Las rabietas son un fuerte desafío al que en un momento u otro se enfrentarán la mayoría de los padres. Este estallido emocional de los más pequeños puede desatarse en cualquier lugar: en casa, en la calle, en el supermercado... Son ruidosas, llaman la atención de todo el que se está a varios metros a la redonda y generan gran impotencia y frustración en los padres, además de ser agotadoras emocionalmente si ocurren con frecuencia.
Pueden aparecer en bebés de 12 meses y se intensifican a los 2 años, pero pueden durar hasta los 5. La experta en conducta Virginia Montañez Soto en su artículo ¿Cómo se pueden prevenir las rabietas? ofrece tres consejos para afrontarlas:
1- No cedas a sus demandas. Aunque ofrecerle lo que quiere ayudaría a calmar la rabieta, también reforzaría esos comportamientos como la forma de conseguir lo que desea o de evitar lo que no le gusta. Si quiere algo y no puede tenerlo, aguantamos como podamos el chaparrón y cuando se calme le abrazaremos y hablaremos de cómo se siente y de por qué a veces no podemos tener todo lo que queremos.
2- No le grites. Perdiendo los nervios no vas a conseguir nada, al contrario, le estás enseñando que gritar en momentos de frustración y tensión es una conducta adecuada. La pérdida de control agravará la situación y hará que tu hijo o hija se sienta más nervioso e irritable, dificultando que la rabieta pierda intensidad.
3- No ignores todas las rabietas. Solo debes ignorar aquellas cuyo objetivo sea llamar la atención. Si no le haces caso, el niño o la niña dejará de hacerla o reducirá su intensidad. El resto debes atenderlas porque una rabieta es la expresión de una emoción y desatenderla supondría ignorar los sentimientos del pequeño. No se trata de reforzar un comportamiento negativo, sino de estar ahí para ayudarle cuando se calme.
¿Cómo prevenir una rabieta?
En cuanto a la prevención de las rabietas, Montañez establece cinco pasos, el primero de ellos la anticipación. Predecir posibles situaciones que desencadenen problemas de conducta e identificar los factores que las desatan reducirá el estrés de padres e hijos creando un entorno más tranquilo y positivo.
Un aspecto importante son las transiciones, es decir, pasar de una actividad divertida a otra menos divertida mediante un intercambio de refuerzos, de forma que la transición sea fluida y cambiar de actividad no suponga algo horrible. Hay que buscar algo que le guste a pequeño y deberemos entregárselo justo al final de la primera actividad como, por ejemplo, su snack favorito, ese globo que ha pedido durante toda la tarde...
El segundo paso sería establacer unas rutinas que aportan seguridad, orden y estabilidad, además de ser beneficiosas para la autorregulación, desarrollando habilidades de anticipación, reduciendo el estrés, la ansiedad y los comportamientos inadecuados.
El tercero sería definir unos límites claros para los niños, de forma que estos se sentirán más seguros y tranquilos. Así fomentarás su responsabilidad y su independencia y entenderán mejor qué es y qué no un comportamiento adecuado.
Cambiar el foco de atención es otra forma de prevenir una rabieta cuando el niño tiene un comportamiento inadecuado o peligroso. Y, por último, fomentar la comunicación y la expresión hará que tu hijo tenga una mayor compresión y gestione y regule mejor sus emociones.
¿Qué hacer durante el berrinche?
Cuando tu hijo está en plena rabieta lo principal es mantener la calma. Cuenta hasta diez, mantén la compostura y no te dejes llevar por las emociones. Tus decisiones serán más racionales y tu hijo se sentirá más seguro.
Sé empático, entiende que tu hijo es pequeño y que no sabe gestionar bien las emociones. Hazle ver que eres consciente de su enfado y al sentirse comprendido se irá calmando. También es importante apoyarle, escucha lo que tiene que decirte y hazle saber que tú estás ahí para ayudarle.
Crea un entorno seguro y aparta de él cualquier objeto que pueda suponer un peligro. Cambiar de lugar y de contexto también te puede ayudar a rebajar la rabieta.
De cualquier forma, recuerda que cada niño es único y que no hay ningún método infalible para su educación. Seguir estos sencillos consejos te puede ayudar a sortear las rabietas de tus hijos pero, eso sí, requiere de tu compromiso y de tu tiempo.
Y después de la rabieta...
- Háblale de forma tranquila. Estar enfadado no ayuda en nada.
- Muéstrale que la rabieta no sirve de nada. El niño debe entender que los comportamientos disruptivos no son la mejor forma de transmitir ni de expresar sus emociones.
- Refuerza los buenos comportamientos. Cuando el niño sea capaz de autorregularse y exprese sus emociones menos enfadado, recálcale lo bien que está manejando la situación y dale un abrazo.
- Promueve la autorregulación. Crea en casa un rincón de relajación con almohadas y peluches o música para que acuda a él a tranquilizarse cuando está enfadado.
- Enséñale a expresarse. Indícale las palabras o frases que puede utilizar para expresar sus emociones y anímale a hablar y a buscar soluciones juntos.