Las denuncias de violencia machista han dejado de ser la punta del iceberg, ya que la concienciación social ha logrado “sacar a la superficie todas las formas de violencia contra las mujeres”. Sin embargo, la sociedad se enfrenta a una nueva encrucijada; el consumo del porno entre menores, que lleva a los jóvenes a adoptar actitudes machistas. De hecho, esta misma semana ha salido a la luz un chat de escolares en Donostia con alto contenido pornográfico y violento. Elgarresta sostiene que “estamos asistiendo a una violencia que se ha transformado y ha tomado un nuevo ámbito de desarrollo, que es a través de los dispositivos digitales”.
Llegamos al 25N con una de las cifras más altas de denuncias por violencia machista, un 6% más que el pasado año. ¿Las medidas no son eficaces? ¿O qué radiografía hace?
No solo hay que hablar de medidas para afrontar la violencia, también de las políticas públicas en el marco de la igualdad de mujeres y hombres. Tienen mucho que ver en los resultados que tenemos en estos momentos que apuntan a un incremento. El análisis que se hace sobre ellos puede tener dos caras. Para poder abordar la violencia machista es necesario diseñar políticas pensadas para el abordaje de las desigualdades, existe un nexo de unión muy fuerte entre desigualdades estructurales de nuestra sociedad y el fenómeno de la violencia machista. Ha pasado de ser un problema personal gestionado en el ámbito privado a ser un prisma social y de salud pública. A medida que tenemos más políticas para el abordaje de la igualdad de mujeres y hombres, más servicios pensados para la atención de las mujeres víctimas, conseguimos elevar la sensibilización y la concienciación en la ciudadanía. Si hasta hace poco la violencia que se visibilizaba representaba la punta de un iceberg, ese aumento de sensibilización nos está trayendo es el afloramiento de la violencia que se encontraba sumergida está aflorando a la superficie. Tiene una lectura positiva y otro negativa.
¿En qué sentido?
Las mujeres se ven mucho más arropadas desde un punto de vista social a mostrar esta violencia machista, porque durante mucho tiempo se han sentido juzgadas penalmente y socialmente. Pero el aumento de la concienciación les hace sentir más fuertes, eliminar el miedo, la vergüenza. Muchos sentimientos que frenaban esa necesidad a mostrar la violencia que estaban viviendo. Y la otra cara de la moneda es que vivimos en una sociedad en la que se encuentra enraizada la cultura de la violencia machista basada en las desigualdades.
Habla de la importancia de las políticas públicas, ¿pero qué se está haciendo para darle la vuelta?
Principalmente alude a los ejes estratégicos de la políticas de igualdad. Uno de ellos está muy relacionado con la transversalidad de género, entender que las desigualdades estructurales entre mujeres y hombres afectan a todos los ámbitos de nuestra vida social, de tal manera que cualquier diseño, cualquier política pública debe incorporar la perspectiva de género. Eso actúa sobre el problema estructural de nuestra sociedad. Otro es el empoderamiento de las mujeres, esas desigualdades han generado relaciones de poder, se le otorga más privilegios a los hombres a la hora de construir su proyecto de vida, y las mujeres necesitan empoderarse, porque tenemos un colectivo de mujeres muy preparadas. Otro aspecto importante es trabajar las masculinidades para hacer comprender que existen otras maneras de entender el rol de los hombres en esta sociedad. Y la igualdad, construir y transformar nuestra sociedad en una sociedad de derechos. Por último, la transformación social y económica, las desigualdades ocurren en todos los ámbitos; hay que identificarlas y acelerar la incorporación de la perspectiva de género para conseguir avanzar lo más rápido posible.
La campaña de este año se centra en el porno, los estudios reflejan que su consumo está relacionado con actitudes violentas.
Los datos de Save the Children reflejan que más del 30% de los jóvenes que consumen pornografía a través de sus móviles refieren que tiene una incidencia directa sobre sus relaciones sexuales. El 90% es una pornografía basada en la violencia machista, que muestra violencia física y verbal y provoca un vínculo directo que puede representar la afectación que tiene eso en las relaciones de jóvenes. Es un impacto fuerte que comienza en edades tempranas, y hay que abordar esta realidad, reciente, que existe ya. Es necesario generar medidas pedagógicas para conocer mejor el uso de esa información, ilimitada.
Los expertos aluden a la necesidad de la educación sexual; pero son precisamente las instituciones las que deben abordarlas y añadirlas a los programas educativos.
