El riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares aumenta con el incremento de la carga de estrés percibido, los problemas financieros y los acontecimientos vitales adversos, según muestra un importante estudio internacional de seguimiento de diez años en el que los investigadores de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, son los autores principales.
Los investigadores han podido relacionar el riesgo de infarto de miocardio y de accidente cerebrovascular con los altos niveles de estrés.
El estudio, publicado en la revista 'JAMA Network Open', incluyó a 118.706 individuos de 21 países, cinco de ellos con ingresos bajos, doce con ingresos medios y cuatro con ingresos altos. Los participantes, tanto hombres como mujeres, tenían entre 35 y 70 años, siendo 50 la media cuando se inició el estudio.
Inicialmente, se les hicieron preguntas sobre el estrés percibido en el último año. El estrés se definió como el hecho de sentirse nervioso, irritable o ansioso debido a factores en el trabajo o en el hogar, estar en dificultades financieras o haber experimentado eventos difíciles y momentos desafiantes en sus vidas.
Dichos acontecimientos y momentos incluían el divorcio, el desempleo, el duelo o la enfermedad grave de un miembro de la familia. El estrés se calificó en una escala de cero (sin estrés) a tres (estrés grave).
De los participantes, se comprobó que el 7,3% estaba sometido a estrés grave, el 18,4% a estrés moderado, el 29,4% a estrés bajo y el 44% a ningún estrés. Las personas sometidas a estrés grave eran ligeramente más jóvenes, se caracterizaban con más frecuencia por factores de riesgo como el tabaquismo o la obesidad abdominal, y se encontraban con más frecuencia en países de ingresos altos.
Los individuos fueron seguidos hasta marzo de 2021, lo que significa que la mediana del período de seguimiento fue de diez años. Durante este tiempo, se registraron 5.934 eventos cardiovasculares en forma de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular o insuficiencia cardíaca.
Tras los ajustes por las diferencias en los factores de riesgo entre las personas con alto y bajo estrés, se descubrió que en los participantes con alto estrés el riesgo de algún tipo de evento cardiovascular se elevaba en un 22%, el de infarto en un 24% y el de ictus en un 30%.
Los resultados confirman investigaciones anteriores en este campo, con la diferencia de que en este estudio los niveles de estrés se clasificaron antes de los eventos cardiovasculares. Los estudios anteriores trataban de determinar los niveles de estrés en personas que ya habían sufrido un infarto o un ictus, lo que podría haber afectado a las respuestas.
El estudio se basó en el estudio poblacional Prospective Urban Rural Epidemiological (PURE) y fue dirigido por Annika Rosengren, catedrática de Medicina, junto con su colega de investigación Ailiana Santosa, primera autora del trabajo. Ambas trabajan en el Instituto de Medicina de la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo.
El estudio no puede responder a preguntas como si el estrés tiene un efecto más agudo o crónico, o si su efecto difiere entre las categorías de ingresos de los países, admiten los investigadores, pero resaltan que uno de los puntos fuertes del estudio es que se trata de encuestar aspectos del estrés que pueden ser relevantes incluso en países donde el término "estrés" puede ser menos actual que en los países occidentales de renta alta.
"No se sabe exactamente cuál es la causa del elevado riesgo de enfermedad cardiovascular entre las personas muy estresadas. Pero muchos procesos diferentes del organismo, como la aterosclerosis y la coagulación de la sangre, pueden verse afectados por el estrés", afirma Rosengren.
"Si queremos reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares de forma global, tenemos que considerar el estrés como otro factor de riesgo modificable", continúa.
El estudio PURE, en el que participan 200.000 personas de 26 países, ha realizado un seguimiento durante aproximadamente una década. El investigador principal es el profesor Salim Yusuf, del Instituto de Investigación en Salud de la Población, de la Universidad McMaster y Hamilton Health Sciences, en Canadá.
"El impacto del estrés en las enfermedades cardiovasculares está reconocido desde hace tiempo, y los enfoques para reducir el estrés son potencialmente prometedores para reducir las ECV", afirma.