Los responsables de tráfico de las ciudades no cesan a la hora de poner límites a la velocidad de los automovilistas en sus calles, avenidas, travesías interurbanas o junto a los pasos de cebra.
En muchas urbes son cada vez más numerosas las vías con limitaciones a 30-50 km/h, que no siempre son respetadas por los conductores por inacción, despiste o ignorancia.
Con este panorama muchos ayuntamientos siguen incorporando en sus vías los badenes, un elemento disuasorio extremo y que genera crispación en la mayoría de los conductores ya que logran reducir la velocidad del vehículo, pero también provocan otros efectos secundarios, como diversos daños en el habitáculo, muchas veces no menores.
La reducción drástica de la velocidad muchas veces no impide que nuestro vehículo pueda sufrir las consecuencias de los badenes, sobre todo de los más pronunciados.
El neumático es el elemento de tu coche que más sufre estas bandas, ya que es el que impacta directamente con él. Una velocidad excesiva provocará deformaciones en el neumático, sin descartar los bultos y los cortes o defectos en la banda de rodadura o los flancos.
La suspensión también se tensiona al pasar sobre estos elementos. Los más afectados son los amortiguadores, pero también pueden resultar dañados los muelles y los cojinetes de los brazos de suspensión. Y una suspensión en mal estado puede hacerte perder el control del vehículo ante un frenazo inesperado o una maniobra de esquiva.
Superar los badenes a mucha velocidad acaba provocando holguras en componentes como los bloques silenciosos del motor que ayudan a atenuar las vibraciones y que podrían dañar la mecánica de tu coche. También puede resultar dañada la dirección y los ejes.
Las fuertes sacudidas también pueden acabar desajustando algunas piezas del habitáculo tanto metálicas como, sobre todo, de plástico, generando disfunciones y molestos chirridos.
Superar los badenes sin precaución puede dañar o aflojar el parachoques delantero, por no hablar de los desperfectos en los bajos, que muchas veces rozan hasta saltar chispas. Al superarlos, también existe la posibilidad de rozar el escape o de que acabe soltándose.
Todo este catálogo de daños podría suponer un considerable desembolso económico. Lo mejor es que tengas en cuenta estos consejos a la hora de toparte con ellos en las vías urbanas:
Controla la velocidad. Parece una obviedad, pero el exceso de velocidad es la principal causa de que tu coche pueda sufrir daños. Una velocidad correcta al abordar un badén disminuirá notablemente la fuerza del impacto.
Mantén la distancia de seguridad. Esto te permitirá ver las señales de advertencia y tener una visibilidad clara del tipo, tamaño y longitud del badén. Además, evitarás colisionar con el vehículo que circula delante en caso de frenazo brusco e inesperado.
No frenes demasiado tarde. Es importante no frenar demasiado tarde y no tener el pedal pisado cuando estás arriba del badén, ya que la rueda debe absorber bien el impacto y eso no se logra si está bloqueada por el freno. Los expertos incluso aconsejan que es mejor un ligero acelerón que un frenazo brusco, aunque siempre teniendo en cuenta que debes frenar con suavidad, progresivamente y con antelación antes de pasar la velocidad adecuada.
Atención a las señales. Los badenes deben estar correctamente señalizados antes de que te los encuentres, por lo que debes estar atento en cuanto veas la señal. Sobre todo si está en una zona peatonal, cerca de un colegio o residencia de ancianos, en una calle muy concurrida, etc.
Toma el badén de frente. Muchos conductores realizan movimientos extraños e intentan cambiarse de carril, llegando a cometer infracciones castigadas por el código de circulación. Superar el badén de forma perpendicular, en lugar de en ángulo como muchos hacen, ayuda a distribuir la fuerza del impacto de manera uniforme a través de las ruedas y la suspensión.