Actualizado hace 6 minutos
La mayoría de los propietarios de mascotas lo saben bien, llevarlos al veterinario puede ser un tanto problemático aunque sea para una visita rutinaria. En el caso de los gatos todavía puede ser peor ya que llevan muy mal los cambios en sus rutinas, por lo que salir de su casa para ir a un entorno desconocido y con desconocidos sujetándolo es casi una tortura. Si además están enfermos y lo que quieren es tranquilidad, la visita puede resultar una experiencia traumática.
Así lo explica en un vídeo viral en TikTok la cuenta Universo de gatitos, en la que compara el viaje hasta la consulta veterinaria como un repetinto e inesperado viaje espacial y la revisión como una abducción extraterrestre.
Para evitar en la medida de lo posible este mal trago a nuestros mininos es muy conveniente prepararlos con antelación para que conozcan y se acostumbren a esta situación. Para ello, los expertos aportan una serie de consejos para conseguir que la visita transcurra con la mayor tranquilidad posible y la mínima incomodidad para nuestro compañero de piso.
Preparar la visita
Como en muchos casos y cosas con nuestras mascotas, la mejor solución a lo problemas pasa por la prevención, por prepararnos para que el momento incómodo lo sea lo menos posible. Y para eso lo mejor es entrenar con nuestro gato y prepararlo para ese momento.
El transportín
Para ir al veterinario será fundamental un transportín donde llevarlo con seguridad, por ello hay que familiarizarlo con él y evitar que lo asocie solo con el mal trago de la visita al veterinario. De entrada hay que escoger el que sea más apropiado para nuestro gato en cuestión tamaño. Además debe hacer que nuestra mascota se vea segura dentro, por lo que no debe ser demasiado abierto para que no se en el que el animal se encuentre tranquilo dentro. Si está demasiado abierto, tu mascota se siente expuesta.
Además, debe ser de un plástico resistente y fácil de limpiar. La portilla debe poder cerrarse con seguridad para que no se abra accidentalmente y contar con una rejilla por la que poder darle golosinas. También tendrá orificios laterales para una buena ventilación. Finalmente, la parte superior, la tapa tiene que se desmontable para que se pueda retirar y permita axaminar al gato sin necesidad sacarlo.
Para que nuestro minino se acostumbre al transportín, lo más sencillo es dejarlo permanentemente a su alcance con la puerta abierta y los primeros días con alguna chuchería dentro. Más pronto que tarde entrará para explorarlo movido por la curiosidad. Añadir una mantita o una cama incrementará su confort. Se trata de que lo considere un lugar donde resguardarse. De vez en cuando hay que cerrar la puerta con él dentro durante un ratito y obsequiarle con golosinas. Una vez lo empiece a llevar bien, hay que moverlo a otro espacio y seguir premiándolo. Un paso más será llevarlo hasta el coche y hacer cortos viajes para acabar de nuevo en casa. Durante todo el proceso hay que premiarlo.
Simular la visita
Simultáneamente hay que conseguir que se acostumbre a que lo cojan, a que los manipulen de una forma concreta. Por ello es importante que en casa hagamos simulacros de exámenes físicos a la vez que le damos los mimos y el contacto físico que suelen demandar. De esta manera lo iremos acostumbrando a que le examinen los ojos, las orejas, la boca y el resto del cuerpo. De esta manera se conseguira que la revisión real sea una experiencia relativamente rutinaria y familiar. Además se puede aprovechar estos momentos para cepillarlo, cortarle las uñas, limpiarle las orejas y detectar posibles problemas.
El día de la visita
Llegado el momento de ir al veterinario, hay que actuar con tiempo y hacer que le gato se meta por sí mismo en el transportín, algo que se ha ido entrenando. Dado que existe la posibilidad de que a pesar de note que algo no es como siempre, se puede rociar la mantita o la cama interior con unas feromonas que le ayuden relajarse. Puede ser oportuno llevar una manta para cubrir el trasportín para aislarlo del entorno una vez en la sala de espera y reducir los estimulos visuales que puedan excitarlo, como otros gatos o perros. Con cobertor o sin él, no hay que dejar el transportín en el suelo, al mismo nivel que otros animales.
Puede ser una buena idea llevar en el bolso o en el propio transportín algunos jueguetes u objetos familiares que le ayuden a tranquilizarse jugando o mordiéndolos. Además, si no se prevé ningun procedimiento quirúrgico, también se le puede obsequiar con golosinas.
Una vez acabada la visita veterinaria, lo más probable es que se muestre un tanto nervioso a pesar de haber soportado la prueba bien. Por ello, en casa será necesario darle tiempo para que se relaje y recupere su estado anñimico norma. Lo más probable es que se esconda en su rincón favorito y se quede allí todoel tiempo que le apetezca.