Nuestra Real juega los domingos en Primera División y los jueves en la Europa League. Hablamos de dos contextos competitivos de nivel máximo, en los que coinciden buena parte de los mejores equipos del mundo y de los futbolistas más destacados del planeta. Sin embargo, muchos de los análisis que rodean al equipo parecen obviar la complejidad que implica moverse en semejantes escenarios... Hay una cosa que resulta evidente: la evolución del juego obliga a mirar más a lo táctico que a lo emocional, a atender antes a la pizarra que a nuestras alegrías o a nuestras frustraciones. Pero no se trata aquí de defender que sólo pueda hablarse de sistemas, de saltos a la presión o de bloques altos y bajos. Me refiero a algo mucho más simple, a una responsabilidad que nos afecta a todos aquellos que opinamos sobre la escuadra txuri-urdin: debemos entender las dificultades que entraña cada encuentro, y hacer pedagogía sobre las mismas.
Un botón de muestra
Defienden los allí presentes que Imanol se mostró serio en exceso durante la rueda de prensa posterior al triunfo contra el Ajax. "Es que sólo me preguntabais sobre la primera parte", replicó el oriotarra este domingo, regalándonos un perfecto botón de muestra acerca de las lecturas extraídas tras las dos últimas victorias. Los tres puntos europeos obtenidos ante los de Ámsterdam se sumaron pese a una porquería de primera mitad. Y menos mal que la Real espabiló al descanso. El 2-0 frente al Betis, mientras, fue coser y cantar. Apenas requirió trabajo, tampoco concentración. No creo que haga falta vivirlo todo desde dentro para comprender lo que cuesta ganar un encuentro de fútbol profesional. Desde fuera puede apreciarse igualmente. Como decía el gran Juanma Lillo, "enfrente hay siempre otros once cabrones que te quieren quitar el balón". También hay que hacerles caso, por mucho que miremos a los partidos centrándonos en lo que hacen once esos tipos vestidos de txuri-urdin.
Dos victorias
No, la primera parte contra el Ajax distó mucho de resultar perfecta. Y el Betis vino a Anoeta como vino, con multitud de bajas que le afectaron además en una zona muy concreta, el centro del campo. A las cosas hay que llamarlas por su nombre, siendo este el mejor punto de partida para explicar cómo los dos triunfos recientes de la Real han tenido un mérito incuestionable. Si el equipo txuri-urdin se mostró tan incómodo de inicio el jueves fue por lo que planteó su rival, una presión al hombre en campo entero que no daba respiro y que lo llevaba todo a una pugna de balones directos, duelos y búsquedas sin éxito del hombre libre. Los txuri-urdin mostraron ahí la competitividad suficiente para mantenerse en pie en una contienda tan física, y tuvieron también la suerte (todo hay que decirlo) de que el rival no castigara con gol dos pérdidas evitables. Luego vino lo que vino, un 2-0 que tuvo continuidad el domingo mediante un emotivo derroche de energía. Repitieron ocho en la alineación. Repitió el equipo forma de presionar. Y, a falta de brillantez, se ganó con merecimiento a un rival verdiblanco lastrado por las lesiones pero productivo en ataque últimamente: una semana antes en Mestalla, había marcado dos goles y había dispuesto de otras cuatro ocasiones claras. En Anoeta, ninguna. Por algo sería.
Perfiles
Barcelona, Athletic, Ajax, Betis... Los últimos partidos han significado batallas muy acordes a lo que se estila en el fútbol moderno, con dos equipos lanzándose a la yugular el uno del otro. Mediante lo que tiene, Imanol se las ha arreglado para competir con ciertas garantías. Y lo ha conseguido pese a la ausencia de determinados perfiles en el plantel. Contextos como el descrito demandan futbolistas rápidos y profundos para amenazar al espacio, así como destinatarios del juego en largo que puedan bajar balones y jugarlos con criterio. ¿Becker? ¿Sadiq? Se me antojan demasiado específicos y muy poco integrales: apostando por ellos ganas tus cosas, pero también pierdes en otras muchas. Un reto veraniego para Bretos puede pasar por incrementar este tipo de recursos sin afectar en exceso a la idea troncal de juego.
AGUERD: NIVEL SOBRESALIENTE, FUTURO INCIERTO
Menuda papeleta. Nayef Aguerd llegó, según aseguró el presidente Jokin Aperribay, para ganar tiempo frente al proceso de crecimiento de Jon Pacheco y Jon Martín. Sin embargo, el espectacular rendimiento que viene ofreciendo el marroquí invita a tenerle en cuenta para un rol menos coyuntural y mucho más estructural. Su continuidad más allá de junio cuenta, eso sí, con dos obstáculos, uno de discurso y otro económico. A ver cómo vende el club en verano la hipotética compra de un futbolista que, más allá de su nivel, taparía a esos futbolistas en los que se dice confiar. Y a ver cómo se arregla también, en lo monetario, una operación que no resultaría precisamente barata. Dificultades al margen, centrémonos estos meses en disfrutar de un jugadorazo que, por potencial y por perfil, encaja aquí a la perfección.
LOS TRES MINUTOS DE MIKEL OYARZABAL
Oyarzabal ya ha marcado 100 goles con la camiseta de la Real. Palabras mayores. Pero coincido con Imanol cuando este asegura que semejante cifra, por muy espectacular que resulte, es casi lo de menos en comparación con su importancia general para el equipo. Durante el partido del domingo, por ejemplo, la Real jugó con diez durante tres largos minutos, mientras Aguerd se vendaba el tobillo en la banda. Anoeta vivió instantes delicados, pues un gol del Betis (hipotético 2-1) podía complicar una victoria bien encarrilada. Fue entonces cuando el capitán dijo "aquí estoy yo", dando oxígeno a los txuri-urdin mediante una recepción en la medular, una falta recibida y una dejada de pecho tras saque en largo de Álex Remiro. Ver puerta está muy bien, pero ser un líder va más allá.