Al Consistorio donostiarra le corresponde dar respuesta a las necesidades de los menores en situación de desprotección leve o moderada. En los últimos años se imponen los programas basados en la evidencia. Un problema, una respuesta.
El Ayuntamiento de Donostia, atendiendo a sus competencias, dedica una importante dotación de recursos humanos y materiales al desarrollo de programas de atención a menores.
La concejala de Acción Social del Consistorio donostiarra, Aitziber San Roman, explica que, en la actualidad, las iniciativas que se están desarrollando a nivel local se integran en lo que se denominan programas basados en la evidencia.
San Roman insiste en la idea de que el Ayuntamiento está muy pendiente de la evolución de los programas que se desarrollan en este área para ir adaptando al quehacer municipal aquellas mejoras y cambios que se vayan validando.
El trabajo se realiza desde la perspectiva de "ayudar a los menores en situación de desprotección, leve y moderada, y a sus familias". La atención ante situaciones más graves corresponde a la Diputación.
Son casi 2,5 millones de euros al año los que el Ayuntamiento destina al desarrollo de los distintos programas de atención a menores.
"Los programas de detección precoz que se desarrollan en centros escolares y en ambulatorios son más conocidos, pero no lo son tanto aquellos que se aplican cuando se detecta que un menor y sus familias necesitan ayuda", señala San Roman.
"Desde 2014 el Ayuntamiento de Donostia se embarcó en un tipo de atención que no era tan habitual en aquel entonces: los programas basados en la evidencia", explica.
Hasta aquel momento, y también a día de hoy, la mayor parte de los casos "son atendidos por educadores y terapeutas", pero a partir de 2012 se abrió un proceso de reflexión para replantear la estrategia a seguir. Se analizaron los resultados de las acciones, el número de menores atendidos y se dirigió la mirada hacia otros países para conocer distintas experiencias.
"Entonces, sobre todo en EEUU, se planteaba que la atención en las familias se centrara en determinadas cuestiones, sin tratar de dar respuesta a todas las necesidades", destaca la edil de Acción Social.
Sobre esta premisa, en 2014 el Ayuntamiento, la Diputación y la UPV/EHU, de la mano de universidades estadounidenses, comenzaron a trabajar con el objeto de implantar, de partida, dos programas: Incredible Years y Safe Care.
"Se analizó si lo que funcionaba en otros sitios podía funcionar aquí y se vio que sí. Los programas basados en la evidencia del Ayuntamiento se aplican según se ve la necesidad. Sigue la atención habitual, aunque cada vez se tiende más a la consecución de objetivos concretos", abunda.
La prueba de los dos primeros programas dio buenos resultados y el área de Acción Social decidió continuar trabajando por esta vía, por lo que se siguió investigando para poner sobre la mesa dos nuevas propuestas en esta misma línea, entre ellas la de Parentalidad Positiva.
A nivel europeo los programas basados en la evidencia van tomando fuerza. Son aquellos que "se ha demostrado de forma inequívoca que poseen un efecto positivo en uno o más resultados infantiles relevantes".
Habilidades parentales
Centrémonos en Donostia. El programa Save Care está dirigido a los progenitores de niños y niñas de entre cero y cinco años. "Es un programa educativo que pretende fortalecer las habilidades parentales y tiene lugar en los domicilios", explica San Roman. En 22 sesiones, que se inician tras detectar que los niños y niñas "tienen algún problema", se trabaja en "la seguridad en el hogar, el cuidado de la salud, la interacción y el afecto". Después llega la evaluación.
El pasado año fueron 24 las familias que participaron en este programa.
Incredible Years incluye una novedad en 2021, ya que se ha comenzado a interactuar con menores de entre 9 y 12 años cuando, con anterioridad, se había trabajado con niños y niñas de entre 4 y 8 años y sus padres y madres.
Este programa atiende a menores "con conductas disruptivas y con padres y madres con una capacidad limitada de afrontarlas". El objetivo no es otro que "reconducir el sistema familiar" y darles "herramientas y pautas para que puedan superar esas situaciones". En este caso la propuesta se desarrolla en 20 sesiones a lo largo de 20 semanas, sumando cuatro visitas a domicilio.
