Desde tiempos inmemoriales, las aguas termales han sido siempre un refugio de sanación y descanso. En Euskal Herria, estas fuentes de bienestar se combinan con tradiciones milenarias, ingredientes autóctonos y entornos naturales que invitan a la desconexión. Por eso mismo, nos embarcamos en una ruta por algunos de los spas y balnearios más emblemáticos de nuestros territorios, explorando sus tratamientos únicos y la esencia personal que los hace especiales.
El poder del vino y el aceite en Rioja Alavesa
Nuestra primera parada nos transporta a un lugar privilegiado. En pleno corazón de la capital alavesa, el S’THAI Vitoria Spa nos sumerge en una experiencia sensorial inspirada en las antiguas tradiciones asiáticas. Fundado por el exfutbolista Aitor Ocio, este spa fusiona técnicas ayurvédicas de la India, métodos curativos tailandeses y rituales ancestrales de China y Bali.
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Fachada exterior del S'THAI Vitoria Spa, en la calle San Prudencio.
Desde el primer momento, el ambiente nos envuelve. La decoración, con muebles y esculturas propias de la cultura de Indonesia, crea un refugio exótico donde el tiempo parece detenerse. Nos dejamos llevar por el masaje balinés tradicional, ideal para liberar tensiones con una combinación equilibrada de presión y suavidad. Pero si buscamos algo realmente especial, el masaje S’THAI, realizado por dos terapeutas de forma sincronizada, nos sumerge en un estado de relajación profunda con aromaterapia y acupresión.
Nos dirigimos ahora a Rioja Alavesa, donde el aroma de los viñedos nos da la bienvenida al Wine Oil Spa, un templo del bienestar que aprovecha las propiedades del vino y del aceite de oliva en sus tratamientos. Ubicado dentro del hotel Villa de Laguardia, este spa de casi 1.000 metros cuadrados combina tradición y vanguardia en un circuito termal presidido por un majestuoso olivo de la variedad Arróniz.
Nos sumergimos en su piscina dinámica con géiseres y camas de microburbujas, disfrutamos de la sauna finlandesa y probamos el baño turco. Pero lo más sorprendente es la gama de tratamientos con productos locales, pues además del vino y el aceite de oliva, aquí se aprovechan las propiedades de castañas, endrinas, trufas de Montaña Alavesa y plantas aromáticas autóctonas, logrando una conexión única con la tierra.
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Las instalaciones del Wine Oil Spa del hotel Villa de Laguardia.
Aguas termales con propiedades terapéuticas
El paisaje cambia al adentrarnos en el valle de Karrantza, un rincón de Bizkaia donde las aguas termales han sido fuente de salud durante siglos. En el balneario Casa Palloti, nos sumergimos en una piscina de aguas mineromedicinales de los manantiales de las Termas del Molinar, cuyas propiedades terapéuticas son reconocidas por sus beneficios para afecciones reumáticas y de la piel.
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El balneario Casa Palloti en Karrantza.
El entorno tranquilo y la calidez de las instalaciones hacen que cada momento aquí sea un respiro para el cuerpo y la mente. Entre burbujas y contrastes de temperatura, nos dejamos llevar por su fangoterapia (tratamientos con barro) y los masajes relajantes, mientras el murmullo del agua nos envuelve en una atmósfera de serenidad absoluta.
Nuestra ruta nos lleva a Orduña, donde descubrimos el hotel-balneario Orduña Plaza. Este establecimiento combina historia y bienestar en un espacio donde la hidroterapia es la protagonista. Por esto mismo, nos aventuramos en su interior, donde encontramos bañeras de hidromasaje, circuitos termales y duchas con diferentes intensidades que estimulan la circulación. Luego, exploramos sus técnicas de exfoliación y probamos los tratamientos de belleza y masajes que fusionan técnicas orientales y occidentales para una relajación total.
Tradiciones centenarias
Nos desplazamos hacia territorio guipuzcoano, donde nos espera Relais Termal - Balneario de Cestona. Este icónico balneario, con más de un siglo de historia, es conocido por sus aguas termales con propiedades curativas. Aquí, el tiempo parece detenerse mientras nos sumergimos en piscinas termales que han aliviado a generaciones de visitantes.
Las terapias incluyen envolturas de algas y tratamientos de hidroterapia que aprovechan los minerales naturales del agua, reconocidas a nivel internacional por sus muchas propiedades mineromedicinales, que se nutren de los manantiales de San Ignacio y Nuestra Señora de la Natividad. Esto proporciona una experiencia que va más allá de la simple relajación, convirtiéndose en un verdadero renacer para el cuerpo.
Nuestra siguiente parada nos lleva a la elegante capital de Gipuzkoa, donde el spa del hotel Catalonia Donosti nos ofrece un refugio de bienestar en plena ciudad. Entre sus instalaciones, encontramos una piscina con chorros y sauna finlandesa en un espacio welness diseñado para rejuvenecer el cuerpo y la mente.
El contraste entre el bullicio urbano y la serenidad de este espacio nos recuerda que la desconexión también puede encontrarse en el corazón de una gran ciudad, por lo que nos acercamos al final de esta ruta con una sensación de ligereza, como si cada gota de agua hubiese arrastrado el estrés y nos hubiese devuelto un nuevo equilibrio.
Aguas antiguas y muy saladas
Finalizamos nuestro viaje explorando los tesoros termales de Navarra, una tierra en la que las aguas cautivas han sido protagonistas desde la época romana. Por eso, nos pasamos por el balneario de Fitero en el hotel Gustavo Adolfo Bécquer, uno de los más antiguos de la península, para sumergirnos en piscinas alimentadas por manantiales naturales que emergen a más de 50 grados.
Un poco más al norte, escondido entre verdes montañas, encontramos el balneario de Elgorriaga, conocido por tener las aguas con mayor salinidad de Europa. Gracias a esto, podemos dejarnos llevar por la sensación de ingravidez en sus flotariums, disfrutando del poder sanador del agua en su estado más puro.