El Museo de Navarra afronta su verano más duro, con sus tres plantas superiores cerradas al público desde julio por las continuas olas de calor, que hacen que se supere en esas salas la temperatura de 27ºC, y por el problema de fondo que provoca la falta de adecuados sistemas de aislamiento y ventilación en el edificio. Aunque la situación es recurrente en cada época estival, nunca se había dado el caso de no poder abrir a visitas durante tanto tiempo seguido la segunda planta, tal y como reconoce Susana Irigaray, directora del Servicio de Museos del Gobierno de Navarra.
“Está siendo un año muy malo, ya empezamos en mayo con olas de calor, y desde julio no han remitido, han sido recurrentes y no se ha podido bajar la temperatura, así que nos hemos visto obligados a tener cerradas al público de continuo las tres plantas superiores”, cuenta. Superar la temperatura estipulada de los 27ºC, apunta Irigaray, “aparte de lo que puede suponer de falta de confort para la visita, afecta por supuesto al personal de sala del Museo de Navarra, que no puede trabajar en estas condiciones en un sitio cerrado que además no se puede ventilar por razones de conservación de las piezas”.
Así, ahora mismo se pueden visitar la Planta -1 dedicada a Prehistoria, la Planta 0 con Renacimiento y Barroco y con las exposiciones de Jabier Villarreal y de Javier Muro, esta última en la capilla; y la Planta 1 dedicada en su mayor parte a romanización. Mientras que permanecen cerradas al público las otras tres plantas superiores, con arte de Edad Media, Renacimiento, Barroco y siglos XIX y XX.
El arte que custodia y exhibe el Museo de la capital navarra desde que abriera sus puertas en el año 90 está “bien controlado”. “Aunque para la conservación evidentemente una temperatura elevada prolongada en el tiempo no es beneficioso porque lo que interesa es tener unas condiciones lo más estables posibles, lo más negativo en estos términos serían los cambios bruscos, tanto para más frío como para más calor. La colección está siempre controlada, sea la época del año que sea, con medidas como la monitorización constante a través de sensores instalados en sala y revisiones de las piezas”, explica la directora del Servicio de Museos. Aunque admite que “un aumento de temperatura continuado no es deseable porque, aparte de a ciertos soportes de ciertas piezas, afecta también a que haya más posibilidades de proliferación de insectos o de plagas. Pero, como digo, la revisión permanente que se lleva a cabo de la colección hace que la situación esté siempre controlada”.
Sin fecha de reapertura
El Museo de Navarra no tiene prevista una fecha de reapertura de sus tres planta superiores. “Va a ser algo gradual, se irán reabriendo conforme la situación vaya normalizándose. Hay que esperar a que las olas de calor acaben y haya ya unos cuantos días seguidos con temperaturas más bajas y menos sol, para que vayamos notando unas variaciones también en el interior y así garanticemos que no haya cambios bruscos de temperatura que puedan afectar a la conservación de las obras”.
Aunque el cierre forzoso es algo que llega ser habitual todos los veranos, en el Museo de Navarra no se recuerda uno como éste. “Ha sido raro el tener que llegar a cerrar la segunda planta. Vamos notando los efectos del cambio climático porque las olas de calor cada vez empiezan antes y se prolongan más. La situación empeora de verano en verano”, reconoce Susana Irigaray.
Mejorar las condiciones del edificio para ser más eficiente energéticamente es ya una vieja reivindicación del centro. “Desde 2011 el Museo tiene redactado un plan en este sentido, porque nuestra visión es que el proyecto de una climatización de todo el volumen y la extensión del museo es difícilmente sostenible, especialmente desde el punto de vista económico. Tendría un coste grandísimo, y tampoco vemos que sea una solución sostenible ni para las piezas ni para el confort de los visitantes y del personal. Por eso, lo que queremos desde hace años es desarrollar en el Museo un auténtico proyecto de eficiencia energética que haga al edificio mucho más impermeable a las condiciones climaticas exteriores, tanto de frío como de calor, sobre todo mediante actuaciones en la envolvente, en las carpinterías exteriores, y también con un sistema mecánico de ventilación forzada interior que nos permita que el edificio sea mucho más estable respecto al clima exterior”, explica Irigaray.
