El nuevo estallido de violencia en el este de la República Democrática del Congo ha llevado nuevos desplazamientos, asesinatos de civiles, violencia sexual y hambre a una tierra herida por casi 30 años de sucesivos conflictos armados. En Kivu Norte, epicentro de este nuevo estallido, suman ya 2,7 millones las personas que han tenido que huir de sus hogares, muchas de las cuales viven en campamentos improvisados donde “encontrar comida, agua o recibir atención sanitaria es un milagro”.
“La situación humanitaria de los desplazados es muy preocupante. No solo las condiciones de vida son inhumanas; dada la precariedad de las viviendas, aumenta el riesgo de enfermedades por el mal tiempo. En los campos de desplazados, conseguir comida suficiente es un milagro. Y esto lleva a las niñas y a las mujeres a adoptar “sexo de supervivencia” (dedicarse a la prostitución para encontrar comida). No es necesario subrayar la gravedad de esta situación, que aumenta el riesgo de contraer infecciones y enfermedades de transmisión sexual”, explica desde Goma, capital de Kivu Norte, Émilie Katungu Katondo, directora de programas de la organización Synergie des femmes pour les victimes des violences sexuelles (SFVS).
Pero, además, estos campos se están convirtiendo en blanco de los bombardeos por parte de los grupos armados, el más reciente ocurrido el pasado 3 de mayo en el distrito de Mugunga, que dejó 16 fallecidos, la mayoría de ellos mujeres y niños. Todo indica que detrás de este ataque está el grupo armado M23 (Movimiento 23 de Marzo), respaldado por Ruanda, causante de esta nueva ola de violencia. “La provincia de Kivu Norte se caracteriza por una inseguridad generalizada debido a los múltiples grupos armados que buscan poder, liderazgo y acceso a los abundantes recursos minerales de la región. Esto va acompañado de una serie de violaciones de derechos humanos, particularmente violencia sexual. La población está sometida a continuos desplazamientos masivos en un clima de trauma y psicosis generalizada”, cuenta Emilie. Y son las mujeres y la infancia quienes sufren especialmente esta violencia.
Los niños han visto cómo se destruían sus hogares y escuelas, y sufren cada día todo tipo de violencias. “El resultado de la guerra es el abandono de la educación por parte de la mayoría de los jóvenes, especialmente las niñas, que quedan así expuestas al matrimonio precoz, la violación y otras formas de violencia”, destaca Emilie. Según Greg Ramm, director de Save The Children en la República Democrática del Congo, los niños “no solo están siendo testigos de los horrores del conflicto, sino que también están siendo reclutados por los grupos armados”. En la huida precipitada de sus pueblos, muchos de ellos se pierden, lo que les convierte en el blanco perfecto de los grupos armados. Además, son víctimas de la continua violencia sexual. Desde enero, Save The Children han documentado 10.400 casos de violencia basada en el género, la mayoría proveniente de Kivu Norte.
“Sabemos que esta cifra se queda corta, hay muchos casos de violencia en los campos de desplazados, en los alrededores y en la ciudad de Goma”, apunta Ramm. “Cada día se registran casos de violencia sexual en los campos de desplazados. Según un informe del Ministerio de Género, en 2023 se registraron 50.000 casos de violencia basada en el género”, añade la responsable de SFVS. Ramm alerta de que no hay un lugar seguro en toda la provincia. “Todas las zonas han sido afectadas por la violencia de alguna manera en los dos últimos años”, asegura.
Los grupos armados
La fuerza del M23
República Democrática del Congo es uno de los países más devastados del mundo y con más desplazados a causa de la violencia y el expolio. En todo el país hay más de seis millones de desplazados y se estima que más de cinco millones de personas han muerto desde 1996, cuando comenzó la guerra, apoyada por Ruanda y Uganda, para derrotar al dictador Mobutu Sese Seko. Duró nueve meses, pero en 1998, bajo el mandado del presidente Laurent Kabila, estalló la que se ha denominado como la guerra mundial africana, que implicó a nueve países.
La firma de paz llegó en 2003, así como la supuesta expulsión de las potencias extranjeras, sin embargo, esto no llevó a la disolución de los grupos armados, nacionales y extranjeros, que se formaron en aquellos años y que desde entonces han ido transformándose y multiplicándose hasta la actualidad, alimentando un conflicto que se ha vuelto endémico por el control de las minas de coltán, oro, diamantes, estaño y tantalio, recurso naturales de los que se benefician también las multinacionales occidentales y chinas.
En el este del país, en las provincias de Kivu Norte, Ituri, Kivu Sur, Maniema y Tanganyka, hay 252 grupos armados locales y 14 extranjeros, según el programa de desarme de la República Democrática del Congo. En Kivu Norte, los grupos locales se han unido bajo el paraguas de la milicia wazalendo para combatir, junto al Ejército regular, al M23.
Surgido tras el fin de la guerra de Kivu (2004-2009), su poder es tal que en 2012 llegó a tomar el control de la ciudad de Goma durante un mes. “Kivu Norte e Ituri llevan tres años de estado de sitio y en este tiempo no se ha logrado neutralizar a ningún grupo armado. La situación de los derechos humanos en general en Kivu Norte es la más alarmante de toda la República Democrática del Congo. Esta provincia ha sido asolada por un conflicto armado durante 20 años, lo que ha dado lugar a una situación humanitaria y de seguridad crónica especialmente grave”, explica Emilie.
La violencia sexual
Arma de guerra
Los sucesivos conflictos, internos y regionales han sumido a la República Democrática del Congo, y en especial al este del país, donde se encuentran gran parte de las minas, en una profunda crisis humanitaria, social, política y económica que tiene a su población cautiva. “La violencia sexual en el este de la República Democrática del Congo es el resultado de la historia del conflicto del país, que durante 30 años ha visto repetidas guerras, motivadas la mayor parte de las veces por la búsqueda del control de los recursos naturales estratégicos concentrados en las provincias orientales por parte de los grupos armados que abundan en la región”, explica la directora de programas de SFVS.
Estos grupos armados han utilizado la violencia sexual como arma de guerra, entre otras cosas, para desestructurar a la familia y, por consiguiente, a toda la comunidad. “En menor medida existe violencia sexual perpetrada por miembros de la comunidad. Que sea menor no disminuye en modo alguno la gravedad de esta violencia, pero la mayor parte es perpetrada por los grupos armados”, apunta Emilie. Caddy Adzuba, abogada y activista congoleña, resume así el contexto de violencia sexual: “Es la herencia de la guerra”.
Los minerales
Explicaciones a Apple
El país alberga minas de oro, diamantes, estaño y tantalio, además del 50% de las reservas mundiales de cobalto y entre el 70 y el 80% del coltán, el mineral con el que se fabrican los móviles y los ordenadores. Muchas de estas explotaciones mineras, donde abunda el trabajo infantil y las condiciones infrahumanas, son explotadas por estos grupos armados.
Y la inestabilidad que genera el conflicto permite que estos minerales salgan ilegalmente hacia Ruanda para abastecer a las grandes multinacionales. Ahora, el Gobierno de Kinshasa quiere poner el foco en este asunto y ha pedido explicaciones a Apple sobre su cadena de suministro. Además, amenaza con poner una demanda judicial si no obtiene una pronta respuesta. El Ejecutivo congoleño acusa a la multinacional estadounidense de utilizar minerales de sangre, extraídos ilegalmente del convulso este del país y sacados a través de Ruanda.