Como un regreso a los 90

El Eurobasket que comienza mañana lleva a echar la vista atrás tres décadas, a esos 90 del siglo pasado en que España acudía a los torneos sin demasiadas aspiraciones y con plantillas en déficit de tamaño y talento respecto a los rivales que justo por entonces empezaron a crecer en número al separarse las repúblicas soviéticas y yugoslavas. Sergio Scariolo ha calificado la lista que confirmó ayer como “un recambio de época” que remite a esos años en que rascar una medalla e, incluso, superar los cuartos de final era considerado un éxito. Xabi López-Arostegui, de Getxo, y Darío Brizuela, de Donostia, figuran entre los doce elegidos para un torneo en el que, por primera vez en 20 años, la selección española no parte entre las favoritas en el Eurobasket más exigente que se recuerda.

El jugador del Valencia Basket y el del Unicaja toman el relevo del gasteiztarra Pablo Laso y el también donostiarra José Luis Galilea, que fue la última pareja vasca que integró la selección masculina absoluta en un gran torneo, precisamente en el Eurobasket de 1995 en Grecia. El exentrenador del Real Madrid y el pívot bilbaino Juanan Morales, ahora presidente del Joventut, habían coincidido antes en el Eurobasket de 1989 en Zagreb. Desde entonces, la presencia de jugadores de Euskadi había sido inexistente hasta que López-Arostegui fue llamado a última hora para los Juegos de Tokio del verano pasado, aunque apenas participó. Ahora el polivalente getxotarra se mantiene como uno de los jugadores importantes y las numerosas ausencias han dejado huecos libres, uno de los cuales ha sido para Darío Brizuela con todo merecimiento. El escolta guipuzcoano, imprescindible en las ventanas, ha sido uno de los mejores en este periodo de preparación y su aportación puede ser importante en el Eurobasket ya que la selección no va sobrada de capacidad anotadora en el uno contra uno.

Tras la lesión que ha dejado a Sergio Llull fuera del torneo, Rudy Fernández, en el rol de aglutinador, permanece como único adalid de la etapa más gloriosa de España, que en este torneo puede enlazar su décima medalla en los últimos diez Eurobasket en los que siempre ha estado en semifinales. Ahora lo tiene mucho más difícil, aunque su potencial actual le tiene que dar al menos para llegar a los cruces en un grupo con Bulgaria (mañana, 13.15 horas), Georgia (sábado, 19.00 horas), Bélgica (domingo, 16.15 horas), Montenegro (martes 6, 16.15 horas) y Turquía (miércoles, 16.15 horas). A partir de ahí, cualquier cosa es posible en cruces muy complicados en los que España tendrá que desplegar toda su batería táctica y su capacidad competitiva, que Scariolo espera que no haya mermado con las bajas de las estrellas de los últimos 20 años y pese a que siete jugadores sean debutantes en torneos de este nivel.

El técnico de Brescia ya ha advertido de que pensar en jugar como antes sería un error y es que esta selección es pequeña para los estándares actuales tras el descarte de Fran Guerra, carece de referencias claras al poste bajo y, por eso, deberá ser más móvil y agresiva en defensa para suplir esa escasez de centímetros y tratar de imponer ritmos altos. Willy Hernangómez, decidido a dar un paso adelante, aparece como la principal baza anotadora en el juego interior mientras que su hermano Juancho y Garuba aún tienen que exhibir aquellas habilidades que les llevaron a la NBA. España va a necesitar mucho de Lorenzo Brown y del resto de jugadores de perímetro, sobre todo en cuanto anotar los tiros abiertos. “Se nos ve fuera de los ocho mejores, es una realidad que asumo”, ha dicho Scariolo, que asegura que “el equipo está para competir y luego la competición nos pondrá en nuestro lugar”. El italiano ha repetido en las últimas semanas declaraciones que seguramente buscan descargar a sus jugadores de responsabilidad y presión en un torneo de evidente transición al que llegan con la clasificación para la Copa del Mundo del año que viene muy encarrilada y en el que el grupo solo puede generar mecanismos para un futuro menos brillante. l