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Condenado un hombre por entrar en las casas de sus vecinos a olerles los zapatos

El joven, un griego de 28 años, se siente avergonzado por una conducta que asegura que no puede explicar
Dos pares de zapatos, sobre el felpudo de una casa. / Freepik

Tener una casa se ha convertido en algo tan complicado para buena parte de la población, viendo cómo no para de crecer el precio de los alquileres y de las viviendas en venta, que lo que menos quiere quien cuenta con un hogar es que entren en él sin su consentimiento.

Unos allanamientos que generalmente se producen para robar y, en mucha menor medida, para quedarse en la vivienda como okupa. Pero no todo el que entra en una casa sin permiso busca llevarse algo ajeno o contar con un techo gratis, sino que hay quien tiene otras motivaciones, por muy increíbles que puedan parecer, como se ha podido comprobar recientemente en Grecia.

Para oler zapatos ajenos

En el país heleno un hombre ha sido condenado por entrar a escondidas a las casas de varios vecinos con una intención bastante extraña: oler sus zapatos usados. El joven, de 28 años, fue detenido la madrugada del pasado día 8 de octubre en la pequeña localidad de Sindos, situada a 15 kilómetros de la ciudad de Salónica. Un vecino se lo encontró en el patio situado delante de su casa oliendo los zapatos de su familia, que habían colocado ahí para que se airearan después de su uso durante el día, y decidió llamar a la Policía.

No era la primera vez que el hombre se colaba a escondidas en una vivienda, ya que durante el juicio pudo conocerse que ya lo había hecho en tres ocasiones más, en tres casas diferentes, durante los últimos seis meses, aunque en esos casos los vecinos no habían llamado a la Policía, sino que habían informado de lo ocurrido a los familiares del joven para que lo controlaran.

Vergüenza e intención pacífica

El hombre afirmó ante el tribunal de Salónica que se sentía muy avergonzado por su conducta y que no era capaz de explicarla. Aseguró además que su intención nunca había sido saltarse la ley ni dañar ni robar a nadie, algo que confirmaron sus vecinos, que certificaron que en las irrupciones en sus casas, que tuvieron lugar siempre por la noche, el joven nunca mostró ningún signo de agresividad.

Eso sí, incumplir la ley tiene su castigo y el hombre ha sido condenado a un mes de cárcel, que no tendrá que cumplir al no contar con antecedentes. Además, el juez le ha ordenado que acuda a sesiones de terapia para poder superar su problema y de esa manera evitar reincidir en esa conducta inofensiva pero ilegal.

24/10/2024