¿Concierto para Catalunya?

Está contado y requetecontado que Catalunya no quiso un sistema parecido al Concierto o al Convenio cuando se le ofreció al principio de la tibia restauración democrática. Por un lado, porque recaudar impuestos era impopular y por otro, porque el padre de la Constitución española Miquel Roca pensaba que nuestros mecanismos seculares eran “una antigualla”.

De aquellos polvos nacidos de la soberbia fueron llegando, con el paso de los años, sucesivos lodos que, como vuelve a verse estos días, siguen sin encontrar una solución adecuada. Y eso es así, en buena parte, porque la cuestión se suscita siempre en medio de procesos negociadores entre las fuerzas soberanistas y el Gobierno español.

A río revuelto...

Y así estamos, una vez más, con Pedro Sánchez tratando de mercadear el apoyo de ERC a Illa a cambio de “una financiación singular”. Bien es cierto que fueron los republicanos los que se lo pusieron en bandeja al utilizar esa expresión sin precisar claramente el contenido.

En la penúltima hora, tuvieron que salir a aclarar que “con un concierto no basta”. No es, desde luego, el mejor contexto para que el partido que mantiene el Govern en funciones se meta en más líos, con 300 militantes significados solicitando un inmediato proceso de renovación de la cúpula.

Desde Catalunya Nord, Carles Puigdemont también lo tuvo muy fácil para poner a escuadra a Sánchez . El aspirante a volver a ser president tachó como chantaje y escándalo la oferta del presidente del Gobierno Español.

Claro que los que más están disfrutando del panorama son los embarradores profesionales. En cabeza, José María Aznar, que ayer se autoplagió el célebre “El que pueda hacer que haga”. En este caso, lo que hizo fue apelar a la ciudadanía a evitar lo que denominó “desmontaje institucional”.

El PP oficial también anda megáfono en mano, rescatando todos los topicazos sobre la venta de España y el carácter insaciable del soberanismo catalán.

Nadie recuerda que, en su día, le montaran una pajarraca a su anterior líder, Pablo Casado, que en más de una ocasión afirmó que Catalunya debía tener una financiación que respondiera a sus necesidades. Se lo juro.