El pasado año fueron 41 los menores y 50 las personas adultas que tomaron parte en este programa.
El programa AVI, tiene como finalidad "trabajar el apego" y está enfocado a menores de entre ocho meses y cinco años con un riesgo de desprotección leve o moderado, cuando se ha detectado que las personas cuidadoras tienen "bajas competencias y existe poca red alrededor".
Lo que busca es "mejorar las competencias parentales, incrementar la interacción positiva y mejorar la calidad del vinculo entre las personas cuidadoras y los menores".
En 2020 fueron once las familias participantes en este programa, que se formó en 2019 de la mano de la UPV/EHU.
El programa Egokitzen es de reciente cuño. Es un programa psicoeducativo para padres y madres inmersos "en procesos de separación y divorcio duros y complicados, con los menores en medio y a veces instrumentalizados". Este programa se desarrolla de la mano de la Universidad de Deusto y se trabaja con adultos.
"Muchas veces hemos observado que detrás de niños y niñas con algunos problemas de conducta están este tipo de situaciones", puntualiza San Roman.
De ahí la necesidad de un programa que venía ya dando buenos resultados en Gasteiz y que pone en manos de padres y madres herramientas para hacer que los menores no sufran ante estas situaciones.
El último programa es el bautizado como Parentalidad Positiva, que llega con el aval de la Universidad de Oviedo. Consiste en "facilitar medios para que las familias puedan solventar necesidades básicas".
"Ninguno de los programas se enfocan en exclusiva a niños y niñas, todos tienen muy en cuenta el papel fundamental de las personas educadoras", insiste San Roman.
Radar de los servicios de base
¿Cómo llegan los menores y sus cuidadores a estos programas? "Normalmente se detectan desde los servicios sociales de base. Pero para nosotros una herramienta muy eficaz es el Programa de Intervención y Detección Precoz, que lleva muchos años funcionando en el Ayuntamiento".
Este programa, apunta San Roman, centra parte sus esfuerzos en la formación de profesionales que trabajan con menores y en asesorarles a la hora de gestionar algunos casos.
En la actualidad, este programa funciona en 42 centros escolares y 11 haurreskolas, dos polideportivos y todos los gaztelekus y haurtxokos de Donostia. Para el curso entrante se busca seguir creciendo, multiplicando las unidades en algunos de los centros.
Además, está activado en Guardia Municipal y en todos los centros de salud. "Todos y todas las pediatras de la ciudad participan en este programa de detección, tienen formación para saber cuándo hay que ponerse alerta".
Posteriormente se crean unidades profesionales que si es necesario, tras analizar el caso, intervienen.
Sería un paso previo, un radar, para detectar los casos que podrían derivarse al resto de programa, aunque algunas veces con unas pautas simples se encauza la situación.
En total, en el curso 2019/2020 se atendieron 1.266 casos de menores, de los que 830 eran nuevos casos abiertos y 396 continuaban activos desde el curso anterior. Un total de 750 se dieron por cerrados en un curso en el que la duración media por atención fue de 6,87 meses. El Servicio de Apoyo a la Gestión Familiar, además, atendió un total de 48 casos.
El Programa de Intervención con menores en situación de desprotección leve o moderada atendió el pasado año 201 nuevos casos, de los que 38 fueron definitivamente derivados a la Diputación Foral de Gipuzkoa.
En estas situaciones el Ayuntamiento "informa" a la Diputación, pero la intervención es de competencia foral.
Los 2,5 millones que el Consistorio destina a este fin, casi un millón al Programa de Detección Precoz y el resto a los distintos programas antes citados, tienen como fin actuar "cuanto antes" para que los casos no lleguen a ser graves.
En 2020 en el área de apoyo psicoeducativo y psicosocial 153 niños y niñas fueron atendidos por terapeutas, 274 por educadores y por ambos, 28. "Estos equipos vienen trabajando desde hace mucho tiempo, pero cada vez se hace más en función de objetivos concretos", concluye San Roman.