Ya se está abordando. La educación sexual va más allá del consumo del porno, y se está abordando, trabajando con programas de prevención. Pero estamos asistiendo a una violencia que se ha transformado y ha tomado un nuevo ámbito de desarrollo, que es a través de los dispositivos digitales. Y es relativamente nuevo. Se está teniendo en cuenta, de hecho el segundo plan estratégico de coeducación tiene incorporado el abordaje de la pornografía. Ya tienen una precisión de cara al presupuesto del 2024 para un plan de choque. La violencia machista tiene una gran capacidad de transformarse en los nuevos ámbitos que van apareciendo, y los cambios sociales, culturales, van muy rápido. Las instituciones y la sociedad tenemos que acelerar para poder abordar estos nuevos ámbitos de expresión de la violencia machista.
La Fiscalía advertía hace días que muchos menores que imitan el porno no son siquiera conscientes de que cometen agresiones sexuales.
Es precisamente lo que estamos intentando alertar, que si no lo abordamos, naturalizamos la violencia. Y como sociedad no podemos permitir que se naturalice ni banalice la violencia. Hay que intervenir desde edades tempranas, hace pedagogía empezando desde la propia familia.
Emakunde lleva más de una década con labores de prevención. ¿Considera que ha dado sus frutos?
Ha aumentado mucho la concienciación de la ciudadanía, tenemos una sociedad que no tolera la violencia. La rechaza con contundencia, y es el primer eslabón para que podamos actuar. Esto no se resuelve solo con los recursos de las instituciones, necesita un trabajo holístico, sistémico, con toda la sociedad y todos los ámbitos donde nos movemos.
La Fiscalía hacía hincapié en la falta de coordinación en los casos de violencia machista. Especial atención merece el caso de Barakaldo.
No son mi competencia ni la Justicia ni el Departamento de Seguridad. Son ellos los que deben dar una respuesta concreta, pero la violencia machista además de ser compleja tiene un carácter perverso por sí misma. Llevamos trabajando mucho tiempo los espacios de coordinación, porque hay muchos servicios y departamentos que tienen una implicación directa ante los casos de violencia machista, y cada uno de ellos pone todas las medidas necesarias para ofrecer el mejor servicio. Aunque hay dificultades en la interconexión entre ellos. Pero tenemos una herramienta de trabajo, el tercer acuerdo interinstitucional y ahí se tienen que abordar los posibles fallos o dificultades que van apareciendo.
Con la ley del ‘sí es sí’ se volvió a poner sobre la mesa la demanda social de cambiar la escolta a mujeres de violencia machista por vigilancia a los agresores. ¿Ha habido avances?
Es una demanda desde hace muchísimos años, que es muy entendible y que se está trabajando con las asociaciones de mujeres víctimas de violencia machista. Pero es cierto que existe la presunción de inocencia y es para todas las personas, también en los casos de violencia machista. Mientras no haya fallo, puede salir en libertad, pero genera un riesgo para la víctima y es necesario protegerla. Es necesario que esa mujer no sienta que su vida se encuentra coartada por la sensación de inseguridad. Es difícil dar una respuesta totalmente eficiente y ese es el trabajo que tenemos que seguir haciendo.
El movimiento feminista ha convocado la próxima semana una huelga general abogando por un cambio en el modelo de cuidados.
Lo vimos bien claro en el congreso por los cuidados que se celebró en Donostia. Visibilizamos la necesidad de modificar el modelo tradicional de cuidados. Somos una sociedad muy avanzada, sin embargo sigue siendo un trabajo que se asume que debe ser realizado por las mujeres, es un modelo que debe cambiar. Está en crisis desde un punto de vista de igualdad, porque es injusto. En el congreso quedó claro cuales son lo agentes que tienen que intervenir en ese cambio de paradigma del modelo, entendiendo que queremos una organización de los cuidados con un liderazgo público pero desde la aportación comunitaria. En el ámbito de la familia, el tercer sector, economía, empresas... Todos son necesarios. La huelga es una herramienta de intervención social y como tal es un prerrogativa ciudadana. Es una manera de sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia de los cuidados y en término de los derechos.
Emakunde coincide en abogar por un cambio de modelo pero, ¿apoya la huelga?
Como herramienta de intervención social es una herramienta que es competencia de la ciudadanía, las instituciones no hacemos huelga. Pero entendemos el mensaje, y llevamos años trabajando en ese cambio de modelo, no se hace de un día a otro. Lo que sabemos es que tiene que ser desfamiliarizado, quitar carga que asumen las familias, y que acaba recayendo en mujeres, y desfiminizarlas. En ese proceso, el liderazgo público tiene que ser mayor.
Denuncian el “blanqueamiento morado” de las instituciones, y hacer negocio con los cuidados.
Es su labor llamar la atención, y considera que la huelga es la herramienta adecuada. Consideramos que las instituciones estamos ya trabajando en ello, y Emakunde seguirá trabajando desde la escucha activa al movimiento feminista a sus reflexiones. Son importantes porque son fuente de conocimiento en lo que respecta al diseño de las políticas necesarias para dar un traslado luego. Esa es nuestra misión y competencia.