Para los que conviven con un perro en su hogar suele costar ver cuándo nuestra mascota empieza a entrar en la vejez, cuándo sus facultades físicas empieza a declinar. Es es importante tener en cuenta las nuevas necesidades de un perro sénior para empezar a preparar la última etapa de su vida y que la disfrute en las mejores condiciones posibles.
La tercera edad
Por regla general, se considera que un perro entra en la vejez a partir de los 10 años. Pero esto es relativo, ya que la esperanza de vida de un can depende de su tamaño. Uno de raza grande vive unos 12 años y se le considera viejo desde los 9, mientras que uno de raza pequeña vive unos 18 y es sénior a partir de los 12.
Los signos físicos suelen dar pistas de que ya no es tan joven. La aparición de canas en la cara que poco a poco se van extendiendo, ya no camina con la energía de antes, sus ojos pierden algo de brillo y los párpados caen un poco... A ello se une una paulatina pérdida de los sentidos del oído y la vista.
Cuando este proceso empiece habrá llegado el momento en el que sea necesario adaptarse a la nueva realidad y cambiar cuidados y rutinas.
Modificar el ejercicio
Su energía ha bajado, ya no corre como antes ni busca el barullo, por lo que hay que adaptar el ejercicio, que no debe abandonarse, a su realidad. Las salidas serán más tranquilas y quizá más cortas.
Puede que hayan aparecido problemas de artritis, por lo que moverse será un esfuerzo. Puede que su vista u oído ya no sean tan agudos y salir de su entorno familiar le costará. Ya no perseguirá pelotas pero el juego del tira y afloja en casa pueden ayudarle. También puede ejercitarse con juguetes que mantengan activa su mente y retrasar los problemas cognitivos. La fisioterapia o nadar pueden hacer que se mantenga flexible y ejercitar las articulaciones con menos esfuerzo.
Vigilar su salud
El ejercicio es importante para su salud, principalmente para evitar la obesidad y sus consecuencias, como la diabetes, las cardiopatías o algunos cánceres.
Las visitas al veterinario deben ser regulares más allá de problemas puntuales. Un análisis anual podrá detectar problemas que no se vean. También se debe vigilar la dentadura y las encías, esmerando su cuidado con cepillados más regulares y golosinas dentífricas que eviten la acumulación de sarro.
Cambiar la alimentación
La alimentación se encuentra directamente relacionada con todo lo anterior. Al igual que un cachorro no come lo mismo ni de la misma manera que un adulto, un perro sénior también tendrá sus necesidades específicas.
De entrada, a menos gasto energético, menos calorías. A ello se une una dieta equilibrada adaptada a su realidad. Incluir complementos alimenticios, como por ejemplo ácidos grasos para evitar problemas articulares. Ofrecerles comida húmeda también les ayudará con sus problemas dentales además de prevenir la deshidratación. En el mercado hay piensos específicos para perros mayores.
Cuidados extra
Dentro de los cuidados generales que se le puede ofrecer, el principal es el de adaptar el hogar a su situación. Poner rampas en los escalones les facilitará subir y bajar, cambiar su cama por otra ajustada a su situación mejorará su confort, crear espacios acogedores y libres de obstáculos por los que moverse con seguridad son algunas de las medidas que se deberán tomar.
También van a necesitar más atención, sentirse acogidos y objeto de mimos. Estar con ellos, abrazarlos, acomodarse en el sofá para recibir caricias también son detalles que les ayudan a sentirse más cómodos.
Cinco razones para adoptar un sénior
Adquirir como mascota un perro sénior tiene ventajas que no conviene perder de vista.Estas son cinco de ellas:
1. Los perros séniors están ya educados. Puede haber un accidente ocasional durante su adaptación, pero la mayor parte del trabajo ya está hecho.
2. Se conocen sus antecedentes de salud y carácter. Para cuando llega a casa su historial ya es conocido, por lo que se sabe qué necesidades y qué se puede esperar de él en cuanto a salud y a comportamiento. Así es más fácil tomar las medidas adecuadas para su cuidado.
3. Menor necesidad de ejercicio. A los perros mayores también les gusta salir a la calle, pero se lo toman con más calma. Son el compañero ideal para quienes prefieren los paseos tranquilos y los mimos de sofá.