Dicen que eran íntimas, como dos gotas de agua borbonas, pero ahora ni se hablan. Mutismo total entre la infanta Elena y su hija pequeña Victoria Federica de Marichalar. Y el motivo tiene nombre propio: ¡Instagram! La sobrina más mediática de Felipe de Borbón, tras meses de negativos, suspensos y ausencias, ha terminado por cumplir su amenaza: dejar la carrera de Negocios en The College For International Studies, en Madrid, con el objetivo de cambiar totalmente de existencia. Abandonar los libros por la dolce vita. Que dicho en palabras de Dulceida puede sonar hasta engorroso: “Que nadie se equivoque. La vida de influencer resulta en ocasiones muy dura. Trabajamos mucho y tenemos a un gran equipo a nuestro alrededor al que hay que pagarle todos los meses”. Pero no caigan en engaños reales (y nunca mejor dicho): ni Vic es la it girl más famosa del Estado, ni se halla en la cima (a diferencia de la de Badalona) por méritos propios.
Por ello, y ante la fragilidad de un mercado que solo la quiere por lo que representa el apellido Borbón, la infanta Elena siempre ha deseado para su hija un porvenir más serio e ilustrativo. Y desde un primer momento se ha opuesto a que Victoria (rompiendo con toda la sobriedad que en estos tiempos debe representar cualquier Corona) se haya convertido en un gran reclamo para las marcas, tenga sus redes sociales absolutamente abiertas e incluso ya firme contratos como imagen de conocidas firmas de moda, hechos estos últimos nunca vistos en ningún miembro de la familia real. Las malas lenguas dicen que solo le falta acudir a un Deluxe.
Y aunque a su festivo padre, Jaime de Marichalar, no le parece tan mal que la pequeña Vic lo deje todo por la moda (un mercado que a él siempre le ha apasionado), lo cierto es que también está disgustado por los últimos malos comportamientos de la joven en público. Al igual que piensa la infanta Elena, con quien no guarda buena relación desde hace años, a sus padres les disgustan las últimas polémicas: aparcar el coche de forma indebida, montar en patinete junto con otra persona, sus continuos desplantes a la prensa... Malencarados comportamientos, por cierto, muy alejados de lo que realmente significa ser influencer.