El horizonte para hacer realidad estas mejoras es 2025. A ellas se ha destinado una partida del Estado de fondos europeos, dotada con 2,5 millones de euros, de la que puede beneficiarse el Museo de Navarra por ser edificio de propiedad pública declarado bien de interés cultural del Camino de Santiago. Así que, entre 2023 y 2015, el centro ejecutará ese proyecto de eficiencia energética.
Visitas gratuitas en verano
A pesar de la situación actual con el cierre de tres de sus plantas, las visitas gratuitas que se ofrecen diariamente en verano en el Museo de Navarra se han reactivado en comparación con los años anteriores en los que se acusaron más los efectos de la pandemia.
Judit Ríos, bilbaína de 57 años, fue una de las personas que, en su estancia como turista en Pamplona, se acercó ayer por la mañana en compañía a visitar el Museo de Navarra. “Nos gusta ver museos allá donde vamos. Estamos en esta ciudad durante tres días de vacaciones y nos ha interesado conocer el arte que hay aquí. Es una pena que no se puedan visitar las tres plantas superiores, habrá que volver otro día”, comentaba, apuntando que “entrar a un museo también es una manera de resguardarse de las altas temperaturas, aunque aquí dentro tampoco se nota tanto fresco”.
Nuria Carrascosa, madrileña de 22 años, también visitó ayer por la mañana el Museo. “Solemos hacer turismo de cultura y de momento la vista está siendo interesante, aunque aquí hace un poquito de calor”, decía al poco tiempo de arrancar su recorrido en la sala de Prehistoria. “Ya nos han avisado de que hay plantas que no se pueden ver, es una pena porque lo que estamos viendo nos está gustando”, comentaba.
Las visitas, gratuitas, las guían estudiantes universitarios de grados de Historia o Historia del Arte que están este verano en prácticas en el Museo de Navarra. Y los recorridos, de una hora o como mucho hora y media de duración, se enfoncan en las obras maestras del centro.
“El perfil del visitante cambia muchísimo en verano, pasa de ser local a ser turista y tampoco dedica mucho tiempo a la visita, así que le interesa un recorrido del museo que le garantice ver lo significativo”, dice Susana Irigaray, apuntando que, “por suerte, prácticamente todas las obras maestras están entre la sala de Prehistoria y la primera planta: hablamos del Mapa de Abauntz, de la Arqueta de Leyre, los capiteles románicos de la catedral de Pamplona, de las pinturas de Juan Oliver, el Togado de Pompelo... Así que realmente la gente que viene se lleva una visita satisfactoria. Además, si hay personas que vienen expresamente para ver alguna otra obra del Museo, sobre todo El retrato del Marqués de San Adrián de Goya, se les acompaña con un vigilante para que lo puedan ver, aunque esté en la tercera planta que ahora mismo está cerrada. Así garantizamos que la visita no sea frustrante”. l
OTRAS EXPERIENCIAS
- Fundación Museo Oteiza. El Museo Oteiza de Alzuza cuenta con un sistema de control de la temperatura mediante suelo radiante que, cuentan desde la Fundación, “está funcionando con normalidad y garantiza la conservación de las obras de arte, tanto en salas, como en almacenes y archivo”. Reconocen que “en estos días estivales y de aumento de la temperatura exterior sí que hemos incrementado las labores de mantenimiento y de control de la refrigeradora y de la maquinaria de control climático del Museo, para asegurarnos que no se produzcan incidencias”.
- MUN. Desde el Museo Universidad de Navarra sostienen que “la ola de calor, sumada a la crisis de energía, es un problema para el sector”. Ya que las obras de arte necesitan unas condiciones estables de temperatura y humedad, y eso se mantiene gracias al consumo de energía. En el MUN se ha realizado un estudio de impacto energético “para evaluar la eficiencia del edificio, medir el impacto del consumo tomando como ejemplo una exposición concreta y plantear vías de ahorro y mejora”. El Museo abre en verano de 11 a 14 horas, “un horario reducido que nos ayuda en el propósito de mantener los consumos bajo control mientras continuamos dando servicio a la ciudadanía”, dicen.