Genocidio. Las congoleñas en el exilio ponen nombre a lo que está ocurriendo en la República Democrática del Congo desde hace casi tres décadas. Los números son abrumadores: más de cinco millones de personas asesinadas y siete millones de desplazados. Es el conflicto que más víctimas mortales ha causado desde la II Guerra Mundial, sin embargo, no ocupa portadas. Feminicidio. Otro término para describir lo que está ocurriendo en el país africano, porque las mujeres son las principales víctimas de este conflicto. Y es que sus cuerpos son usados por todos los agentes en conflicto como forma de humillación y destrucción de toda la nación. Una mujer es violada en el país cada cuatro minutos, un arma de guerra que convierte las vidas de estas mujeres en un trauma que pasa de generación en generación.
Pero lo que está ocurriendo en la República Democrática del Congo no se puede resumir en números. "Lo que más me molesta es que este conflicto se resume en números en vez de en personas. Hace tres décadas que vivimos una guerra impuesta en el este de la República Democrática del Congo, que alberga unos recursos codiciados por todo el mundo pero que nosotras nunca hemos llegado a ver. Nosotras nunca hemos visto el coltán, pero se nos mata por él", denuncia Marie Lucia Monsheneke, cofundadora Famek Elkartea. Décadas de conflicto han provocado una profunda crisis humanitaria que impide a la población local acceder a medios de vida y muchas personas mueren a causa de enfermedades o por desnutrición.
Ante esta situación, que vive uno de sus momentos más críticos tras la toma de la guerrilla M23 de las ciudades de Goma (Kivu Norte) y Bukavu (Kivu Sur), pero sobre todo ante los silencios, las congoleñas en el exilio se han organizado para alzar la voz por todas esas mujeres que están viviendo el conflicto en sus cuerpos. Marie Lucia Monsheneke, Andie Susana Malala N’Songo, Carine Lukubama Souza (Kuma) y Quinndy Akeju piden la intervención de la comunidad internacional para frenar la injerencia de Ruanda en su país. Ya ha habido algunos pasos; Estados Unidos ha impuesto sanciones contra el ministro para la Integración Regional de Ruanda, el exgeneral James Kabarebe, y el portavoz del Movimiento 23 de Marzo (M23), Lawrence Kanyuka. Y Reino Unido anunció la suspensión temporal de la ayuda directa a Ruanda y sanciones al país. Pero se necesita más.
"Ruanda es como un barrio de República Democrática del Congo, ¿cómo es posible que un país tan pequeño sea capaz de atacar con esa fuerza un país tan grande? Esto sería imposible sin el apoyo de otros países. Sabemos con nombres y apellidos los que promueven estas guerras, pero no se dice porque hay muchos intereses detrás", denuncia Monsheneke. Como ejemplo de los intereses que despierta el país, la segunda guerra del Congo (1998-2003) involucró a nueve países y se denominó la Guerra Mundial africana y guerra del coltán.
"La República Democrática del Congo es importante para todo el mundo porque es imposible codificar un futuro tal y como lo estamos planteando en Occidente sin este país, no solo por los móviles, sino por los coches eléctricos, toda la tecnología aeroespacial, toda la tecnología utraavanzada que se usa en los quirófanos, la inteligencia artificial... todo eso bebe del coltán, del cobalto y de otros minerales que están casi exclusivamente en República Democrática del Congo", explica Akeju, cofundadora de Afrocolectiva.
Feminismo
En estos días que el feminismo vuelve a tomar las calles, las activistas piden poner el foco en este conflicto. "Siento que cuando hablamos de feminismos nos referimos a feminismos de Occidente y muchas veces se habla de la mujer negra como si estuviéramos diseñadas para aguantar el dolor", lamenta Andie Susana Malala N’Songo. La prueba de esta falsedad son los estragos en la salud mental que este conflicto está provocando en las mujeres congoleñas. Un poco de crudeza para ilustrar lo que están viviendo: una mujer puede ser violada en Congo por cinco hombres y tener que vivir el resto de su vida con las secuelas (físicas y psicológicas) y sin medios de vida; puede verse obligada a presenciar el asesinato de sus hijos, la violación o su secuestro para hacerlos niños soldado; puede verse obligada a vivir y trabajar (por llamarlo de alguna manera) en una de las múltiples y precarias minas que abastecen de minerales a las multinacionales occidentales y chinas enfrentándose a enfermedades mortales y a todo tipo de violencias... y así un sinfín de situaciones. "Nuestra obligación aquí es alzar la voz por ellas y que la sociedad sea consciente de lo que hay detrás de un iphone", asegura Kuma.
No se trata de que se dejen de fabricar, sino de que las multinacionales se aseguren de que la cadena de suministro no está manchada de sangre y que los minerales no han sido obtenidos a base de explotación de hombres, mujeres y niños. Pero las activistas no quieren hacer solo un relato de víctimas. "Hay resistencia en Congo, la población no va a dejar que le arrebaten la tierra", aseguran.