La Navidad es un momento del año en que el consumo se dispara por la celebración de comidas familiares y de amigos y en que el peligro de acabar desperdiciando comida, por lo tanto, también se multiplica. Tener presentes algunos consejos puede ayudar a aprovechar los restos.
Las profesoras investigadoras del Foodlab de la Universitat Oberta de Catalunya Anna Bach y Alicia Aguilar destacan estas actitudes para evitar el desperdicio esta Navidad.
1. Organiza y planifica. Haz una lista de la compra pensando en los menús que se prepararán. Así la compra se adaptará a los productos necesarios, y se evitará comprar alimentos que luego no se usarán y que es más fácil que queden en algún rincón y acaben desperdiciándose. Esto es especialmente importante para los productos frescos, que tienen una vida útil más corta. Adecuar los menús y las cantidades a los comensales y sus características es muy importante.
2. Conserva y almacena correctamente los productos comprados en las mejores condiciones considerando sus características. Hay que leer las etiquetas, comprobar las fechas de caducidad y seguir las recomendaciones de conservación en la nevera, congelador o armarios, según el tipo de producto.
3. Ajusta las raciones. Hay que revisar la despensa antes de comprar y planificar para reducir la compra por impulso. Es importante planificar el menú considerando también el número de comensales. A menudo se tiende a cocinar en exceso y a servir demasiada cantidad en el plato, lo que lleva o bien a dejar comida en el plato (y, por lo tanto, a desperdiciarla) o bien a comer más de lo que apetece y en consecuencia ingerir más energía y ganar peso si sucede de forma habitual. Así pues, hay que pensar antes de llenar el plato (calcular lo que se comerá) sin pasarse. Si se va de restaurante y ha sobrado comida, puede pedirse que lo preparen para llevar. La medida de la fiambrera puede engañarnos, pero no la medida del plato, para tener una buena referencia de las cantidades.
4. Congela. Si, a pesar de haber hecho lista y haber ajustado las raciones, sobra comida, se puede congelar. De manera general, y si se hace bien, es un método de conservación que nos permite alargar el tiempo de consumo de un alimento sin que pierda valor nutritivo. Puede ser muy oportuno congelar en recipientes que contengan las raciones que después se consumirán. La opción de congelación en raciones individuales puede ser muy interesante para llevarlas al trabajo, por ejemplo.
5. Reaprovecha los restos para preparar nuevas recetas. Unas croquetas con el pollo asado que ha quedado, un puré con las verduras que se habían preparado como guarnición y han sobrado, son opciones muy sencillas. También se pueden consultar recetarios con muchas ideas. De hecho, el origen de los canelones tiene que ver con reaprovechar el asado y, por lo tanto, en las tradiciones ya se fomentaba este reaprovechamiento. Las croquetas con sobras son también sabrosas.
6. Haz un consumo responsable. Hay que informarse sobre la procedencia de lo que se come, qué sistemas de producción agrícola, de cría y de pesca se han usado€ En general, el consumo de proximidad y de temporada mejora la vida de las pequeñas comunidades agrícolas, aumenta la biodiversidad, requiere menos energía para el transporte, tiene una buena relación calidad-precio y contribuye a una alimentación sana.
7. Recicla. Además, hay que decir no a los plásticos o a los plásticos no reciclables: hay que evitar los alimentos con embalajes de plástico, y optar por otros embalajes más sostenibles como el cartón, o usar solo envases reciclables. Hay que buscar cómo evitar el desperdicio de embalajes, que, como el desperdicio de alimentos, es una forma de contribuir a la sostenibilidad alimentaria.