fueron Krealü y Konpartitu. La primera, dirigida por la ilustradora, Lucía Bonilla, se centra en el desenvolvimiento de relaciones saludables entre equipos e individuos, así como en el crecimiento personal. “Ha sido muy intenso porque al final tenías que incorporar esta actividad al trabajo diario”, dice Bonilla. En su proyecto, a diferencia de otros, ha sido “más quitar que agregar”. El programa la ayudó a “realmente darle potencia a los talleres” y quitar el diseño de su gama de servicios.
Una pausa para repensar
Por su parte, Juan Feijóo, fundador de Konpartitu, utilizó los tres meses intensivos para “recapacitar en cómo quería seguir” su proyecto y a “fijar una perspectiva”. Su empresa desarrolla cursos y talleres a través de una dinámica centrada en la difusión de la música y su didáctica. “Somos un sector en continuo cambio, este programa venía bien para pararte a pensar sobre ciertos procesos”, concluye.
La cultura se va colando cada vez más entre el tejido industrial del territorio histórico. Las intenciones de aquellas entidades en función de organizadores, además de la de los 16 expertos del claustro, era otorgar herramientas para el planteamiento y desarrollo ejecutivo de las once empresas participantes. Sin duda alguna, lo han conseguido. Las presentaciones de cada iniciativa hablan por sí solas, pero sus representantes, aquellas personas que se sumergieron hasta el fondo en un proceso de 112 horas de trabajo repartidas en sólo tres meses, lo hacen aún mejor.