La pandemia que nos cambió la vida ha ido dejando un reguero de modas. Algunas fueron pasajeras: a la fiebre del papel higiénico, desatada en pleno pánico, le siguió la pasión por la repostería casera y el deporte entre cuatro paredes. Así se fueron agotando las harinas de los supermercados y los rodillos para hacer bici, la pesas de gimnasio y otros utensilios con el mismo fin en las tiendas de los supermercados.
Al ver la luz tras el desconfinamiento, muchos pensaron que lo mejor ese verano sería no juntarse con nadie. Resultado: se agotaron las piscinas desmontables. Hubo incluso que advertir del riesgo de instalarlas en los balcones para que el peso excesivo no ocasionara desgracias. Con el miedo al transporte público también se desbocó la venta de bicicletas, así como el arreglo de las antiguas. Este furor no se ha apagado. Y una empresa navarra, con sede en el Valle de Egüés, lo está aprovechando para crecer como nunca.
"El último año con datos cerrados hemos crecido un 37%", dice Javier Orbaiceta, director general de Conor Sports, dedicada al diseño y montaje de bicicletas, donde trabajan 24 personas, y que el año pasado facturó cerca de 15 millones de euros. "Y si no hubiésemos tenido tantos problemas de abastecimiento podríamos haber vendido más".
La empresa, fundada en 1990, va con paso tranquilo. "Somos prudentes", dicen. Por eso ha invertido más de 260.000 euros para mejorar la eficiencia energética y las condiciones de trabajo en su planta de Egúés, donde conviven los encargados de diseñar las bicicletas, los trabajadores comerciales y el personal del taller de montaje, donde las bicicletas toman la forma definitiva. Allí tensan los radios, se centran las ruedas y se instalan los cambios y demás componentes, sobre todo en los productos de mayor valor.
"En otros casos las bicicletas vienen ya montadas", explica Orbaiceta, cuya empresa afronta un futuro con desafíos. Por un lado, va a intentar aumentar su cuota de mercado internacional, que es hasta ahora muy reducida. Para ello va a reforzar su equipo comercial, al frente del que se encuentra Pruden Induráin, exciclista profesional. Por otro, quiere aprovechar la revalorización de la bicicleta "como medio de transporte" y no solo "para hacer ocio o hacer deporte".
Quizá por ello son las bicicletas eléctricas y de pedaleo asistido las que más crecen en el último año, con aumento del 87% que habla del modo en que son vistas por la ciudadanía. El sector, sin embargo, se encuentra con algunas dificutades. Algunas con coyunturales, como el acceso a los materiales.
"Algunos proveedores nos estän dando fecha para mitad de 2024, por lo que la clave es anticiparse", dice Orbaiceta, quien admite asimismo la dificultad de contar con proveedores cercanos. "El nuestro es un mundo muy pequeño. Los dos fabricantes de componentes principales son un japonés y un estadounidense. Son los que reclama el cliente, no es fácil", dice.