No es cuestión de reconstruir, de recuperar volúmenes, de limpiar la piedra hasta que quede casi irreconocible. Se trata de consolidar, de proteger. Los resultados son ya visibles en el teatro Victoria Eugenia y pronto lo estarán en San Telmo, emblemático edificio en el que en pocos días la empresa de restauración y conservación Petra va a dar por finalizada su compleja tarea.
Lo subraya la restauradora María Dolores Sanz Gómez de Segura. Tras la ardua tarea que se está llevando a cabo tocan las revisiones periódicas. Porque con los edificios históricos, como con las personas, a un tratamiento de choque le deben seguir las revisiones, el mantenimiento.
Sanz Gómez de Segura ha explicado a NOTICIASDEGIPUZKOA a pie de obra cómo se ha ido desarrollando el proceso de restauración de la fachada de San Telmo, mientras se remataban los trabajos en la portada de la calle Santa Corda.
La tarea que lleva a cabo Petra se plantea de forma interdisciplinar y, en esta ocasión y en el proceso ultimado previamente en el teatro Victoria Eugenia, la “coordinación”, también Donostia Kultura, ha funcionado de una manera más que positiva.
“El objetivo de ambas intervenciones ha sido revisar el estado de conservación y actuar en su mejora, porque ambos edificios han tenido muchas intervenciones en los últimos 40 años”, explica Sanz Gómez de Segura.
Los criterios para intervenir sobre el patrimonio han cambiado, y mucho, en las últimas décadas. “Los criterios de restauración de hace veinte años eran muy intervencionistas, muy de meter resinas y productos nuevos que se pensaba que iban a funcionar”, añade la restauradora. Pero la realidad es terca. “Con esta piedra arenisca y con estas condiciones climáticas y cerca del mar, no funcionan”.
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El equipo redactor del proyecto, el restaurador José Luis Larrañaga, el arquitecto Joaquín Zubiria y el aparejador Aitor Arzelai, revisó todos los estudios llevados a cabo previamente para plantear el trabajo a desarrollar.
La primera conclusión es de pura lógica: “no hay productos mágicos”. ”Esto es como cuando una persona es mayor y tiene una serie de patologías. Hay que cuidarle y llevarle a revisión para que pueda vivir el máximo de tiempo”, abunda la experta.
Con estos edificios históricos se está llevando a cabo “una labor de limpieza y de fijación en zonas desprendidas, para lo que utilizamos morteros tradicionales de cal y arena, que siempre han funcionado desde tiempo de los romanos”, especifica Sanz Gómez de Segura.
El equipo que trabaja en la restauración es el que elabora los morteros, “realizando pruebas previas siempre”. “Se han buscado morteros que sean compatibles con esta piedra que no es muy dura”, abunda.
“No se reconstruyen volúmenes porque se ha visto que cuando hay una fisura y entra el agua acaban cayéndose”, afirma.
Una parte del trabajo es el de limpieza de la colonización biológica, ese verde del que se tiñe la piedra y más junto a un monte, como es el caso. La zona de Santa Corda es muy sombría y poco expuesta al sol y requiere además de “un cepillado con agua alcohol”.
“La intención no es hacer una restauración integral que deja la piedra descarnada. Se ha conservado lo que ha llegado hasta nuestros días, se ha trabajado con la colonización biológica y con lo que más daña a la piedra:la entrada del agua”, puntualiza la restauradora gasteiztarra.
Es este un trabajo muy minucioso, que se lleva a cabo con pequeñas espátulas. “Se realiza un microsellado, cerrando todas las grietas y fisuras para que no entre el agua”, destaca.
Se han efectuado también trabajos para “encauzar bien el agua cuando llueve” y estudios de laboratorio para “ver cuáles de los hidrofugantes que están funcionando bien en el mercado funcionan bien con esta piedra” y en una situación de exposición a la “niebla salina”.
El hidrofugante que se aplica “deja que la piedra transpire pero, a su vez, evita que la sal y el agua entren”. Porque si no se deja transpirar a la piedra, como ocurre con los tratamientos anti pintadas, la capa de plástico acaba cayendo, se desconcha.
Cuando se retiren los andamios, subraya la restauradora, no se puede dar por acabado un proceso que requerirá de posteriores revisiones, ya que “la obra de arte tiene unos procesos de degradación que están ahí”. Los materiales utilizados facilitan que se puedan realizar actuaciones de repaso posteriores no agresivas.
“Se va a diseñar un programa de mantenimiento del que queda por fijar la periodicidad”, afirma Sanz Gómez de Segura.
Finalizada la obra, se establecerán controles para comprobar cómo funciona el hidrofugante aplicado. En estas tareas de control se cuenta con la colaboración de la Diputación Foral de Álava. Expertos de esta institución que han trabajado en la catedral de Santa María, se acercaron a Donostia antes de iniciar la intervención, tras la aplicación del tratamiento y volverán en un año para controlar el resultado, ya que son los que “han desarrollado la metodología para hacer estos controles en bienes culturales”.
El mimo y el conocimiento están garantizados, ya que se ha apostado porque las intervenciones estén lideradas por personas expertas en restauración de bienes culturales “y no por una constructora”. De este tema la cooperativa Petra sabe mucho, ya que ha intervenido en el estudio del Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, ha restaurado las pinturas de la capilla mayor, ha trabajado en el pórtico occidental de la catedral de Vitoria, realizó los estudios de los pórticos de la catedral de León e hizo las fachadas del Teatro Arriaga.
El tiempo como aliado
Hay otro aspecto que influye en el buen desarrollo de los trabajos: el tiempo. En esta ocasión, ha funcionado como aliado. Solo en dos jornadas se ha tenido que parar por lluvia, el resto de los días se ha trabajado con total normalidad.
La intervención en San Telmo se ha prolongado por cuatro meses, del 15 de junio al 14 de octubre.
Ocho restauradores, cuatro con titulación oficial y cuatro operarios especializados, se han esmerado para que San Telmo luzca con todo su esplendor pero sin que parezca que ha sufrido una operación de estética que desvirtúa su esencia. A los expertos, además, se les han sumado distintos gremios.
“No es igual una restauración que una conservación. Esta vez, por problemas de permisos hemos puesto andamios para trabajar, pero la idea es que a futuro las revisiones se hagan con plataforma elevadoras”, puntualiza.
Porque realizar revisiones, añade, es importante incluso en el terreno económico. Si se llevan a cabo repasos puntuales se pueden detectar pequeñas heridas en las que trabajar, sin esperar a que haya desprendimientos o males mayores derivados de la falta de control. Además, trabajar de este modo resulta menos agresivo para el edificio.
Conservar y eliminar daños pero no reconstruir. Esta es la receta aplicada en el trabajo que la empresa Petra, de Gasteiz, ha llevado a cabo de la mano de las administraciones con competencia sobre los edificios históricos.
En su trabajo en el Victoria Eugenia, con más metros, se actuó de forma similar pero con la presión del Zinemaldia y otros eventos.
Además, en su conjunto, la del emblemático teatro donostiarra fue una intervención más compleja, aunque el criterio de actuación sea el mismo: “conservar y evitar que se siga degradando”.