Vida y estilo

¿Cómo manejar el dolor en una sociedad que cada vez lo tolera menos?

De los analgésicos más simples hasta los más potentes, ¿cómo pueden ayudarnos a vivir sin dolor?
La sociedad cada vez recurre más a los tratamientos contra el dolor | Foto: Pixabay

El dolor es una sensación inevitable y universal, pero nuestra sociedad parece estar cada vez menos dispuesta a tolerarlo. La búsqueda constante de alivio ha llevado a una mayor dependencia de los analgésicos, y si bien estos medicamentos pueden ser herramientas poderosas para combatir el dolor, también existe una creciente preocupación sobre cómo y cuándo deben utilizarse. 

¿Por qué duele y cómo lo gestionamos?

El dolor, en su esencia, es una señal de alarma que el cuerpo envía para indicarnos que algo anda mal. Sin embargo, no todos los dolores son iguales ni requieren el mismo tratamiento. Mientras algunos dolores agudos cumplen una función de protección al alertarnos de una lesión o enfermedad, el dolor crónico puede persistir mucho después de que la causa subyacente haya desaparecido. En estos casos, como explica el doctor en farmacia Juan del Arco en los micrófonos de ONDA VASCA, "el dolor crónico deja de ser útil y se convierte en algo que debemos combatir para mejorar la calidad de vida del paciente".

Para tratar el dolor de manera efectiva, los profesionales de la salud recurren a la escalera analgésica de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una herramienta que permite abordar el dolor de forma gradual y progresiva. Esta metodología se basa en el uso escalonado de analgésicos, comenzando con los más suaves y avanzando hacia los más potentes según la intensidad del dolor.

La escalera analgésica: ¿cómo utilizarla correctamente?

La escalera analgésica de la OMS tiene tres niveles principales, cada uno diseñado para abordar diferentes grados de dolor:

Primer escalón: analgésicos menores

Aquí se utilizan medicamentos de uso común como el ibuprofeno, paracetamol o nolotil, destinados a tratar dolores leves. Estos fármacos actúan inhibiendo la producción de sustancias químicas en el cuerpo que causan inflamación y dolor.

Segundo escalón: opioides débiles

Cuando el dolor es moderado y los analgésicos menores no son suficientes, se introducen opioides débiles como la codeína. Estos fármacos actúan directamente sobre el sistema nervioso central, bloqueando la transmisión de las señales de dolor.

Tercer escalón: opioides fuertes

Para dolores severos, se utilizan opioides más potentes como la morfina o el fentanilo. Aunque son extremadamente efectivos, estos medicamentos no tienen un "techo" en su eficacia, lo que significa que cuanta más cantidad se tome, mayor será el efecto. Sin embargo, esto también puede generar una mayor tolerancia en el paciente, lo que lleva a la necesidad de aumentar progresivamente las dosis para obtener el mismo alivio, con los riesgos que esto conlleva.

Es crucial no iniciar un tratamiento por un escalón superior sin haber probado primero los analgésicos menores. Aunque el tratamiento con opioides puede ser necesario en casos graves, debe gestionarse cuidadosamente, ya que el uso prolongado puede llevar a un círculo vicioso en el que el paciente requiera dosis cada vez más altas debido a la reducción de la efectividad del medicamento. Este fenómeno, conocido como tolerancia, es uno de los principales desafíos en el manejo del dolor crónico.

El peligro de los analgésicos en dolores específicos

Aunque los analgésicos son fundamentales para tratar el dolor, no siempre son la solución adecuada. Por ejemplo, en el caso de los dolores de cabeza tensionales, el uso excesivo de analgésicos puede ser contraproducente y llevar a un "efecto rebote", en el cual el dolor regresa de forma más intensa o el medicamento pierde efectividad. Sin embargo, este no es el caso de la migraña, donde los analgésicos pueden ser beneficiosos si se utilizan de manera adecuada. Del Arco señala que no se deben tomar analgésicos de manera sistemática si no se experimenta dolor, aunque en algunas situaciones de dolores crónicos o cíclicos, es posible anticiparse y tomar el medicamento preventivamente para evitar que el dolor se intensifique.

El dolor es subjetivo

Una de las dificultades más grandes en el manejo del dolor es que no puede medirse de manera objetiva. Las escalas de dolor, donde los pacientes evalúan su malestar en una escala de 0 a 10, son subjetivas y dependen de la percepción individual. Esto crea un desafío para los profesionales médicos, ya que la intensidad del dolor no siempre está relacionada con la gravedad de la afección. Por ejemplo, una migraña en racimo es extremadamente dolorosa pero no representa un peligro para la vida del paciente, mientras que algunos tipos de cáncer pueden no presentar dolor en sus primeras etapas, a pesar de la gravedad de la enfermedad.

Este aspecto subjetivo del dolor refuerza la necesidad de adaptar los tratamientos a las necesidades y experiencias de cada paciente, utilizando la escalera analgésica como guía, pero también considerando factores individuales. "Es importante tratar el dolor, pero también hacerlo de manera que el tratamiento no cause más problemas que los que busca resolver", advierte Del Arco.

Coadyuvantes: una ayuda adicional

A medida que la medicina evoluciona, también lo hace nuestra capacidad para tratar el dolor de forma más efectiva. Hoy en día, los coadyuvantes, como los antidepresivos tricíclicos y los corticoides, juegan un papel importante en el manejo del dolor. Aunque no son analgésicos per se, estos medicamentos ayudan a potenciar el efecto de los analgésicos tradicionales o a reducir los efectos secundarios asociados con su uso. En algunos casos, como en el tratamiento del dolor neuropático, los antidepresivos se utilizan no solo para tratar los síntomas emocionales, sino también para ayudar a reducir la percepción del dolor.

El manejo del dolor es un proceso complejo que requiere un enfoque cuidadoso y personalizado. A medida que nuestra sociedad continúa buscando formas de evitar el dolor a toda costa, es crucial recordar que el uso adecuado de los analgésicos no solo nos proporciona alivio, sino que también nos protege de los riesgos asociados con su uso excesivo o inadecuado.

15/10/2024